Víctor
Hugo Prado
A
través de la historia, diversas instituciones
y estructuras sociales se mantuvieron intactas e
incuestionables. Los valores más relevantes los asociaban a la estabilidad, la
unión y la tradición. En nuestra realidad
actual, estos valores, guías y estructuras se han ido disolviendo dando lugar a
la Modernidad Líquida,
concepto elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, reconocido a nivel
mundial como uno de los más grandes referentes del área.
La
Modernidad Líquida es una categoría sociológica que
sirve para definir el estado actual de nuestra sociedad, que Bauman la define
como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores
educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta
demostrar la inconsistencia de
las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo
afectivo y en lo laboral. Las
redes sociales, ahora, juegan su parte en ello, ya que nos
permiten conectarnos con todos, pero a la vez desconectarnos cuando
queramos: un clic representa un
muro o un puente en las relaciones humanas.
Los
líquidos y los gases tienen la
cualidad de la fluidez, que los distingue de los sólidos. Los
primeros sufren continuos cambios
y no conservan con facilidad su forma. En este sentido, las
“cosas líquidas” no se atan de ninguna forma al espacio ni al tiempo, son libres de fluir por donde
quieran, pero siempre de manera
momentánea.
Bajo
este argumento la sociedad
líquida está en cambio constante, lo que genera una angustia existencial, donde
parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el
tiempo y la propia modernidad impulsarán su desintegración. Así nos encontramos
como raza humana navegando los mares
de la incertidumbre, sin saber cómo estarán mañana la economía,
la pandemia, los servicios de salud, si estallará una crisis o no, si
contaremos con trabajo, si formaremos una familia, en el mejor de los casos, si
estaremos vivos.
Las investigaciones de Bauman se enfocan en
la estratificación social,
los movimientos obreros, el consumo y la naturaleza de la modernidad que
resumen parte de su pensamiento en torno a las relaciones sociales actuales, los
conflictos de identidad, y el consumo excesivo trasladado a todos los ámbitos
de la vida.
La idea del “use y tire” que nos ha otorgado el
consumismo se desplaza a las
relaciones, donde no hay tiempo para reciclar, ni seguir usando
cosas obsoletas, o en propias palabras del sociólogo: “La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos
con breves e indoloros finales”. Y en época de pandemia, las campañas políticas
y los candidatos serán más líquidos de lo que eran, frente a una sociedad
envuelta entre lo efímero y la incertidumbre, sin saber qué esperar.
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