Pedro
Vargas Avalos
La
doble cara es una actitud muy reprobable por la hipocresía que entraña, y sin
embargo es muy común entre los seres humanos, destacándose en tal renglón los
políticos. Si se le pregunta a un ciudadano común, que quien considera es el
ejemplo más elocuente de la doblez, sin duda contesta invariablemente: los
políticos. Aunque a título de hablar con la verdad, también allí están muchos
empresarios y no pocos ciudadanos.
Para
la gente sin qué ver en la cuestión de cargos de elección o de otra índole en
la administración pública, son políticos: los diputados, los senadores, los
alcaldes y regidores, los funcionarios del gobierno en cualesquiera de sus tres
órdenes y en general todo individuo que ejerza algún cargo gubernamental.
El daño
que causan esos sujetos que tienen doble cara es pavoroso, pues hacen poco
creíble todo acto de la administración pública, con lo que impiden el
desarrollo de las instituciones, la sociedad y finalmente de la nación.
¿Qué
más ejemplo de hipocresía que la de los diputados o senadores que cambian de
partido, durante el ejercicio para el cual fueron electos? Para no ir muy lejos
allí está el caso de la senadora Lily Téllez, quien, de las pantallas de
televisión, gracias a la invitación que se le hizo por el partido político
MORENA, cuando las campañas electorales de 2018, fue candidata y resultó electa
para representar a Sonora en la cámara alta del Congreso de la Unión.
La
aludida, a las primeras de cambio forcejeó con la bancada morenista porque sus
ideas son de plano conservadoras; temas como el aborto, la mariguana y los
valores, fueron motivo de tales desencuentros. Y esas diferencias se fueron
ahondando hasta que, siendo muy criticada por los partidarios de MORENA,
quienes exigían su expulsión, ella se les adelantó y se zafó de la bancada
morenista, diciendo que ahora sería independiente; pero esa autonomía le duró
muy poco: a la semana siguiente ya andaba coqueteando con el grupo senatorial
panista y en conclusión allí se quedó.
Uno
se pregunta: ¿cómo cumplirá con sus electores? ¿los principios que aceptó al
ser nominada candidata, fueron mentiras? ¿ocultó sus reales pensamientos, con
tal de ser senadora? La respuesta, podemos deducirla fácilmente al ver las
actitudes de la aludida, primero como aspirante, luego senadora electa,
enseguida al ser miembro de la Cámara Alta del Congreso nacional y ahora, por
ser parte de las huestes blanquiazules adversarios principales del partido en
el poder.
Muchos
otros casos podemos encontrar de políticos con doble cara. Y en este campo,
también se suman los empresarios autodeclarados contrarios de la Cuatro T.
Sobre estos, no cabe la menor duda de que lo que hace el junior de Claudio X.
González, es irritante: patrocinar organismos dizque contra la corrupción, y
con tal pretexto recibir millonadas de donativos (deducibles, faltaba más) para
asignarse un sueldo mucho mayor que el de los secretarios del gabinete
presidencial, e incluso tener bajo esas nóminas a personas que presumen de muy
honradas y resultan ser sepulcros blanqueados.
De
cinismo elevado, fueron las declaraciones del expresidente Fox, cuando se le
iba a quitar su cuantiosa pensión ilícita e inmoral, y expresó: que no era
justo porque él tenía para “sus frijolitos” gracias a la susodicha pensión.
Y
qué decir de la folklórica cuanto impúdica frase de Felipe Calderón, al saber
que había ganado la elección presidencial gracias a la alquimia electoral: he
ganado, “haiga sido como haiga sido”.
No
menos cínico es el señor Salinas Pliego, que, en vez de pagar sus deudas
tributarias, las pelea en los tribunales, con el evidente objetivo de burlar al
fisco, cuando lo que debería de ser es actuar como un ejemplar ciudadano
cumplido. Pero que va, si ahora ya no hay perdón de impuestos, ni el recurso de
la evasión, lo que hacen es litigar para ver si encuentran un juez corrupto y
los salva de cumplir sus obligaciones fiscales.
¿Y
qué decir de los presuntos delincuentes de cuello blanco que, con el fin de
salvarse de la prisión, declaran casi al gusto del ministerio público, para
responsabilizar de sus rapiñas, a quienes fueron sus jefes? Al respecto y como
botones de muestra, tenemos a Lozoya Chayito Robles.
La
lista de hipócritas con carácter de figuras públicas, es larga y casi
inacabable; para finalizar nos viene a la mente, como arquetipo de tal materia,
el caso de los “Chuchos” del perredismo agonizante: ellos disfrutaron de la
popularidad de quien fue su líder, hoy presidente de la república; ahora no
paran de acusarlo de todos los defectos.
A
nivel internacional no faltan casos de elevada significación hipócrita: el Rey
emérito Juan Carlos, exiliado voluntariamente de su patria al descubrirse los
desmanes que cometió en el renglón económico. O el del juez que instrumentó en
Brasil las acusaciones contra Lula, y que su cómplice Bolsonaro lo hizo
ministro de justicia, pero ahora ya defenestrado está al borde de ser
ajusticiado penalmente, por sus “chuecuras” judiciales.
En
fin, la señora Añez de Bolivia, quien asumió la presidencia ilegalmente tras la
caída de Evo Morales, y que por lo pronto ya está presa por haber violentado la
Constitución.
No
cabe duda: las dos caras son al parecer, el símbolo que identifica, para
desgracia de la república y de la ciudadanía, a ciertos empresarios y, sobre todo,
a los políticos, de todos los colores y de todas las partes del mundo.
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