Sandra
Gómez
Estimado
lector, los padres y los maestros debemos tener conocimientos no únicamente de
las temáticas que enseñamos; también y a la par debemos tener los conocimientos
de didáctica y psicología. Las correcciones deben tener una intención clara. El
herir a la persona se convierte en un reforzador “negativo” que dependiendo de
muchas otras variables relacionadas al sujeto dañan la relación que debiera
tener: alumno/maestro, padre/hijo.
El
respeto es un valor de doble sentido, si respeto a las personas, la
probabilidad que ellos me respeten es mucho mayor que si yo les falto el
respeto a ellos con antelación; por ejemplo, ofendiéndole, mostrando desdén, haciéndole
sentir menospreciado, avergonzándole, es decir humillado.
Cuando
tenemos la intención de corregir debemos cuidar “las formas”, la intención en
las palabras hace mucho más daño que la palabra en sí misma, hasta los niños
más pequeños entienden por el sentimiento despertado con el uso de la voz, el
tono, el volumen…
“La triple dimensión
captable en los espacios didácticos; espontanea (enseñar y aprender sin
saberlo), intencional (enseñanza y aprendizaje para conservar tesoros
culturales), y sistemático (remodelación del conjunto interactivo de relaciones
discentes y docentes en busca de la instrucción)” (Dicc. C.E., 2002, pp.408-412).
“Mientras la
psicología es una ciencia que estudia los fenómenos de la conducta y los
procesos mentales con que aquellos se relacionan” (Dicc. C.E; 2002, p.1165).
Si
vas a corregir, primero hazlo en privado; tienes razón en que hay que corregir
en tiempo y forma; pero nunca dejes de pensar en la forma de tu corrección. La
palabra también es un GOLPE; y deja huella.
Si la
corrección en privado no funciona llama a un testigo y prepara un “contrato” es
decir, plantea tus razones de la corrección, trata de llegar a un acuerdo de
manera respetuosa y que asuma responsabilidad de su conducta. Si persiste,
luego entonces hazlo en público; por ejemplo, en un debate en clase, abrir una
discusión sin señalarle. Siempre termina la dinámica con algo positivo.
Reconoce tus faltas como adulto, asume responsabilidad y liderazgo como
docente/padre.
+++Mi madre me
platico una historia que le contaba su madre (mi abuelita Cuca), ella decía que
en el pueblo llego un maleante a quien lo llevaron a la horca, estando ahí le
concedieron un último deseo; este fue que antes de morir quería ver a su
madre. El deseo fue concedido, la
abnegada madre llego y a los pies del sujeto lloro; el criminal la vio y le
pidió que se levantara, diciéndole: no llores madre, ellos no son quienes me
cuelgan, sino tú… todos se quedaron cayados y ella confundida, ¿Porque dices
eso? Pregunto la madre y el delincuente
contesto… Recuerdas madre cuando te lleve ese par de agujas que conseguí sin
que me dieras dinero, tú te pusiste muy contenta y me dijiste gracias, después
te lleve un rebozo e igual no me preguntabas de donde lo tomaste; después te
lleve una becerro y tu feliz, sabiendo que no trabajaba, que solo me la pasaba
con amigos y que todos decían que robaba; tu madre nunca me preguntaste y en
cambio te mostrabas complacida con los regalos… si desde la primera vez con la
gujas me hubieras preguntado y me hubieras aclarado que no era correcta mi
conducta, yo lo habría dejado…, por eso madre te digo eres tú la que me
cuelgas, no son ellos…
Esta
historia puede o no ser cierta, pero yo también se las narre a mis hijos y he
tenido el cuidado de que conozcan mi honradez y hagan lo propio.
No
humilles, respeta, utiliza las historias para enseñar valores; ¡corrige! ese es
tu función como padre o maestro. Aprende técnicas para corregir en tiempo y
forma. No dejes de aplicar la corrección, ese es uno de los roles principales
como padre/guía.
Hasta
la siguiente Historia de vida. Dra. Sandra Gómez Patiño.
Referencia:
Diccionario de las Ciencias de la Educación (2002), Aula Santillana. México
D.F.; México.
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