miércoles, 10 de febrero de 2021

Nuestro país camina hacia el pasado



 

Víctor Hugo Prado

 

 

Plantea Jorge Jiménez Sólomon, en el artículo Energías limpias y las oportunidades pospandemia, publicado en la revista Nexos este mes, que la “política energética del actual gobierno es fortalecer a la industria petrolera nacional para impulsar a la economía y reducir nuestra dependencia de los combustibles importados del extranjero”, teniendo razón en ello, “invertir en el sector energético a nivel nacional puede, en efecto, lograr la autosuficiencia y promover el crecimiento económico. Sin embargo, la apuesta por la energía fósil no es el camino”.  Seguir apostando a una nueva refinería a la que tan solo este año se le han aplicado 41 mil millones de pesos es financieramente inviable. Además de desaprovechar el enorme potencial del país para la producción de energía limpia.




La relación de México con el petróleo es muy estrecha, no solo por la existencia histórica de importantes yacimientos en un sinnúmero de regiones del país y de sus límites marítimos, lo que generó la relevante presencia de compañías extranjeras para su extracción y producción. Lázaro Cárdenas tuvo a bien expulsarlas nacionalizando la industria. El periodo posterior a Cárdenas conocido como el Milagro Mexicano –por el incomparable crecimiento económico del país-, posicionó al crudo como el principal contribuyente a las finanzas públicas. Desde entonces, el lema "el petróleo pertenece a todos los mexicanos” se ha convertido en parte de la cultura energética de México. Todavía recuerdo cuando con José López Portillo se descubrieron importantes yacimientos y surgió la lapidaria frase “preparémonos para administrar la abundancia”, por cierto, esa no ha llegado.





Regreso con Jiménez, “México se ha convertido en un país dependiente de los combustibles fósiles: se estima que el 70 % de la gasolina y casi el 50 % del gas natural que se consumen en el país provienen de Estados Unidos”. En el caso del gas natural, la dependencia se explica en buena parte por el bajo costo de las importaciones. En cuanto al petróleo, una de las razones por las cuales el país no ha podido alcanzar la autosuficiencia en gasolinas es porque Pemex opera al 40 % de su capacidad de refinación y es la empresa petrolera más endeudada del mundo. Y no se diga, saqueada a más no poder por gobiernos, directivos y sindicato, haciendo más barato importar que producir.


 A pesar de todos estos hechos, el proyecto en Dos Bocas sigue en pie. El rescate a Pemex, sigue una lógica política más que una estrategia económica. Esta narrativa de rescate está sustentada en hacer creer al ciudadano común que existe un problema de seguridad energética, que la dependencia del sector energético en los combustibles fósiles es parte de una cultura energética nacionalista de producir y consumir a nivel nacional, en un momento donde la inversión creciente en el orbe es en favor de energías limpias. En otras palabras, nuestro país camina hacia el pasado.


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