José
Filiberto Figueroa Cacho
1.
Entrar sonriendo. El lenguaje no verbal es muy
importante, el recibir al profesor que esboce una sonrisa, motivará a un clima
amable y delicioso. El alumno puede pronosticar el estado de ánimo contagioso
del maestro que al sonreír rompe barreras de comunicación y hielos
innecesarios. La sonrisa puede hacer el milagro de hacer conexión entre el
profesor y el alumno. La seriedad para algunos alumnos lo toman como severidad
y alejamiento.
2.
Contar una anécdota. Una anécdota puede ser el anzuelo
de enganchar la atención a los nuevos conocimientos y retos de una clase.
Debemos de ser capaces de poder usar estas anécdotas de forma inteligente, para
irlas dosificando a lo largo de una clase. Son una forma muy amena de captar la
atención disminuyendo o evitando conductas disruptivas. También es muy agradable
darle la oportunidad a nuestros alumnos para que narren sus oportunas
historias.
3.
Finaliza la clase con un video. Un material tan completo como un
video que puede encerrar un encanto especial que no dista mucho de lo que un
niño desde temprana edad se va familiarizando y le proporciona aprendizaje
constante. El finalizar una sesión con un video suena a premio para los alumnos
que allende al trabajo, permite distensión y relajación. La recomendación
enfátiza en que el video sea breve y guarde estrecha relación con la unidad
didáctica en turno…
4.
Aprende de tus alumnos. Es motivante que los alumnos se
sientan útiles y que ellos te han propiciado aprendizaje a ti profesor. Hazte
el curioso, permite que ellos te enseñen lo que saben, escúchalos atentamente,
asintiendo lo que te dicen. Ellos también tienen algo que decirte.
5.
Presta o regala algo que sea tuyo. Por ejempo un pañuelo de papel, un
borrador o un sacapuntas, el objeto no importa; al alumno le encanta que le
prestemos o les demos algo. Cuando le entregues el objeto indícales que para ti
es muy importante el material que estás prestando. Crearás un vínculo valioso
con tu alumno y será un grandioso pretexto de plática cuando te lo devuelva.
6.
Di o haz algo inusual. Lleva a cabo una acción diferente
e inesperada por parte tuya. Puede ser un gesto, un movimiento, cantar un
canción, bailar una melodía, recitar un poema, cambiar de tono tu voz dándole
intencionalidad a lo que dices; de pronto camina de puntitas hacía un alumno
somnoliento… Esas extravagancias son muy efectivas pues arrancan sonrisas de
complicidad. La sorpresa es una grandiosa arma para enamorar a tus alumnos.
7.
Intercambia los papeles. Para un alumno, la silla del
profesor es muy atractiva. Eso puede servir de pretexto para intercambiar
roles. De repente puedes tomar una silla de un alumno y permítele a un alumno
que ocupe tu silla, lo cual puede provocar un gran impacto, pero de gran
interés.
8. Convierte
a un alumno en protagonista. Es
muy importante sentirse especial. Comenta a tus alumnos lo importante que son
para ti, que se sientan especiales, resalta honestamente sus cualidades y sus
virtudes. La respuesta será la gratitud, digna para generar enseñanza y
aprendizaje.
9. Crea
expectativas. La
creación de expectativas es útiles al inicio de una sesión. En cuanto entres al aula muestra lo que se aprenderá un poco
después, crea la atmósfera y predisposición a que se aprenderá algo muy
importante.
10. Bromea.
El buen humor es
estratégico para mantener un ambiente relajado y agradable. Que sepan que reírnos
con la gente y no de la gente es muy positivo. Crea un buen ambiente.
Estos
pequeños trucos o consejos pueden ser aplicados desde niños pequeños hasta
adultos. Pequeños detalles nutren grandes clases. Reflexionemos sobre nuestro
papel que desempeñamos en el aula y que un esfuerzo pequeño marcará la gran
diferencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario