Laura
Sepúlveda
El Volcán
El
confinamiento derivado de la pandemia del COVID-19 ha incrementado los niveles
de estrés y ansiedad entre la población, lo que en ocasiones se ve reflejado en
una mayor ingesta de alimentos y sus consecuencias.
Así
lo demuestra la investigación “Patrones disfuncionales de la ingesta en
relación con la ansiedad percibida durante el COVID-19 en latinoamericanos”,
realizada por Tania Yadira Martínez Rodríguez, alumna de doctorado del Centro
de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (CICAN), del
Centro Universitario del Sur (CUSur), con sede en Ciudad Guzmán.
El
objetivo de la investigación fue conocer la relación que hay entre los patrones
disfuncionales de la ingesta con la percepción subjetiva de ansiedad que tiene
la población, y para ello se evaluaron a 958 personas de Chile, Colombia y
México.
“La
investigación se realizó enfocada en tres patrones disfuncionales: la
restricción cognitiva, que se refiere a las personas que voluntariamente
restringen su alimentación para no aumentar de peso; la desinhibición, aquellas
personas que se sobrealimentan ante un episodio de estrés o en este caso la
ansiedad; y la ingesta emocional, que está relacionada con un estado emocional,
principalmente negativo”, informó Martínez Rodríguez.
Explicó
que de estos tres patrones los indicadores más altos fueron los de la ingesta
de alimentos ante la ansiedad y el estrés, y entre mujeres lo común fue la
restricción cognitiva y la ingesta emocional.
“Si
ante el COVID estás relajado y no sientes ansiedad, tu cuerpo fisiológicamente
no va a responder a eso; pero ante emociones negativas tu cuerpo responde a
nivel hormonal o fisiológico. La ansiedad se relaciona con la ingesta de
alimentos o alimentación emocional”, señaló.
La
recomendación sería distinguir cuál emoción es la que está presentando la
persona y qué la está generando, ya que tras esta situación de ansiedad o
estrés las personas tienden a enmascararla consumiendo alimentos, en lugar de
hacerle frente a la situación, dijo.
“Lo
ideal sería que la persona distinga la emoción, si la frecuencia está
aumentando respecto a lo que antes presentaba, y en qué momento específico se
presenta. Si no puede manejarlo, debe recurrir a la ayuda psicológica y atender
la parte nutricional”, concluyó.
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