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jueves, 28 de enero de 2021

¡Aquí estoy señor…!

 


Un momento por favor      

 

J. Jesús Juárez Martín 

 

 

Ante la realidad de la Pandemia sin control y los esperados botonazos rojos de la autoridad, que clama como voz en el desierto, porque los tumultos en los transportes de las grandes ciudades, lugares de reunión, las proscritas y numerosas fiestas y aglomeraciones, parecen imposible diluirse, por falta de voluntad social, creo que sólo recintos religiosos, han desaparecido los fieles en sus prácticas religiosas comunitarias y permítame decirles que este tercer domingo de enero del 2021, minutos antes de la hora de la misa, en el templo al que acudí de unos quince  por veinte metros de superficie, de bienvenida nos solicitaron entrar por el lado derecho porque la sacristía ya estaba con cupo lleno de doce personas permitidas; sólo escuchamos la voz del Ministro, oraciones y predicación donde apenas si llegaríamos a veinte persona y sólo vimos al Sacerdote a la hora de la comunión sacramental. 



A la distancia de diez meses de los ordenamientos de la autoridades para afrontar la pandemia y atender a los infectados en América pronto las marcas establecidas por los países europeos del covid19 fueron rebasadas por los pacientes del vecino país de los Estados Unidos de América, tal vez con cierta indiferencia de su gobierno porque sus declaraciones y actitudes parecían no calcular la fuerza endémica de la enfermedad, como también en México, nuestra querida Patria rebasa los 145,000 muertes que me atrevo a asegurar que a todas las familias no ha mortificado con alguno, o varios fallecidos, parientes, amigos, conocidos, vecinos, donde el vocero oficial en sus primeros cálculos, preveía unos 50.000 muertos, porque si llegará a 60.000 sería un desastre. Es enero después de celebraciones del final del año singular 2020 cuando estamos en el momento más dramático que vivimos por los infectados y el número creciente decesos por esta enfermedad, que nos sitúan en el semáforo de color rojo y que parece se prolongará hasta que los efectos irresponsables del comportamiento social, vuelva a las restricciones adecuadas de alejamiento, sana distancia, y el uso personal y generalizado de cubre boca; porque al cuidarnos,  en forma directa protegemos a los que con nosotros conviven o nos encontramos fortuitamente en las indispensables salidas por necesidades primarias de nuestra vida. 


El deseado y pronosticado retorno a las clases en las aulas, queda totalmente rechazado, porque no hay las condiciones de un regreso a la normalidad, sería una temeridad, error que cobraría víctimas hasta en los resistentes niños a la enfermedad, porque él que en el tocadero se mueve, tocado queda. 






Como quiera que sea nuestra existencia,  es bendición, regalo del Creador que da la vida, con  oportunidades de mejorar como persona, nuestro entorno y nuestra familia, que en alguna forma llamamos civilización y que en el descuido generalizado de las protecciones a nuestra naturaleza por parte  nuestra,  recibimos, sufrimos deterioros en la calidad de vida, porque nadie da lo que no tiene y la Naturaleza dañada, el deterioro y daños que como humanidad hemos proporcionado, la serie de fenómenos naturales que percibimos ojalá sea alarma suficiente para el cambio de hábitos en el uso, consumo, producción de los bienes que necesitamos, consumimos y hasta el cuidado de las materias con lo que se hacen los satisfactores de la vida. La protección  ecológica con los desechos y el descuido inconsciente de que nada es para siempre, que lo que hacemos, tiene consecuencias, ojalá  optáramos por la responsabilidad personal, social, universal en el reencuentro  necesario con nuestros hermanos, que seamos mujeres y hombres de buena voluntad, porque todos tenemos una creación semejante; la naturaleza es nuestro hábitat común y los recursos de ella son para la subsistencia comunitaria y desde luego la protección y cuidado de la flora, el medio ambiente, la fauna, la limpieza, el transporte y producción sean respetuosos de los procesos de combustión y uso responsable de los diversos elementos que se consumen, felizmente la inteligencia humana lo percibe y puede superar, con voluntad social y cuidados universales en el futuro no sufrirían carencias o tal vez despojos de los pueblos poderosos, sobre los países débiles.

 

Es perceptible que la ética, la equidad, el acceso y producción de alimentos, aire, agua,  debe estar por encima de los intereses egoístas y el responsable cuidado solidario, que son objetivos prioritarios, en una corresponsabilidad universal ausente, pero necesaria para la humanidad con dignidad, de la corresponsabilidad solidaria depende la guerra, la paz mundial y la calidad de vida, por eso volvemos a decir como Samuel “Aquí estamos Señor”, aunque el final difiera “para que nos ayudes a entender que una es la naturaleza para las diversas generaciones humanas y de ahí nuestra corresponsabilidad como el género humano”. 

 




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