Víctor
Hugo Prado
Se nos
está yendo el 2020, uno de los años más complejos de los últimos setenta en el
mundo. Nuestro lenguaje, nuestras prácticas sociales, la educación, la salud,
la economía, sufrió alteraciones inusitadas. Nuestra habla adoptó rápidamente
palabras como pandemia, coronavirus, cubrebocas, quédate en casa, lávate las
manos, sana distancia, gel, temperatura, termómetro, virus, enfermedad y
fallecimiento.
En materia de salud se tuvieron que enfrentar medidas necesarias, para reconversión de hospitales, en aplicación de pruebas, en equipamiento para atender las consecuencias de la pandemia, se definieron indicadores para medir el avance de la enfermedad. Se determinaron colores para alertar a las autoridades de gobierno y salud sobre las condiciones de prevalencia de la enfermedad de las entidades y municipios. Se implementaron reglas sanitarias para negocios, y los eventos masivos se suspendieron, desde los artísticos-culturales hasta los deportivos.
En
educación se suspendieron las clases, las y los maestros tuvieron que
ingeniárselas para atender a sus alumnos a distancia, usando redes sociales o
plataformas de comunicación para dar su clase presencial de manera sincrónica,
pero también se implementaron actividades asincrónicas. También ha habido
cientos de miles que se han quedado sin estudiar por la falta de acceso a la
tecnología, conectividad o disponibilidad de datos. Los estudiantes se quedaron
a trabajar en casa bajo la responsabilidad de los padres y madres que tuvieron
que combinar sus jornadas laborales normales con funciones de tutoría,
tensionando, en algunos casos, la relación entre padres e hijos. El 2020 se
caracterizará por ser un año en el que se aprendió mucho de herramientas
digitales, de tecnología y de pandemia y quizá se aprendió poco de aprendizajes
formales.
En
el 2020 la caída de la actividad económica prevista para el cierre del año
ronda el 10.5 % pero podría ser peor, ello debido al cierre obligado de
negocios que no pudieron soportar los días sin ventas, sin consumo, sin
ingresos. Se estima por parte de la CEPAL que el número de personas en pobreza
incrementará de 53.6 a 63.3 millones y en pobreza extrema de 14 a 22 millones, consecuencias
de la falta de ingreso, por la pérdida de empleo. El 2020 marcará un hito de la
historia para enjuiciar lo que hicimos bien o lo que hicimos mal como sociedad
y como gobiernos. Se va reconociendo a sus héroes: personal médico, de
enfermería y de apoyo.
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