Pedro
Vargas Avalos
A
mediados del mes de las navidades se dio a conocer por la Comisión Nacional de
los Salarios Mínimos (CONASAMI) el monto que alcanzarán los salarios mínimos a
partir del uno de enero inminente. El promedio porcentual del incremento es de
15%, por lo que las cifras quedarán de los $123.22 vigentes en este agónico
2020, en $141.70 pesos diarios en general para la República, con excepción de
la zona libre fronteriza donde actualmente se devenga la suma de $185.56 y que
llegará a los $213.39 pesos por día: no cabe duda de que tales números
significan una evidente recuperación salarial.
Ya sabemos que esos aumentos al mini
salario se determinan en la CONASAMI por los tres sectores que la integran, a
saber: el patronal, el obrero y el gubernamental. Lo ideal es que se pongan de
acuerdo todos y así se decida anualmente el nuevo salario mínimo; sin embargo,
no siempre es de tal manera, y en no pocas ocasiones han votado en contra, ya
los patrones o en otras veces los representantes obreros. En este año los que
no estuvieron de acuerdo fueron los dueños de las empresas, específicamente los
señores del sindicato patronal, es decir la COPARMEX, con el respaldo del
Consejo Coordinador Empresarial (CCE), pues auguran que, con esta mejoría a la
clase trabajadora, como setecientas mil pequeñas negociaciones irán a la
quiebra, por no estar en condiciones de absorber el aumento. Para estos señores
el susodicho acrecentamiento es “irracional” y de tinte populista, por lo que
impedirá el desarrollo con bienestar.
En Jalisco, dice un dirigente (Aldo
de Anda, de los restauranteros) que sus representados son los más golpeados por
la pandemia del COVID 19, y que para enero estarán en tesitura de cierre 4,500
de sus giros servidores de comida, advirtiendo que a nivel nacional lo harán
como 122,000 restaurantes. En el Estado se tiene un registro de 38 mil negocios
de ese ramo, correspondiendo a la zona metropolitana tapatía unos 18 mil.
La filosofía de esas
organizaciones, por lo que dicen, es tener trabajadores empobrecidos, con lo
cual sí habría crecimiento económico. Esa fue la política imperante desde 1980
cuando México ocupaba salarialmente el sitial doce entre las 135 naciones más
importantes del mundo, hasta la década de 2010 en que de plano nuestro país se
desbarrancó clasificándose en el lugar 81. Con la actual administración federal
se lograron dos grandes avances en 2019 y 2020, con inusitados 16 y 20 por
ciento respectivos, y sin embargo se llegó al lugar 82 internacional. Ahora con
el aumento para el año venidero, se remontarán posiciones para llegar al sitio
76, lo cual prueba que este paso salarial si traerá mejoras no solo a los
cuatro millones aproximados de asalariados del mínimo, sino que de repercusión
se beneficiarán otros niveles de mejores sueldos.
Otro paso adelante fue incorporar a
la lista de profesiones con mini salario, a las trabajadoras del hogar (con
sueldo de $154.03 pesos) y los jornaleros agrícolas, quienes deberán percibir
al menos $160.19 pesos al día, lo cual es acto de estricta e inaplazable
justicia.
Para comprender mejor este tema de los
ingresos de los trabajadores, se debe de tener en cuenta que el salario en
México se desplomó durante el periodo neoliberal, o sea en los más de treinta
años últimos, para tener el penoso calificativo de considerarlo un de los
salarios más bajos del mundo. Entonces, como afirma el presidente de la
República, “necesitamos, es urgente recuperar la capacidad de compra del
salario mínimo. Además, así lo establece la Constitución, el salario debe ser
justo y debe de alcanzar para el sustento de la familia, ese es el mandato
constitucional”.
En esas más de 3 décadas se castigó
demasiado el alcance de los trabajadores, a tal grado que hubo años en que los
aumentos al salario mínimo estuvieron por debajo de la inflación, lo cual
prácticamente fue una infamia atribuible no solo a los patrones, sino a las
dirigencias sindicalistas obreras y a la complicidad gubernamental.
Ahora
pues, se está en la ruta de recuperar el poder adquisitivo del mini salario,
que como ya dijimos tiene efectos en casi todos los sueldos, y esa es la mejor
forma de lograr crecer económicamente a la par de beneficiar a toda la
población.
Post Scriptum: al terminar esta
colaboración, me enteré del artero asesinato del exgobernador de Jalisco Jorge
Aristóteles Sandoval Díaz, la madrugada del viernes 18 de diciembre, en Puerto
Vallarta. El crimen, condenable desde cualquier ángulo, no debe quedar sin
aclarar: la mafia organizada tiene que ver y nada debe detener a las
autoridades estatales para la investigación íntegra. En este como en muchos
otros casos, el pueblo espera se haga justicia, para evitar que los
jaliscienses la hagan por su propia mano, al concluir que la sociedad está en
manos de la delincuencia, grado al cual jamás debemos llegar. Las autoridades
tienen la palabra.
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