Los
conjurados
Es la
noche del miércoles 13 de diciembre de 1989 en la ciudad de Guadalajara. El
salón se ha adaptado para la ocasión, se distribuyen sillas y una mesa al
frente. Tres personas presiden: Sergio Ruiz Lacroix, el anfitrión, Juan José
Arreola, presentador del libro, y Vicente Preciado Zacarías, autor. La sala
está llena: lectores, personas que hicieron el viaje desde Ciudad Guzmán,
periodistas... La sala, que es relativamente grande, está cubierta en todas sus
paredes por vitrinas, y en ellas, alineados, un sinfín de trofeos. Parecerá
extraño pero la presentación se realiza en una famosa sala de trofeos. Según la
antigua tradición griega, el trofeo es un montículo que se conforma con los
restos del enemigo para celebrar una victoria. Vicente Preciado Zacarías celebra
la publicación de su primer libro literario. Sólo él sabe lo que le ha costado
construir ese montículo, ese libro es para él una victoria.
Más
allá de los de Juan José Arreola, hay unos cuantos libros que en el sur de
Jalisco se editan con cierta regularidad a través de los años y son parte de
nuestro más papable patrimonio literario. Los dos ejemplos más evidentes son La hija del bandido o los subterráneos del
nevado de Refugio Barragán de Toscano y Zapotlán
de Guillermo Jiménez, aunque la primera con muchas más ediciones que la
segunda, ambos siguen siendo consumidos por los lectores de la región a pesar
del paso del tiempo. Partici-Pasiones
pareciera estar llamado a ser parte de esa tradición, pues a más de tres
décadas de su aparición sigue apareciendo en las librerías y sigue siendo leído
y referenciado.
DOS GRANDES LECTORES DE PARTICI-PASIONES
En
algún momento Vicente Preciado le entregó a Fernando Carlos Vevia Romero,
profesor de la antigua facultad de Filosofía y Letras y Maestro Emérito, un
ejemplar de Partic-Pasiones. Vevia lo
leyó con tal entusiasmo que a medida que recorría sus páginas hacía
anotaciones, en ellas nos desvela muchos de los atributos de la prosa del
maestro Preciado. Esas notas estuvieron guardadas, se mantuvieron en la
intimidad del lector entusiasta, hasta que en 2016 fueron incorporadas en la
tercera edición del libro. En él encontramos aseveraciones como las que las que
siguen: “El placer de sumergir las manos en esta suave masa poética”, para
referirse a la prosa y la textura verbal de los textos; o bien cuando habla de
la personalidad literaria de su autor escribe: “De mil maneras el autor se
declara modestísimo seguidor o discípulo y amigo de Juan José Arreola, además
de paisano y adorador de Zapotlán. Pero su escritura es distinta, y en su modo
de enfocar los temas no debe nada a nadie. Llega en soledad a sus propias
cumbres y son de gran altura”. También
destaca la sonrisa de Preciado: “Descubre también el agradecido lector un suave
humorismo, olor a humorismo podríamos decir, que flota por la sobrehaz del
texto, dejando un regusto a tristeza noble y varonil”. Estas palabras de Vevia
constituyen una carta de ciudadanía en la República de la Letras para Vicente
Preciado Zacarías.
Vicente Preciado dijo en esa
ocasión, como lo ha repetido en otras ocasiones, que comenzó a publicar en los
periódicos de Ciudad Guzmán por exhortación de Arreola, quizás como una forma
de dar salida a la gran cantidad de información que le compartía en sus charlas
cotidianas, de poner orden la espontaneidad de la conversación casual. Preciado
comenzó a publicar sus artículos en 1983, seis años más tarde recopiló 58 de
esos textos y conformó el volumen, previamente revisado por el maestro. Así
nació Partici-Pasiones.
El
libro cuenta con 56 breves ensayos y dos prosas poéticas que hacen las veces de
frontera del libro, son la entrada y la salida. El primero se titula “Parábola”
y el último “Alegoría”, el primero es una lamentación por lo no logrado, por lo
previsto, es una mirada al pasado que identifica las faltas; en tanto que el
segundo mira al futuro y vislumbra el momento en que las cosas fútiles y
triviales de la vida ya no nos agobiarán como una carga inevitable. No tengo
dudas en afirmar que estos dos textos constituyen una muestra de la más alta
poesía que se escribió en Zapotlán en las últimas décadas del siglo XX.
En
el primer ensayo del libro Preciado evoca un encuentro con Rosario Castellanos
en Caracas, en él asegura que la escritora mexicana le dejó como enseñanza el
concepto de la inevitabilidad, primero aplicado a la música de Beethoven, y
luego a Arreola, para referirse que en la obra de ambos autores cada nota o
cada palabra son imprescindibles en su conjunto y por lo tanto son inevitables.
Un guiño de la maestría de Preciado cierra el texto repitiendo un par de veces
la frase “la inevitabilidad de Arreola”, anunciando que es Arreola justo un leit Motiv de su obra, ese tema que va y
viene, que subyace o se manifiesta claramente.
EL LIBRO, LOS LIBROS
El
libro fue editado por Editorial Cuéllar en el año 1989. Su título original Partici-pasiones fue tomado de la
columna que Vicente Preciado Zacarías escribía semanalmente en La voz del sur
de Ciudad Guzmán. El neologismo nos sugiere algo que ocurre en el proceso de
lectura, el lector participa de las pasiones del autor, viajes, libros, música,
poemas, teólogos, la infancia, el lugar de nacimiento, la amistad y la relación
pupilo-maestro, entre muchas otras pasiones. En ese sentido el libro es un
objeto de comunión, cuando menos lo espera el lector a echo suyas las pasiones
del otro.
Para
el año 2000 el libro se publica por segunda vez, ahora con el título Brevensayos, en esta ocasión lleva el
sello de la Universidad de Guadalajara, bajo el auspicio del Centro
Universitario del Norte. Si en la edición anterior el autor nos convocaba, con
el título de su libro, a participar de sus pasiones, ahora el mensaje se centra
en la forma de expresión. El volumen se define a partir del ensayo, ese género
basado en la búsqueda, la reflexión, la especulación, en la exploración del que
quiere entender las cosas que lo rodean, no del que sabe, sino del que aspira
saber. El libro se renombra y se resignifica, el apasionado lector y escritor
que es Vicente Preciado ahora se muestra también como un explorador, el sujeto
que hurga en todo lo que está a su alcance. Otra gracia que tiene el libro y
este nuevo título delata es la inclinación, la afortunada inclinación, por la
brevedad, estos textos son miniaturas, piezas de relojería que unen la
concisión con la exactitud. Es impresionante cómo puede caber tanta y tan
valiosa información en tan poco espacio, dos o tres páginas, pero aun más que
se presente con tanta precisión, nada en los textos de Preciado parece estar de
más.
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