Actualmente
se atraviesa un momento que ha definido la carrera profesional para los líderes
educativos, pues han tenido que encabezar el cambio del aprendizaje presencial
al aprendizaje en línea de la noche a la mañana, al mismo tiempo que manejan
sus propias luchas personales y profesionales en un momento de crisis e
incertidumbre generada por la pandemia COVID-19.
Una de
las lecciones más desafiantes durante la pandemia de COVID-19 ha sido aprender
a reflexionar, a fallar, a acertar, pero sobre todo a tomar decisiones.
El ejercicio del liderazgo en educación
puede ser considerado a diferentes niveles; ya sea desde el rol que puede jugar
el mayor responsable de la educación como lo es el del secretario de educación,
o el de un directivo en una institución, el rol que corresponde a un profesor
encargado de un grupo de estudiantes e, inclusive, el de un estudiante que
ejerce funciones de liderazgo dentro del aula con sus compañeros.
Una de las condiciones más importantes
para ejercer un buen liderazgo educativo se encuentra en reconocer que el
liderazgo no es una cuestión personal sino de equipo y comunidad, entendiendo
que todos somos parte del mismo sistema.
La
actual emergencia sanitaria generada por el virus COVID-19 y la prolongada
cuarentena educativa, está poniendo a los trabajadores de la educación al
centro de las respuestas educativas nacionales.
Esto
nos exige valorar y redefinir el trabajo de maestros y profesores.
Es urgente recuperar el liderazgo sea cual
sea nuestra función en la comunidad educativa para poder seguir adelante con
nuestra profesión en el ámbito educativo aún en la perplejidad de esta pandemia.
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