Sandra Gómez
Estimado lector, siguiendo con los
regalos de Navidad mayormente representativos, en esta ocasión les comparto la
historia de Samuel, un joven de 16 años quien pidió a sus padres una bicicleta.
Hay momentos
que nos quedan en la memoria por su impacto; de este hecho en lo particular
cada uno de mis hermanos y yo lo recordamos con matices distintos. Desde “la psicología
la memoria es una capacidad para evocar información previamente aprendida. En
la memoria se involucran básicamente las siguientes fases: procesos de
adquisición, procesos de almacenamiento y procesos de recuperación” (DCE. 2002;
pp. 927-928)
Por otra
parte, para el Diccionario de las Ciencias de la Educación en referencia al
“almacenamiento de la información SENSORIAL”, posibilita la recuperación de
este momento (DCE. 2002; p. 74).
Esto se
reduce a decir que los recuerdos son una selección de aquello que nos impacta y
por esa razón se fija en nuestra memoria, y al pasar de los años le recordamos;
así debieran ser LOS MEJORES REGALOS DE NAVIDAD. Si vamos a preguntar a Samuel
y quienes vivenciamos ese momento, seguramente recordaremos detalles del evento
bajo “diferentes ópticas”. Esto se debe a el impacto que nos dejó. A continuación,
les dejo mi MOMENTO de ese evento.
En la familia
Gómez Patiño pasamos muchas Navidades en compañía de nuestros padres, para mí
la niñez que tuvimos fue privilegiada en muchos sentidos, en lo particular con
que desde muy pequeños teníamos triciclos y bicicletas, además del espacio y
las condiciones ambientales para disfrutarlas.
El regalo #6
es la Bicicleta de Samuel. Cuando creces es común que, si “la bici” es ya
pequeña para ti, pidas una nueva, o como en este caso; Samuel pidió una
bicicleta con características diferentes. Mis hermanos Daniel y Miguel
participaban en ciclismo de montaña, pero esto a Samuel no le interesaba.
Como educadores sabemos que una de las
características comunes a los adolescentes es la creencia que lo que nos dicen,
los padres lo entendemos. Muchas de las Navidades anteriores, mamá y papá se
ponían de acuerdo, mi madre siempre iba apartando los regalos con tiempo y
después mandaba a mi papá a recogerlos. Mi padre por muchos años se dedicó a
armarnos las bicicletas que previamente habían almacenado en cajas fuera de
nuestra vista. Para estos años ya habíamos aprendido a armar nuestros juguetes,
así que esa preocupación desapareció para papá; y en este caso las bicicletas
fueron entregadas a la vez, una de parte de mamá y otra de parte de papá.
El regalo de
mamá era “Schwinn primordial, Sport Tourer, Super Sport”. La super Bicicleta
para carreras de 10 velocidades. Mientras la de papá era una Bicicleta “Schwinn
Hollywood campus” a la que llamo Samuel la de cartero por su comodidad y
manubrios altos.
Haciendo una
búsqueda de las imágenes de las bicicletas, ahora veo que la que llevo papá hoy
cuesta 10-20 veces más que la que le regalo mamá; sin embargo, la que realmente
le hizo feliz a Sami fue la de velocidades.
Esta historia
termino con un 25 de diciembre en donde nuestro padre de 71 años en ese
momento, tomo su bicicleta y dio una vuelta a la manzana, haciendo salir a
niños y adultos ante los gritos de mi madre: “Alfonso ¿Qué haces?, bájate…” y
mis hermanos también esperando que papá se bajara de la bici.
Cuando llego de nuevo a la puerta de la
casa, mi padre visiblemente “sentido” dijo, me gusta la bicicleta, haz lo que
quieras es tu regalo.
En esta
historia real, lo que leemos tiene que ver con que en ocasiones se nos olvida
preguntar los detalles, o dejamos de comunicar con la pareja quien hace regalos
a nombre de ambos.
Samuel recibió ambas bicicletas, “NO
PERDIO”, pero papá si se desilusiono al ver que eligió “la otra”. Recuerda mi
estimado lector que en muchas ocasiones no es el precio del regalo, sino lo que
la persona espera.
Hasta la
siguiente historia de vida, comenta y comparte; sembremos recuerdos que
perduren en el tiempo. ¡Hagamos que los regalos despierten emociones positivas!
Dra. Sandra Gómez Patiño.
Referencia: Diccionario de la Ciencias
de la Educación. (2002). Aula Santillana, México D.F. México.
Yo quería una de diez velocidades y mi padre compro la más barata. Recibí dos regalos y efectivamente me quede con la de carreras que me duro dos o tres días y contrario al consejo de mi madre de no prestarla a mi hermano que era muy descuidado permití que la usara y eso basto para que la dejará fuera del mercado y al salir ya no la encontrará. Mi padre no me quiso prestar la otra bicicleta porque era de él. Me quede como el perro de las dos tortas.
ResponderBorrarQue recuerdos que ya no me acuerdo, Buena información referente al tema de la memoria.
BorrarLa memoria es selectiva, gracias hermanos por comentar...Hasta La proxima Feliz Navidad 2020.
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