Sandra Gómez
Estimado lector, en esta serie de los regalos de Navidad,
le presento a Belinda. A mis ocho años de edad recibí una muñeca que aún
conservo; se llama Belinda, fue comprada en el año 1974; la verdad ya no
recuerdo si la pedí o no, tampoco si aún creía en que era Santa Claus quien
daba los regalos; lo que si recuerdo es el gusto que me dio recibirla y lo
mucho que la disfrute por años.
Los regalos son emociones, deseablemente agradables, se
espera que evoquen sentimientos de alegría, felicidad, entusiasmo, que
idealmente deben estar asociadas con otras emociones que nos ayuden a aprender
y a descubrir su mundo despertando la curiosidad e ilusión por lo nuevo, lo
diferente.
Quienes damos regalos a niños debiéramos cuidar que la
expectativa del niño no le despierte emociones negativas como el miedo, la
infelicidad, celos, envidias, soberbia; con estas emociones se destruye la
autoestima y la confianza en sí mismo de quien recibe el obsequio. La
decepción, humillación, la frustración el rencor son emociones que en edades
tempranas el niño no las identifica por nombre, sin embargo, pudieron haberse
percibido derivadas de una inadecuada o MALA elección del regalo.
El tiempo de la Navidad es ideal para despertar
emociones POSITIVAS como la empatía, amabilidad, gratitud, ilusión, tolerancia,
simpatía, alegría, felicidad, optimismo, serenidad, confianza, sorpresa, calma
y satisfacción.
Evitando las emociones NEGATIVAS como la resignación,
el aburrimiento, angustia, miedo, dolor, vergüenza, decepción, pesimismo,
pudor, orgullo, vanidad podremos tener niños sanos.
No se trata
de ponerles en una burbuja para que no se despierten esas emociones negativas,
se trata de ofrecer la oportunidad de que a través de su regalo usted cree un
lazo emocional con ese ser querido.
A cuarenta y cuatro años de recibir a Belinda, aún
tengo esa mezcla perfecta de emociones positivas, entre felicidad, alegría,
satisfacción, gratitud, sorpresa e ilusión de recibir a Belinda.
Regalo #4. Belinda es una muñeca italiana, que fue
comprada en una tienda de importaciones en la frontera, su medio metro, cabello
natural rojo, ojos azules, no es lo único hermoso y distintivo; imaginen mi
sorpresa que esta muñeca movía la lengua al cantar y contar cuentos. Vestida
con un abrigo amarillo mostaza, con botas, guantes, bufanda, mallas, y gorro
invernal. Por la espalda tiene un tocadiscos con discos de 5 cm, y usa dos
baterías AA.
A decir de mi hermano Miguel Ángel, cuando fue padre
en 1999, solo recordaba esas canciones que de niño escucho una y otra vez por
mucho tiempo, y se las memorizo sin intensión de algún día utilizar ese saber, y
¡Oh sorpresa! se las canto a su hija Pamela. “Mambrú se fue a la guerra, bella Belinda enamorada, el patito
Miguelito”; imagine cuanto me impacto que aún hoy después de 44 años recuerdo
los títulos de las canciones, mismas que reproduje con mis primeros alumnos
cuando fui auxiliar de maestra de pre-escolar y posteriormente como madre y
tía.
Cada niño es diferente, investigue que es lo que desea
y el ¿por qué? luego trate de ver si le es posible satisfacerlo, o tal vez
necesite cooperación; el niño debe aprender a agradecer por lo que sugiero
decirle quienes hicieron posible su deseo. Trate que el obsequio cumpla con la
función de ayudarle a aprender y/o descubrir algo nuevo. Existen muchos juguetes didácticos y siempre
vienen acompañados de una clasificación por edad en el paquete, esta indicación
es importante revisarla por la seguridad del niño.
Consuma local, apoye en lo posible su comercio local.
Es mejor un único regalo con las características mencionadas, que muchos que
acaben en la bolsa de basura. No se trata de cantidad de regalos, sino de por
lo menos uno que el niño realmente desee y le sirva en su desarrollo físico,
mental y emocional.
Disfruta con responsabilidad estas fiestas de fin de
año, comenta y comparte. Hasta la siguiente historia de vida. Dra. Sandra Gómez
Patiño.
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