La
capacidad de reconocer un sentimiento en el momento en que aparece analizando
qué nos pasa y qué estamos sintiendo es un factor esencial en nuestro desarrollo
personal para poder regular las emociones, relacionarse con los demás y luchar
por nuestros objetivos.
El
autoconocimiento nos facilita un mejor autocontrol ante las diferentes
situaciones que enfrentamos día a día, es decir, podemos mantener la calma y
controlar nuestros impulsos y de esta manera actuamos de forma proactiva al
relacionarnos con los demás de una manera emocionalmente saludable.
Conocernos
a sí mismos puede ser un proceso difícil, que requiere esfuerzo y dedicación,
por esto es que algunas personas prefieren evitarlo; pero detenernos a
reflexionar sobre quiénes somos y qué sentimos, nos ayuda a conocer mejor lo
que queremos en la vida centrándonos en el presente con mayor claridad
emocional teniendo una visión positiva de la vida y cuando se tiene un estado
de ánimo negativo, no le damos vueltas obsesivamente. El mundo que nos rodea
puede desestabilizarse, pero no nuestro mundo interior.
Desarrollar
nuestro autoconocimiento es el punto de partida para mejorar nuestro bienestar
emocional y psicológico ya que esto influye en nuestro rendimiento, condiciona
nuestras expectativas, nos facilita la aceptación de los aspectos que no nos
gustan de nosotros mismos para poder cambiarlos y seguir avanzando en el logro
de nuestros objetivos.
El
único responsable de mis emociones soy yo mismo, no el entorno, ni las
circunstancias, sino la interpretación que yo hago de ellos. El pensamiento
interpreta lo que ve según sus creencias y experiencias vividas, y esto produce
una respuesta emocional que desembocará en una conducta determinada. Por tanto,
lo que pensamos, sentimos y hacemos forma parte de un todo que se retroalimenta
constantemente, de tal manera que cualquier cambio que se produzca en algún
eslabón de la cadena supondrá una modificación en los otros dos.
¡Escúchame!
Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a aconsejarme, no estás haciendo
lo que te pido, estás bloqueando mi aprendizaje. Cuando te pido que me escuches
y tú empiezas a interrumpirme, no estás respetando mis sentimientos. Cuando te
pido que me escuches y tú empiezas a juzgarme, estás bloqueando mi capacidad.
Escúchame, por favor, todo lo que te pido es que me escuches, solo eso,
escúchame. Tal vez me encuentre desanimado y angustiado, pero cuando me
escuchas y comprendes lo que siento, por muy irracional que sea, es que puedo
empezar a darme cuenta de lo que hay dentro de mí. Pero cuando tú haces por mí
lo que puedo hacer yo estás alimentando mis miedos y mis inseguridades. Estoy
dispuesto a recorrer todos los caminos que me quedan por recorrer. Estoy
dispuesto a enfrentarme a todos mis problemas, ya que estas son oportunidades
que ayudan a fortalecer mi personalidad.
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