Rosa María Chávez Hernández
No hay
duda que el coronavirus llegó para cambiar drásticamente nuestras vidas, los
últimos meses no han sido fáciles, miles de familias hemos tenido
que permanecer en cuarentena, rompiendo totalmente con nuestro ritmo
de vida y manteniéndonos alejados de nuestra familia y amigos.
Sin
embargo, no hay Covid que por bien no venga, porque, aunque el panorama puede
lucir triste, existe un lado positivo que podemos rescatar de esta
cuarentena: el tiempo que tenemos con nuestros hijos y las
valiosas lecciones que esta situación nos deja.
Con
esta reflexión no se trata de reducir la importancia de esta pandemia por la
que estamos pasando, ni de minimizar las dificultades que tiene cada familia.
Se trata, simplemente, de recordarnos que en la mayoría de las situaciones
existe un lado bueno.
Sé
y soy consciente que hay familias que lo tienen más difícil que otras. Entiendo
que, para alguien como yo, que puede trabajar desde casa, las cosas son más fáciles
que para alguien que deba salir a trabajar fuera, tanto en lo económico como en
lo mental. El encierro puede llegar a ser muy duro, y la incertidumbre
puede llegar a hacernos sentir que perdemos la cabeza.
Pero,
como lo he dicho al principio, aunque el panorama no luce muy
esperanzador, también de esta difícil experiencia podemos tener
cosas positivas.
Si
hay algo positivo que ha traído esta cuarentena, es que muchas familias estamos
teniendo algo que con el ritmo de vida actual cada vez sucedía menos: tiempo de
calidad con los nuestros. Al permanecer en casa, estamos re-conociéndonos,
compartiendo tiempo juntos y valorando a quienes más amamos.
Creo
que, a pesar de todo, estamos teniendo una oportunidad maravillosa, al poder
tener a nuestros hijos a nuestro lado, a disfrutarlos, a descubrir con ellos, a
soñar e imaginar. A tener momentos en familia, que no podríamos tener si no
tuviéramos que estar encerrados. Así que valoremos a los nuestros y el
tiempo que se nos ha regalado a su lado, aunque no sea en la mejor de las
circunstancias.
La cuarentena, también nos ha obligado a recordar algo que muchas veces solemos olvidar: todos estamos juntos en esto. Todos vivimos en el mismo planeta. Podremos provenir de distintos países, de distintas culturas, creencias y religiones. Pero ahora, es momento de entender, que protegiéndonos unos a otro es como saldremos adelante.
Algo
que también nos ha dejado la cuarentena, es el aprender a valorar las
pequeñas cosas, tanto las que hoy tenemos, como las que no. A ser agradecidos y
darnos cuenta que incluso en medio de estos momentos llenos de angustia, hay
cosas que pueden no parecer tan grandes, pero que si vemos con detenimiento
tienen mucho valor:
El
tiempo con nuestros hijos, escuchar sus risas, sentir sus abrazos, dormir a su
lado, jugar y aprender con ellos, escuchar esas preguntas inocentes, los gestos
de cariño que tienen con nosotros, las llamadas telefónicas a aquellos que no
están a nuestro lado.
Y
también, aquello que en este momento no podemos tener: los paseos por el jardín,
el olor de la panadería que está llena de pan recién horneado, el murmullo de
los coches por la calle, las risas de los niños en el patio de la escuela, los
momentos con nuestros amigos, la sonrisa de un extraño al coincidir por la
calle. Cosas que muchas veces damos por sentado, pero hoy no
podemos tener.
Así
que aprendamos las lecciones que este encierro nos está dando. No estemos preocupados
por mantener a nuestros hijos ocupados con largas rutinas todo el día. Que no
dejen de aprender sí, pero no solo lo académico. Intentemos ver el
lado positivo, relajémonos con nuestras familias, disfrutemos de la lluvia y el
brillante azul del cielo por nuestra ventana.
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