Sandra Gómez
Estimado lector, a unas semanas de la Navidad, algunos
recordamos los “mejores” objetos recibidos por motivo del nacimiento de Jesús
de Nazaret.
En algunas ocasiones, quienes dan los regalos
únicamente lo hacen como parte de una costumbre, por lo que ocasionalmente se
obsequia lo que tradicionalmente se ha visto como en “buen obsequio”; la niña
lo recibe y no es instruida en su uso; algunas personas asumen que el sentido
común es inherente al nacimiento, y esto no es así; debemos recordar que el
desarrollo del pensamiento y por tanto la toma de decisiones “con sentido”;
forman parte de un entrenamiento, que en los primeros años de vida del niño se
circunscriben a su entorno inmediato, es decir la familia con quienes
interactúa. Es a lo que los especialistas llamamos pensamiento concreto del
infante, que se va desarrollando en la medida que se le enseña y se le pide que
observe y reflexione a su correspondiente nivel cronológico. En otras palabras,
la mera imitación no es suficiente para la adecuada toma de decisiones. Muchas
veces escuchamos que particularmente los niños hacen lo que ven, pero no nos
tomamos el tiempo de enseñarles las diferencias entre por ejemplo el agua para
beber y el agua para lavar los trastes o el agua para regar el jardín; el niño
puede verla igual, y su visión será correcta, sin embargo, en pocas ocasiones
el agua para el lavado o riego es apta para el consumo de personas o animales.
De esto trata la historia que les comparto hoy.
Regalo #1. El jueguito de Té, para Zaza de poco menos
de dos años. Cuenta la historia que en
una reunión de fiestas de fin de año la hermosa nenita, estaba en casa cuando
llegaron sus tíos de visita; le preguntaron que le había traído “el niño Dios”
y ella acerco una muñeca y su bolsita con el juego de té; la plática de los
adultos entre acalorada y recordando todos los sucesos del año a la niña no le
hacían caso, ella empezó a llevar agua en sus tacitas y empezó a compartir
entre los invitados, algunos le dieron el sorbo y tomaron el agua… uno de los
tíos le dijo “Zaza está muy fresca el agua, me puedes dar más”, a lo que la
niña llego con sus tacitas con la nueva agua, que el tío abuelo Nacho bebió. En ese momento la madre de la niña reflexiono…
¿Zaza, de donde ha traído el agua? Pensando ella que el agua para beber en la
cocina no estaba a su alcance; y la beba señalo un lugar…, la joven madre
incrédula le dijo haber Zaza, !Llévame a ver de dónde haz llenado las tacitas!,
y la niña la condujo al baño, aun ahí la madre observo que no estaba puesto el
banquito para lavarse las manos y le dijo, haber Zaza, llena una tacita para
mí; la niña cogió la tacita y la introdujo en el inodoro y la saco “llenita”;
ella se soltó riendo a lo que fueron a verla los familiares quienes en ese
momento estaban en la sala…
Reflexión: muchos de los regalos que damos, asumimos
que van a hacer un buen uso con ellos, del juego de té, ¿qué de malo podría
ser?, y en efecto el juguete en sí no es malo sino el uso inadecuado, me queda
la duda si la niña habría tomado en otras ocasiones agua del inodoro, entre
otras preguntas de seguridad de esa bebita.
Los niños no nacen sabiendo, es importante cuidarlos,
en las fiestas es común que existan muchos accidentes, en algunas de las
ocasiones terminan en tragedia. Los accidentes que podrían haberse evitado,
como envenenamiento, estrangulación por objetos, quemadas, intoxicación,
lesiones y hasta la muerte.
Somos los adultos alrededor quienes debemos asumir
nuestra responsabilidad de su integridad física y emocional. También debemos
hacernos responsables de su seguridad lo que incluye el correcto uso de los
“juguetes” a su alcance.
No dejes de compartir, es un derecho del niño la protección
de su integridad física, mental y emocional. Hasta la siguiente historia de los
regalos de Navidad. Felices Fiestas; disfruta con responsabilidad.
Comenta, comparte y sensibiliza. Recuerda que el
sentido común es el menos común de los sentidos.
Dra. Sandra Gómez Patiño.
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