Víctor Hugo Prado
Este 7 septiembre dio inicio el proceso electoral 20-21, con
el que se renovará la Cámara de diputados, integrada por 300 diputados que
serán electos por el principio de mayoría relativa y 200 por el principio de
representación proporcional. Se elegirán, además, 15 gubernaturas, 30 congresos
locales y 1,926 ayuntamientos del país, en lo que será la elección más grande
en la historia de México a realizarse el 6 de junio del próximo año.
De acuerdo con la información vertida por el Consejero
Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) en estas elecciones están
convocados casi 95 millones de electores registrados, lo que representa cinco millones
de personas más que en 2018. Se
instalarán 164,550 casillas electorales, casi 8,000 más que en la última
elección federal.
El
INE en los próximos meses habrá de visitar a unos 12 millones de ciudadanos en
sus domicilios con el fin de reclutar a cerca de 1.5 millones de funcionarios
de casillas que permita a los ciudadanos votar. En el proceso organizativo de
la elección somos responsables, el INE como autoridad ejecutiva electoral, los
partidos políticos, los ciudadanos y las autoridades jurisdiccionales que
habrán de resolver los conflictos que entre partidos e INE no puedan satisfacer
por falta de atribuciones o por interpretaciones equívocas de la norma
electoral.
Todos
somos responsables de llevar a buen puerto una elección transparente, democrática,
equitativa, legal, justa e impecable no solo por su organización, sino por la
garantizar el derecho de los ciudadanos a elegir a sus autoridades y
representantes. Lo denunciado y visto el mes pasado con en financiamiento al
PRI en la campaña presidencial de 2012 por la vía de PEMEX o los sobres con
dinero que recibía el hermano del presidente para “apoyar el movimiento” son
hechos que enturbian las elecciones, se incurre en prácticas ilegales que
terminan afectando la endeble democracia mexicana.
Un
grave problema de nuestra débil democracia es el desencanto que vive el
ciudadano común de mantenerse al margen de los asuntos públicos, entre ellos
los procesos de elección de sus autoridades, al marcar un distanciamiento entre
ciudadanos y políticos, y por ende dejar la política solo en los políticos.
Cuando la política es un asunto de todos.
Fernando
Savater, en algún momento ha afirmado en relación con la participación de los
ciudadanos en la vida pública que
“esa idea de que los políticos son sectarios, olvida que los políticos somos
nosotros, y que los políticos que hay ahora en ejercicio son nuestros mandados,
y que, si son malos, manipuladores y corruptos, nosotros tampoco quedamos en
buen lugar y permitimos que manden; porque no nos ofrecemos como alternativa
para sustituirles”. Frente a lo que se viene no nos podemos quedar sentados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario