Pedro
Vargas Avalos
Las
diferencias en nuestra nación ya no son a nivel de ideologías y partidos
políticos; ni están siquiera entre los dueños del capital y las autoridades,
sino que ahora se han ampliado a los niveles de gobierno: gobernadores contra
el presidente, y gobernadores entre los mismos gobernantes. Esto arrastra a grandes
sectores de la población y como resultado nefasto, se radicaliza la
polarización entre los mexicanos, lo cual es incomprensible e indeseable.
Que
los institutos políticos tengan sus diferencias, en muchos casos abismales, es
natural; pero eso no significa peligro para el país, pues la lucha por el poder
contempla ese panorama de diferencias. Por medio de la democracia se dirimen
tales diversificaciones y todo sigue adelante.
Que
los capitanes del dinero (no todos, por cierto) tengan forcejeos con el
gobierno, específicamente con el federal, es algo esperado cuando el poder
público lo detentan por mandato popular, fuerzas de izquierda, como es el caso
actual de nuestra República, donde se libra soterrada disputa entre el poder
económico y el poder político. Es una versión semejante a la pugna que se
sostuvo en el siglo XIX, entre el clero y el gobierno, lid que llevó a la
Reforma y se quedó para siempre. Al menos eso consideramos nosotros y la
mayoría de nuestros conciudadanos.
Pero
desde hace tiempo, surgieron ciertas corrientes entre la clase gobernante, que
los fue contraponiendo entre sí, y ahora tal parece que cuando más unidad
nacional se necesita, se pretende fracturar a la República. Y todo por la
ambición y el dinero, por más que se argumente la justicia, la inequidad y las
diferencias ideológico-políticas.
La
decena de ejecutivos estatales autodenominados “federalistas”, abrieron las
discrepancias y llegaron a las hostilidades frente al gobierno federal. Los
adjetivos que le endilgan a éste, son impulsivos: “Si AMLO sigue sin escuchar a
la Alianza, ocasionará el rompimiento”, afirmó desde Monterrey el controvertido
“Bronco”, Jaime Rodríguez. Alfaro, desde la Perla Tapatía expresó que el
gobierno nacional: “nos ignora, ataca, insulta y nos quita lo que nos
pertenece”. Silvano Aureoles, el michoacano despistado, señaló de “centralista,
autoritario y tiránico” a López Obrador. Por su parte, Francisco García Cabeza
de Vaca, mandatario tamaulipeco, subrayó
que AMLO busca confundir al incluir todo
en la corrupción; el priísta colimense
Ignacio Peralta, planteó respeto hacia su Estado; el panista Javier
Correa, obsesionado por lo del agua, exigió se resuelva el asunto del Tratado
Internacional de Aguas México-Estados Unidos, y así los demás gobernadores de la Alianza
Federalista indicaron algún cuestionamiento, denotando todos que cuando hablan
de este tema (el federalismo), lo que acreditan de plano, es su poco
conocimiento sobre ese sistema gubernamental. En plata pura, lo que quieren es
más poder y dinero, amenazando con salirse del Pacto Fiscal (que no del Pacto
Federal) sino se le complace al respecto.
Por
su lado, el Presidente les contestó el martes 27 de octubre: del Pacto Federal
no se puede salir nadie si no se hace una reforma constitucional al respecto;
sobre el asunto de los recursos, remarcó que no se les debe un centavo a los
Estados, que todo lo que contempla la Coordinación Fiscal está cubierto, y que
más bien, escarbando al respecto, varias entidades federativas salen debiendo;
finalmente les pide que antes de actuar, consulten a sus gobernados, recomendándoles
que “se enseñen a mandar obedeciendo”. Alfaro y Aureoles, prontamente
respondieron que harían consultas ciudadanas para saber si el pueblo se quería
salir de la Federación. (Hernán Gómez, La Octava, 29 octubre 2020).
Para
el morenista jalisciense Alejandro Puerto, la actitud de Alfaro es un
despropósito y busca proyectarse políticamente dentro y fuera del Estado. Sobre
ese mismo asunto, Mariana Fernández, diputada local priísta, indicó que no
tiene el gobernador Alfaro integrado su Consejo de Participación Ciudadana,
necesario para convocar consultas populares, agregando que solo sería un gasto
innecesario pues a nadie obligaría, menos al gobierno federal. Un diputado
federal emecista, Tonatiuh Bravo Padilla, defiende a capa y espada lo que el
“gober” de Jalisco dice, revelando sus compromisos del momento.
Algo
muy revelador es lo que sostiene el analista Mario Campa, quien afirma que si
Jalisco (y esto es aplicable a sus compañeros aliancistas) se saliera del Pacto
fiscal, sería como darse un balazo en el pie, pues la mayor parte de su
presupuesto proviene de la Federación.
Lo
malo de todo este enredo, es que siete mandatarios provenientes del partido del
presidente (MORENA) donde se incluye a la poderosa ciudad de México, se
agruparon para defender la postura de AMLO y criticar a los “federalistas”, manifestando
que: “la dificultad electoral que enfrentan en sus Estados”, por las elecciones
del año venidero, los lleva a “una desesperada acción por llamar la atención”.
Siguen diciendo que esos “aliancistas” “no quieren entender “que nuestro país
se encuentra en una nueva realidad política a partir del voto popular expresado
en las urnas”, en 2018. Exhortan a los mandatarios estatales para que se
ajusten a la situación crítica que padece la nación por la pandemia, admitan
que los recursos se deben aplicar proporcionalmente para evitar que haya
regiones muy desarrolladas y otras demasiado atrasadas, y que por ello se
ajusten al principio republicano de que “no puede haber un gobierno rico y
privilegiado con pueblo pobre”.
Finalmente,
tenemos a un tercer conjunto integrado por 16 entidades federativas, en las
cuales, reconociendo la situación vigente como distinta a la de épocas pasadas,
conforme la voluntad ciudadana se patentizó en los comicios pasados, impera la
moderación; para ellos, se debe dar primerísimo lugar a la negociación, la
política y el diálogo, para caminar unidos y encarar positivamente los grandes
retos nacionales. Esta actitud, es la más adecuada y el sendero sobre el cual
deberían andar todos los actores políticos de la República.
Es
tiempo, ahora más que nunca, de unidad nacional, no sembrar divisiones y mucho
menos gestar enconos. La democracia da opciones para corregir rumbos cuando es
menester. A ella debemos apegarnos, y si lo sabemos hacer, daremos a México la
certeza de que pronto saldremos de esta crisis, y lo haremos más robustecidos
para poder ampliar el horizonte de nuestra patria.
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