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sábado, 17 de octubre de 2020

Tradición fe y gratitud josefina, parte 3

 


 

Un momento por favor                

J. Jesús Juárez Martín

 

 


¡Ah! 1985, es presente en nuestro aterrado recuerdo, eran las 7:19 de la mañana la ciudad de México ya había despertado al dinamismo de cada día reciente... en Guadalajara las secundarias ya iniciaban sus clases y el inquieto Jorge cundo desayunaba “¡Mira papá! La lámpara se está moviendo” --¡Date prisa... y deja que se mueva, porque llegamos tarde a la escuela! Oyendo, sin escuchar, minimizando el aviso, porque en la ciudad apenas si lo sintieron pocos tapatíos, aunque, cayó un techo sobre los autos que se exhibían por Lázaro Cárdenas y la Calle Colón, quedando averiados...  En Ciudad Guzmán el sol no iluminaba aun las torres del Templo Parroquial, cuando el fuerte sismo sacudía la población, las torres se derrumbaron y las casas quedaron destruidas el sesenta por ciento porque eran antigua, de adobe y teja;   el treinta por ciento de las fincas resultaron con daños,  sólo el diez por ciento no mostraron daños, y Ciudad Guzmán es población  con una historia singular de movimientos telúricos, como hemos dado una breve relación,  1749, 1806, 1985 que resultan los emblemáticos por la asociación de religiosidad del pueblo y la protección del Señor San José, desde hace 283 años y se atribuye como causa la cercanía al Volcán de Colima y una falla geológica. En resumen, numérico 35 muertos, de los 33000 damnificados pobladores y el drama que vivían y recordaban con las torres derruidas, apenas terminadas y que lucieron enhiestas por 32 años. El Sr. Juan Manuel Preciado grabó un excelente testimonio de aquellas patéticas escenas con narración meridiana dando cuenta de la tragedia, sin embargo confiaba en la recuperación de la catástrofe que sufrían en esta Ciudad Guzmán.


Este gran temblor del 19 de septiembre de 1985 en la Diócesis Guzmanopolitana de 8.1 de magnitud en la escala de Richter, pareció confirmarle su mayoría de edad a los trece años de erigida y es que el sufrimiento madura sentimientos y existencias. Este Pueblo de Dios, volvió a refrendar su Juramento de Lealtad, Veneración y Fe al Señor San José, ante su Pastor, el Pueblo Josefino por antonomasia, después del citado “Gran Terremoto,  casi Destrucción Total a la Comunidad”.





Entre lo más significativo de la identidad zapotlense, están sus danzas y música ritual prehispánica que nos alcanza en este siglo XXI, con un resurgimiento, después de una disminución de 1970 al año 1990. En las fiestas de octubre del 2016 fueron más de treinta las cuadrillas entre sonajeros y danzas, lo cual es un fortalecimiento evidente y algunos contingentes con más de dos centenares de miembros.


A toda la región llegaron españoles después de 1522 con familias recibiendo mercedes de tierra con ganado y caballerías, Tuxpan era en el siglo XVI Alcaldía Mayor sin olvidar la fundación de Santa María de la Asunción de Tzapotlán el 15 de agosto de 1533, por Fray Juan de Padilla.


Los “encendios, las danzas” permiten la pervivencia de sus costumbres; en 1747 la llegada de las esculturas, el temblor del 22 de octubre de 1749 son momentos claves para las costumbres dancísticas y la música al proclamarlo Protector de terremotos y todas las calamidades naturales. Se le honra en forma especial en el novenario del 14 al 22 de octubre. Los “ensayes” se realizan por barrios y calles donde se reúnen las cuadrillas y los ofrecen a vecinos, siempre con la devoción al Patriarca, María y Jesús desde septiembre, para culminar en las fiestas del novenario días de fiesta del 6 al 22 día de la Fiesta, el 23, culminación  con el recorrido de las Sagradas Imágenes por las calles del recorrido precedido de una docena de carros alegóricos con la historia de la salvación o de veneración al Señor San José, la pernoctación de las imágenes en casa del Mayordomo para volver a Catedral al mediodía del día 24, cerrando por la noche con la elección del nuevo Mayordomo. Salvo este año 2020.


En cada ensayo el sonido agudo de la flauta de carrizo y el golpeteo del tamborcillo de doble membrana, instrumentos esenciales de los sones para realizar la danza convocan la convivencia de vecinos que aplauden los sones, evoluciones, recibiendo al final los sonajeros: tostadas, chile de uña, agua fresca, tacos y los días de fiesta 22, 23 y 24 los platillos regionales mole, pozole, cuachala, sopa de pan, ponche de granada en especial con familias  que los reciben alegres.  

 

Las calles tradiciones de su recorrido precediéndoles una docena de carros alegóricos de la historia de la salvación o de veneración al Señor San José y la pernoctación de las imágenes en casa del Mayordomo para volver a Catedral al mediodía del día 24, cerrando la fiesta con la elección del nuevo Mayordomo por la noche.

 

            

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