Pedro
Vargas Avalos
Los
partidos políticos son esenciales para la vida democrática de los países de
todo el mundo. En esos institutos se gestan los líderes sociales, los
funcionarios públicos y las directrices gubernamentales. En consecuencia, es
sustancial en ellos la búsqueda del poder.
En
nuestra patria han sido trascendentes dichos organismos, legalmente integrados
por ciudadanos interesados en la política. Luego de la convulsionada fase
revolucionaria, que va de 1910 a 1927 (al margen está la Cristíada), sobrevino
la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que teniendo como auto
líder moral al expresidente Plutarco Elías Calles, (mal llamado por sus
paniaguados Líder Máximo de la Revolución) regenteó la vida pública de México
desde su fundación, el 4 de marzo de 1929, hasta prácticamente el año 2000,
habiendo cambiado su denominación en 1938 por el de Partido de la Revolución
Mexicana (PRM) y luego en 1946 por su nombre actual: Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
Esos
setenta años de partido casi único, en los cuales ese instituto tricolor
enarboló sucesivamente el nacionalismo, el socialismo y finalmente el
neoliberalismo, cansaron al pueblo y éste, tras varios esfuerzos por sacudirse
el priato, por fin logró el año 2000 la ansiada “transición democrática”: para
la mayoría de los mexicanos esta etapa fue una decepción, constando de dos
sexenios de panistas en el poder federal (Vicente Fox y Felipe Calderón), lo
cual preparó en 2012, el regreso a la presidencia de la república del reconocido
heredero del PNR y PRM, o sea el PRI. El resultado de ese retorno fue aciago
para la nación, (el sentir popular denomina como prianismo el tramo que va de
Salinas de Gortari a Peña Nieto, incluyendo a los blanquiazules de la
alternancia) lo cual facilitó que, por fin, se diera oportunidad de gobernar a
una verdadera oposición, con ideología de izquierda moderada y nacionalista,
encarnada en el Partido Movimiento (de) Renovación Nacional (MORENA),
registrado como tal apenas en 2014.
El
fundador y primer presidente de MORENA, fue el actual primer mandatario de la Nación,
Andrés Manuel López Obrador, quien arrasó prácticamente en los comicios de
2018, obteniendo la presidencia de la república y su partido político, la mayoría
de las cámaras de diputados y de senadores del Congreso de la Unión, así como
la mayoría de 17 legislaturas estatales, varias gubernaturas (descollando la de
Ciudad de México) y muchos ayuntamientos.
Lo
anterior nos da idea de la suma importancia que para la sociedad mexicana y el
gobierno, significad el partido MORENA, y por lo tanto de su dirigencia nacional.
Esta debió renovarse hace varios meses, pero ante las complicaciones que
surgieron para llevar a cabo la elección correspondiente de dirigentes, la
autoridad intervino electoral y dio la presidencia interina al diputado Alfonso
Ramírez Cuéllar (20 de enero de 2020), a
efecto de que condujera la renovación de la dirigencia nacional. Pero tras
varios problemas internos, de nueva cuenta la máxima autoridad electoral
representada por el Tribunal Electoral Federal, determinó que la sucesión se
haría por medio de dos encuestas: la primera para extraer un cierto número de
aspirantes a la presidencia y secretaría general del partido, y la segunda para
de entre los reconocidos como más destacados, determinar quién será presidente
y quien secretario general, respetando el principio de equidad de género. El
procedimiento fue condenado por el presidente interino del partido, pero a
final de cuentas expresó que acataría el fallo.
La
primera encuesta, en la cual participaron 100 aspirantes (47 para presidente y
53 para Secretario General) se desarrolló del 22 al 28 de septiembre, bajo la
rectoría del INE, por tres empresas especializadas, las cuales entregaron sus
resultados inmediatamente. El pasado 30
se supo quiénes fueron los ganadores para participar en la segunda encuesta,
que se levantará del 2 al 8 de octubre: La Comisión de Prerrogativas y Partidos
Políticos de Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó por unanimidad a Mario
Delgado, Hilda Mirna Díaz Caballero, Adriana Menéndez, Porfirio Muñoz Ledo y
Yeidckol Polevnsky. Para la secretaría general, se avaló del sector femenino
que pasaran a la consulta: Carla Díaz, Silva García, Carmen Gómez Ortega, Paola
Gutiérrez, Martha Hernández, Citlalli Hernández, Blanca Jiménez, Claudia Macías
Leal y Carmen Valdez Salinas. Los aspirantes masculinos para competir por ese
mismo cargo son Francisco Aureoles, Carlos Montes de Oca, Oscar Manuel Montes
de Oca Rodríguez y Emilio Ulloa.
Por
cierto, varios polemistas, como Gibrán Ramírez, Antonio Attolini y Alejandro
Rojas Díaz Durán, de los perfiles más mediáticos de MORENA, y que aspiraban a
los cargos mencionados, no pasaron los filtros, generando acervas críticas a
las encuestas y hasta al partido: como que son malos jugadores y pésimos
perdedores.
Según
los enterados en cuestiones políticas, Mario Delgado, actual líder de los
diputados morenistas en el Congreso de la Unión, es el más adelantado de los
aspirantes y por tanto se considera como amplio favorito. Sin embargo, Porfirio
Muñoz Ledo, tan viejo como acreditado y conocedor, tiene mucha oportunidad de
alzarse triunfante. Yeidckol Polevnsky, la otra más fuerte pretendiente a la
presidencia, no deja de tener opciones. Para la Secretaría General, la verdad
que no hay favoritos y cualesquiera podría ser. Pero quien particularmente
importa es el presidente, quien señalará ruta y método para consolidar a tan
importante partido.
Para
Jalisco es intensamente importante esta sucesión de los morenistas, pues en el
Estado hace falta una firme, integral y penetrante acción para que realmente,
este partido se posicione como una verdadera opción frente al grupo alfarista,
el cual se ha escudado con el partido Movimiento Ciudadano, y que hoy por hoy,
ante la ciudadanía jalisciense no las tienen todas consigo.
La
suerte está echada y para el 11 de octubre se debe registrar a los triunfadores
en el INE. De quienes resulten victoriosos, dependerá si MORENA reafirma en las
urnas el venidero 2021, lo que logró hace dos años, así como si podrá dar los
apoyos necesarios para que el presidente pueda avanzar en su proyecto
alternativo de nación, denominado ahora como Cuarta Transformación. No es pues
descabellado enunciar, que de la sucesión de MORENA, depende en mucho el futuro
inmediato de la nación.
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