Rafael
Martínez Rodríguez
En días
pasados hemos visto como el presidente de la República a emprendió una más de
sus ocurrencias, donde ha puesto en la mesa de debates el tema relativo a
enjuiciar a los expresidentes, mismo que quiere realizarlo con el aval de una
consulta popular para que sean los ciudadanos los que decidan si quieren que se
lleve a juicio a los exmandatarios.
Dicha
consulta fuera de la legalidad fue desastrosamente avalada por el máximo órgano
jurisdiccional de nuestro país, donde se volcó a favor del capricho del
presidente y dejo a los juristas en incertidumbre por tan transcendente
decisión, misma que se traduce en que la aplicación de la ley estará sometida a
los intereses de las mayorías aun sin tener razón.
La
consulta popular fue un fracaso, pues no reunió las firmas necesarias para que
se lograra su objetivo, por lo que el caprichoso del presidente embestido de
terquedad acudió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que avalara
su consulta y todos conocemos el resultado. Ahora bien, México cuenta con un
estado de derecho que si bien es cierto no es el mejor, si está estructurado
para que se lleven a cabo bajos las formalidades de la ley, los procesos
judiciales para llevar ante un tribunal a todo aquel que se le acredite ser un
infractor, por lo que la consulta es totalmente innecesaria, está cargada de
politiquería.
La ley en el ámbito de su aplicación no está
condicionada ni fue puesta en vigor para que previamente a su implementación
sea consultada a la ciudadanía, no se puede someter la ley después de ser
aprobada a una consulta para saber si debe o no debe aplicarse, estamos
retrocediendo años de civilización, pues retornamos a la era de Pilatos donde
en las plazas públicas se exhibían a los supuestos delincuentes y se sometía a
votación para decidir si se castigaba o no las infracciones a la ley.
El Presidente de la República está
desquiciando el sistema de justicia en México, convirtiendo en un circo la ley
y sus instrumentos para su aplicación, se está lavando las manos en enfrentar
con decisión su responsabilidad, se está escudando de los ciudadanos para no
aplicar la ley, se cuelga de su fallida consulta para hacer política de la
manera más vil, usando los recurso de los Mexicanos para hacer promoción
política a su favor y de su partido a costa del desamparo de las minorías de
las cuales pregona estar a su lado.
Tenemos
a un Presidente que no termina de asimilar que las campañas políticas ya
terminaron y que ahora gobierna para todos los Mexicanos, es momento de
recordarle que cuando tomo protesta como Mandatario, juro ante la Nación
guardar y hacer guardar la constitución y las leyes que de ella emanan, y es
así que no necesita de consultas populares amañadas ni manipuladas para llevar
a juicio a los expresidentes, porque mientras el pierde el tiempo y sigue
ilusionando a sus seguidores de que viene a transformar a México, nuestro
vecino del norte sigue en operativos realizando detenciones sin consultarle a
nadie, solamente aplicando la ley como se debería realizar en nuestro país.
La
Presidencia de la República esta desorientada, esta sin rumbo y anclándose a
cualquier circo mediático para sobresalir y continuar con su demagogia, estamos
ante la ineptitud de la aplicación de la ley, y esto nos va a salir caro a los mexicanos,
pues se debilitan las instituciones generando incertidumbre jurídica al ver
sometido el estado de derecho a los caprichos y necedades del presidente,
estamos retrocediendo en muchos ámbitos, pero sin duda este es el peor.
Y
termino con la frase de José María Morelos y Pavo que reza sobre el respeto a
las leyes “Que como la buena ley es superior a todos los hombres, las que dicte
nuestro congreso deberán ser tales que obliguen a la constancia y patriotismo,
moderen la opulencia y la indigencia”.
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