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domingo, 11 de octubre de 2020

Hay avances en el rescate del pescado blanco

 



 

El Volcán/Sader

 

 

Los jaliscienses de cinco décadas o más recuerdan con nostalgia los platillos del pescado blanco de Chapala, una especie actualmente amenazada por diversos factores adversos. Como pez comestible era parte del menú en restaurantes tapatíos, pero sobre todo en los de la ribera del mayor lago de México.



Actualmente el trabajo tesonero de varios años de investigación por biólogos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER Jalisco), ya cuenta con resultados positivos que pudieran augurar el rescate de esta famosa especie con un trabajo especial en el Centro Acuícola de Tizapán el Alto.


El director de Acuacultura y Pesca de la dependencia estatal, Agustín González Zaragoza, expresó que los avances en el estudio de este pez endémico de varios ecosistemas del país, suponen una mejoría en su manejo en condiciones de cautiverio, algo muy importante porque es una especie muy sensible, y por ello se corre el riesgo de que se muera si se le lastima o se le somete al estrés.


El pez tiene un tamaño y peso reducidos (de 100 a 150 gramos, y 25 centímetros de longitud máxima), pero un sabor exquisito al paladar, como en el corte conocido como mariposa, recordó González Zaragoza.


Un factor que juega en contra del pescado blanco es su parecido con el charal en su etapa juvenil, lo que origina que se le confunda y se le capture cuando no tiene la talla adecuada para su consumo.  


El biólogo Alejandro Fernández Huerta precisó que ya son seis años de trabajo sobre este pez, lo que ha traído resultados en una etapa experimental en varios aspectos, como lo relacionado con su ciclo de crecimiento, su alimentación y su conducta reproductiva, entre otros puntos de interés.


Este biólogo puntualizó que puede afirmarse que incluso el pez blanco pudiera ser una especie que tuviera su desarrollo en una granja, pero tiene en su contra un ciclo de crecimiento prolongado de dos o más años que desalienta hacer negocio bajo esta modalidad.


También hizo notar que se ha logrado definir el sexado del pez, lo que significa diferenciar morfológicamente a los machos y las hembras, algo de gran importancia para los individuos logren la mayor producción posible de huevos y con ello incidir en la prolificidad de la especie.





Fernández abundó en que tales avances se resumen en “el sexado, la reproducción, el control de los organismos y sobre todo, en dominar los procesos de manejo de la misma especie, dado que es un poco delicada para el manejo. Podemos decir que tenemos varios lotes de organismos ya nacidos aquí para su engorda y después liberarlos a la laguna”.


Recordó que los individuos originales se obtuvieron a través del apoyo facilitado por los pescadores de charal que supuso una colecta directa de la fauna del lago, lo que se ha replicado con el auxilio de pescadores de varias localidades (Chapala, Tizapán, Mezcala y Jocotepec, entre otras), lo que ha permitido disponer de un banco de genoma de la especie.


Resaltó que ahora el reto es aumentar la escala de producción y tener más dominio del ciclo reproductivo, como para hacer periódicamente liberaciones en el lago.


A su vez, el biólogo Doroteo Barragán refirió que se ha logrado definir el cómo se integra la dieta de este pez, lo que supone microalgas, rotíferos, daphnias, tenebrios (pequeños gorgojos) y otros organismos, lo que se complementa con alimento balanceado altos en proteína, según su fase de crecimiento.     





Dijo que el proceso de crianza controlada es laborioso, tanto en laboratorio, como en las tinas donde crecen, dado que un animal cuando nace mide cuatro milímetros, lo que trae consigo una etapa crítica para su manejo en su periodo de larva a organismo juvenil.   


Para asegurar la sanidad de los peces, indicó que hay que vigilar la calidad de los alimentos y las buenas prácticas en el manejo de las condiciones del agua, como su nivel de salinidad, su temperatura y el PH.


También trajo a colación que se ha logrado controlar la reacción de que los peces se autoagredieran como respuesta al estrés y se estrellaran contra la superficie de las tinas, lo que se ha evitado con base en llevar a los peces al cautiverio en diferentes épocas del año.


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