Sandra Gómez
Estimado lector, no podemos mencionar a la voz y dejar
de lado al vocabulario. Cada grupo de palabras tiene su propio peso histórico,
social y cultural; se sabe que en cada lengua se piensa diferente, es decir que
quien aprende otros idiomas (lenguas) está listo a abrir la MENTE.
De acuerdo al Diccionario de las Ciencias de la
Educación, “VOCABULARIO, del latín vocabulum,
vocablo. Para evidenciar el valor educativo del vocabulario y consecuentemente
sus objetivos didácticos, basta exponer su valor e importancia para el
desarrollo intelectual. El vocabulario es un receptáculo de ideas. L.M. Terman
y V. García Hoz afirman que es el factor que presenta mayor correlación con la
inteligencia. Presenta, además, correlación positiva con la memoria, solución
de problemas, conocimientos sociales y manuales.
Los contenidos mentales se expresan en contenidos
lingüísticos, y forman la estructura de la vida mental. El vocabulario tiene
una función directora de la experiencia, pues solo tras las experiencias
vitales se obtiene el pleno sentido de la palabra.
La adquisición del vocabulario es progresiva, y en
ella inciden la familia y la escuela como factores del incremento del mismo y
el tipo de este vocabulario puede ser culto, popular u otros.
El vocabulario se puede considerar de dos tipos, el
vocabulario activo o de expresión y el vocabulario pasivo o de comprensión.
Establecer un PROCESO de paso del pasivo al activo es tarea de la didáctica del
vocabulario.
La selección del contenido del vocabulario debe
tomarse en cuenta que es la preparación para la vida futura es decir como un
agente de cambio socializador; por otra parte, el vocabulario conforma una
parte psicológica, es decir que, a través de la internalización y uso del
vocabulario, el sujeto desarrollara con él sus estructuras mentales y
estrategias de aprendizaje” (p. 1407).
“El lenguaje
es la capacidad específicamente humana de comunicar emociones, deseos e ideas
mediante los signos orales y escritos. El lenguaje verbal, como sistema de
signos, se manifiesta de manera diversa en distintas comunidades. Cada una de
esas manifestaciones lingüísticas recibe el nombre de lengua o idioma. El
objetivo inmediato de la didáctica del lenguaje es la formación intelectual,
dada la íntima relación entre lenguaje y pensamiento, reflejada por la
naturaleza misma del signo lingüístico (significante y significado)” (pp. 857-858).
“El amor en pedagogía aparece ligado al tema de la
relación educativa y, por tanto, al de las características personales del
educador y del educando. Ha sido considerado, en toda tradición humanista de la
pedagogía, un elemento fundamental para la creación del clima educativo optimo
en el que podría tener lugar la más eficaz y autentica educación.
Se debe concebir a la educación como un proceso
intencional por parte del educador de potenciar, guiar, fomentar… el desarrollo
de las posibilidades latentes del alumno, cobraría importancia el amor
pedagógico como disposición humana positiva del educador, por una parte, hacia
la realidad actual del educando y, por otra, hacia los valores a los que se
orienta la educación” (pp.
81-82).
Reflexión. Los docentes debemos tener amor hacia la profesión y
hacia el educando, este debe ser entendido en el sentido amplio. Las formas de
expresión del amor tienen una relación directa con las cualidades de la voz
como la entonación, uso de pausas, expresividad, ritmo, interpretación,
dicción, tono; que se pueden observar al prestar atención a las cualidades
físicas como la fuerza, la resistencia, la velocidad (gestual y del
desplazamiento), la flexibilidad.
Lo que se dice (vocabulario) y como se dice
(cualidades de la voz), observan una relación directa con la expresión del amor
a la enseñanza. Muchas veces se ofende
con la forma de hablar más que con la palabra en sí. Esto se refiere al uso
del tono y lo que dijo, ¿qué entendí?, ¿qué me hizo sentir?; las
emociones importan en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
El ritmo por su parte, puede cansar y desmotivar o en
cambio estimular. El volumen también tiene su propia fuerza y contribuye
a la adecuada enseñanza, debe ser adecuado al espacio físico y/o medio de
comunicación; asimismo, el volumen puede ser percibido como ofensivo en algunos
casos.
No basta con tener amor a la enseñanza, hay que
dominar las cualidades de la voz y tener un vocabulario activo que pueda
trasmitir emociones positivas a la vez de modelar conductas adecuadas para el
auto aprendizaje de los educandos. Los maestros son modelos, y sus expresiones
importan y dan significado a lo que dice por la forma en que lo expresa, tanto
en la expresión oral como en la expresión escrita.
Le invito a revisar su vocabulario, realizar una
autocrítica y comprométase a su mejora continua. El camino más sencillo para
ampliar el vocabulario es el dominio de los sinónimos y antónimos, acérquese a
ellos y promuévalo en clase; asimismo le invito a conocer otras lenguas, eso
fomenta el pensamiento divergente y la mente creativa. Hasta la siguiente
historia de vida, comente y comparta. Dra. Sandra Gómez Patiño.
Referencia: Diccionario de las Ciencias de la Educación. (2002).
Santillana, México D.F. México.
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