Las Personas y sus Conductas de Buitres, ¿Conoces a Alguien así?

 

 

Sandra Gómez                                                                                               

 

 

Estimado lector, con el fallecimiento del señor Manuel “el loco” Valdez el pasado 28 de agosto, vinieron a mi memoria algunos casos que en su momento fueron motivo de consulta psicológica. A este capítulo lo llamaremos “los buitres”. 

De acuerdo con Wikipedia, “los buitres son aves rapaces del orden Falconiformes que suelen alimentarse especialmente de animales muertos, aunque a falta de estos, son capaces de cazar presas vivas. Los buitres se encuentran distribuidos por todos los continentes con pequeñas excepciones. Los buitres del nuevo mundo son siete, dos grandes condores, Vultur y Gymnogyps; el asombroso buitre real, Sarcorhamphus cuyo plumaje es pardo y blanco, con piel desnuda en la cabeza y del cuello de vivos colores anaranjados, azules y purpuras; el buitre de cuello rojo, Cathartes, y el zopilote (coragys atratus), ave de pequeño tamaño y muy abundante. Todos se alimentan de carne, pero parece ser que el ultimo come también vegetales podridos o muy maduros”.

Hoy escribo de los “zopilotes humanos”, que en algunas familias abundan. Es mi costumbre contar historias reales, y hoy no es la excepción; lo interesante es que de este modelo “buitre” tengo más de una historia.

Caso #1: Mujer de aproximados 35 años casada con tres hijos(as) (15, 12, 9 años). El motivo de la consulta, era un problema con su esposo a quien decía amar, pero que el daba prioridad a su madre que a ella y sus hijos. Después de escucharla por casi dos horas, le dije que para la siguiente sesión viniera con su esposo. Llego la siguiente cita y por una hora ella estuvo hablando de la situación, y él se mantuvo escuchando; cuando le cedí la palabra él me dijo: No siempre hemos vivido con mi mamá; yo trabajo 16 horas diarias y aun así me resulta difícil que no nos falte nada en casa; ella no sé qué hace con el dinero pero no nos alcanza; mi padre murió hace unos meses, nosotros vivimos desde hace años en el terreno de mi familia, en una casita en la parte de atrás, y ahora que mi padre falleció mi madre nos dijo que podemos compartir su casa y rentar la nuestra para que yo tenga más ingresos. Ella quiere que mi madre se mude de “su casa” y yo no puedo pedirle eso, porque nosotros somos los que nos cambiamos a la casa de mi mamá; la casa es de mi madre. Si mi esposa quiere, nos devolvemos a nuestra casa, pero ¡Yo no voy a sacar a mi madre de su casa!

De más está decirles que al darle la razón al esposo, la señora Buitre cambio de psicóloga.  En fin, mi trabajo es escuchar, hacer preguntas y decir lo que realmente pienso y ayudar a buscar soluciones para “salvaguardar la familia”.

Con honestidad les digo que, en la primera sesión, realmente le creí a la señora, ya que me pinto a una suegra que ponía reglas claras de orden y limpieza con las que ella no estaba de acuerdo, en otras palabras “la suegra metiche”, y un esposo que no la atendía (…). Que equivocada pude haber estado al escuchar solamente hechos sin contexto. La esposa nunca menciono lo que el esposo dijo. Desde luego estos son un fragmento de las sesiones. Antes de opinar debemos estar dispuestos a escuchar sin juzgar, a ver los hechos y conocer el contexto. En este caso la suegra todavía no tenía necesidades de cuidados especiales, era una persona aun fuerte y de carácter lo que le permitía incluso poner límites. De este hijo se debe sentir orgullosa, de esa nuera “ni hablar”.

De la muerte del “suegro” quería aprovecharse para despojarle de “la casa grande”, además quería “deshacerse” de su suegra, de ahí que la compare con un zopilote. Muchas personas no valoran las horas extra que su esposo debe trabajar mientras ellas en casa no son capaces ni de cuidar los recursos, ni de tratar bien a los seres queridos de su esposo e hijos.

Este no es un caso aislado, de verdad les digo que para salvaguardar a una familia así hay que trabajar con todas las personas involucradas; las conductas como esta fracturan las relaciones intrafamiliares. Algunas veces se debe a que las personas se sienten con derechos y no con obligaciones. El contrato matrimonial se debe renovar en la medida de que las situaciones familiares cambian; por ejemplo, tal vez al principio no era necesario que ella trabajara, pero las situaciones se van modificando y es probable que sea tiempo de que se “ocupe” de generar recursos y aprenda a cuidar lo que llega a casa.

En las etapas de crianza de los niños la presencia de la madre o cuidadora es muy importante; pero las necesidades de los hijos varían y ellos también deben aprender a cooperar en todos los sentidos por el “bien de la familia”. ¿Cuántas horas quieres que tu esposo este en casa para compartir con ustedes?, que representa esa situación en dinero, ¿Qué tal si entre los hijos y la esposa generan ese dinero, y así dan la oportunidad para que el esposo comparta?; muchas familias únicamente saben de derechos y no de obligaciones. Los temas económicos deben formar parte de los acuerdos y deben ser enterados los hijos para hacerlos conscientes y que no desperdicien los recursos como la comida, ropa, agua, etc. y cooperen. Esa cooperación va desde ser excelentes estudiantes, aprovechar la oportunidad de la preparación académica y la realización de las tareas domésticas, además de trabajar fuera de casa en vacaciones y/o fines de semana.

Los hijos aprenden de lo que viven, si esta madre sigue manteniendo una inadecuada relación con su suegra, no sería extraño que sus hijos la sacaran de su casa más adelante.

No pidas a otros lo que tú no estás dispuesta a dar.  Hasta la siguiente historia de vida, Dra. Sandra Gómez Patiño.