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lunes, 7 de septiembre de 2020

Eternos parásitos



 



Juan José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán

 

 

Ahora que las fuerzas políticas del país, representadas por los partidos que tienen una curul en el Senado y en el Congreso Federal, es decir senadores y diputados federales, que se estaban peleando la presidencia, en este caso del Senado de la República, quedó de manifiesto que en esta institución siguen permaneciendo muchos de los mismos “representantes” de los estados, como presuntamente son los senadores, y del pueblo, por parte de los diputados federales, siguen pegados, como parásitos que son del sistema, del hueso y del presupuesto, tienen en su mente el dicho que dice: ”Político pobre, pobre político”, y nadie quiere vivir como pobre, pero sólo velan por sus intereses, del grupo al que pertenecen o cumpliendo instrucciones del sistema de gobierno que predominó tantos años.


            Y en los estados pasa lo mismo, los congresos estatales tiene como integrantes a personas que han medrado con el cargo y del presupuesto desde hace muchos años y, por lo que vive la mayor parte de los ciudadanos por tener eternamente los mismos “representantes populares”, tanto en los congresos estatales o de la unión, se tienen los resultados en cuanto a pobreza, falta de aplicación de la ley, impunidad e inseguridad, se debe, en mucho, a lo que unos y otros hacen en el desempeño de sus funciones; nada útil para la mayoría de la población del país.


            Esto no es nuevo, hay obras, litografías, del muralista guzmanense José Clemente Orozco, en donde de manera crítica plasma lo que eran y siguen siendo, en su gran mayoría del pasado y del presente, senadores, diputados federales y diputados locales. No tengo el dato o fecha en que el pintor plasmó su sentir, su crítica en las citadas litografías, que por cierto se depositaron o confiaron, y de hecho colgaban de las paredes de la sala de regidores en la Presidencia Municipal de Ciudad Guzmán, de donde desaparecieron hace algunos años ya, quién sabe dónde hayan sido depositadas, tienen su valor no tan sólo porque sean, aunque copias de obras de Orozco Flores, sino lo que ellas se representa, tal vez molestó a castos funcionarios públicos y por ello las quitaron.


            Lo que se vivió muy recientemente con los dimes y diretes entre los grupos del Senado de la República, donde el vocabulario que exhiben algunos pondría rojo a un veracruzano nacido en Alvarado, con todo el respeto que me merecen los veracruzanos, confunden el recinto oficial del senado o del congreso de la unión en pocilgas, donde pueden manifestar sus exabruptos validos del cargo que tienen, se siente inmunes, intocables y de hecho son intocados, la poca crítica que se hace de su proceder no les hace ninguna mella en su “investidura”, indica que nada o muy poco ha cambiado a esos niveles.





            No son en sí servidores públicos, son vividores públicos, parásitos de un sistema que debe acabarse ya, antes de que acaben con las riquezas y bienes de un país y con la buena voluntad, la paciencia que han manifestado la mayoría de los mexicanos hasta ahorita, cuando cada vez y por primera vez, se están conociendo las raterías que han hecho de los bienes públicos, traducidas en dinero o empresas que eran parte del patrimonio de la Nación, ahora en manos de particulares que se benefician con el juego sucio seguido por los partidos y los políticos de ellos emanados, patrocinando con recursos que les reditúan ganancias que ni en el país más desarrollado del mundo tiene persona o funcionario público alguno.


            Hay más que decir sobre el tema, pero por hoy baste esto y que los ciudadanos comiencen a tomar conciencia de que sin su participación y su exigencia la situación no cambiará. Hay que dejar de mantener la postura de dejar hacer y dejar pasar que hasta nos han inducido y que muchos, dócilmente, han seguido. Por ello no hay político pobre, rifa el refrán.

             

 

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