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jueves, 10 de septiembre de 2020

El inicio del proceso electoral 20-21

 


 

Víctor Hugo Prado

 

 

Este 7 septiembre dio inicio el proceso electoral 20-21, con el que se renovará la Cámara de diputados, integrada por 300 diputados que serán electos por el principio de mayoría relativa y 200 por el principio de representación proporcional. Se elegirán, además, 15 gubernaturas, 30 congresos locales y 1,926 ayuntamientos del país, en lo que será la elección más grande en la historia de México a realizarse el 6 de junio del próximo año.


De acuerdo con la información vertida por el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) en estas elecciones están convocados casi 95 millones de electores registrados, lo que representa cinco millones de personas más que en 2018. Se instalarán 164,550 casillas electorales, casi 8,000 más que en la última elección federal.


El INE en los próximos meses habrá de visitar a unos 12 millones de ciudadanos en sus domicilios con el fin de reclutar a cerca de 1.5 millones de funcionarios de casillas que permita a los ciudadanos votar. En el proceso organizativo de la elección somos responsables, el INE como autoridad ejecutiva electoral, los partidos políticos, los ciudadanos y las autoridades jurisdiccionales que habrán de resolver los conflictos que entre partidos e INE no puedan satisfacer por falta de atribuciones o por interpretaciones equívocas de la norma electoral.


Todos somos responsables de llevar a buen puerto una elección transparente, democrática, equitativa, legal, justa e impecable no solo por su organización, sino por la garantizar el derecho de los ciudadanos a elegir a sus autoridades y representantes. Lo denunciado y visto el mes pasado con en financiamiento al PRI en la campaña presidencial de 2012 por la vía de PEMEX o los sobres con dinero que recibía el hermano del presidente para “apoyar el movimiento” son hechos que enturbian las elecciones, se incurre en prácticas ilegales que terminan afectando la endeble democracia mexicana.


Un grave problema de nuestra débil democracia es el desencanto que vive el ciudadano común de mantenerse al margen de los asuntos públicos, entre ellos los procesos de elección de sus autoridades, al marcar un distanciamiento entre ciudadanos y políticos, y por ende dejar la política solo en los políticos. Cuando la política es un asunto de todos.


Fernando Savater, en algún momento ha afirmado en relación con la participación de los ciudadanos en la vida pública que “esa idea de que los políticos son sectarios, olvida que los políticos somos nosotros, y que los políticos que hay ahora en ejercicio son nuestros mandados, y que, si son malos, manipuladores y corruptos, nosotros tampoco quedamos en buen lugar y permitimos que manden; porque no nos ofrecemos como alternativa para sustituirles”. Frente a lo que se viene no nos podemos quedar sentados.


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