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jueves, 6 de agosto de 2020

“Los trapos sucios se lavan en casa”



Sandra Gómez

 

 

  Estimado lector, para dichos los mexicanos somos muy buenos; la frase que seguramente has escuchado es muy popular en nuestra cultura. En lo personal la escuche de mi madre al referirse a que las personas a nuestro alrededor no tienen por qué saber cómo vivimos.


            Permítame explicar la frase en relación a los temas de escuela para padres (EP) y salud mental. Cuando somos niños lo que vivimos al interior de nuestra casa es “lo normal”; y aun si hay abuso físico, verbal o moral dentro de esas paredes, la consigna es: “ni una palabra a nadie”, “los trapos sucios se lavan en casa”.  Los padres generalmente no prestan atención a las señales de alerta de sus hijos o hijas, minimizan las acciones de otros familiares y no permiten que el niño o niña señale como infractor a alguna persona de su grupo cercano.


 A los niños debe permitírseles confiar en su instinto, ese instinto les alerta y les hace alejarse de esa persona, y algunos padres o madres insisten en que se le acerque, y además pase tiempo a solas con él o ella; creando el mismo padre o madre los escenarios ideales para la violación de los derechos del niño(a).


            Mi tía Carmen me dijo una vez: “tu mamá no sabe que ahora con las lavanderías esta mejor; me entregan la ropa seca y doblada”.  Analicemos desde la psicología las creencias que envuelven nuestra crianza y esas palabras y acciones de falta de credibilidad y cuidado de nuestros “protectores” nos llevan a tomar decisiones que pueden ocasionar autolesiones, físicas y mentales, que terminan en algunos casos con baja autoestima que llevan a conductas como el uso y abuso de sustancias desde las no controladas como el alcohol y tabaco hasta las recetadas por los médicos como los antidepresivos.


 Imagine a un niño o niña al que se le ha dicho todo el tiempo que no debe hablar de las emociones negativas que siente con respecto a las acciones provocadas por algún familiar, ministro religioso, sacerdote, profesor, cuidador, etc., la persona en quien mayormente confías puede ser su agresor.


                                  


 Las lavanderías en este sentido son los grupos de apoyo, un espacio físico para hablar en libertad con personas quienes comparten esos eventos traumáticos; el doblado de ropa es el psicólogo quien con sus estrategias logran quitar algunas de las arrugas o cicatrices de aquellas emociones negativas. Basada en mi experiencia como investigadora, la familia sale fortalecida cuando la casa es un hogar, esto quiere decir, que dentro de ese espacio existe respeto, amor, una comunicación asertiva, confianza y se sienten seguros dentro. Si tu casa no es un hogar, que esperar para reconstruirla. Las lavanderías tienen personal encargado para la operación de las máquinas y controlan la maquinaria y los recursos, en los grupos de apoyo se cuenta con personas capacitadas para su manejo, además de proporcionar lecturas y compartir videos y/o películas que ejemplifican algunos de los eventos que se vivencian. ¡No estás sola o solo en la crianza de esos menores!


¿Hay que ventilar los trapitos? Claro que sí. Escucha a los miembros de tu familia y con tu comunidad has grupos de apoyo, señala a quien no es confiable, aléjate de quien te hace daño. Los niños no saben, tú que eres padre o tutor sí. Enseña a los niños a confiar en sus instintos que lo ponen en alerta. Propicia la comunicación asertiva, mantente abierto a recibir las señales de conductas nocivas para tu hijo o hija.


            La salud mental es labor de toda la comunidad. Es un derecho del niño recibir protección de los adultos a su alrededor. Hasta la próxima historia de vida, su maestra Dra. Sandra Gómez Patiño.

 

1 comentario:

  1. De este artículo me han comentado que hace falta una segunda parte (...), ¿usted que cree?; comenta.

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