Juan
José Ríos Ríos
Qué
interesante están resultando las acciones que el Poder Judicial de la nación
está llevando a cabo para que en nuestro país, por primera vez en su historia,
se combata la corrupción imperante y de alguna forma se sancione a quienes la
generan, cometen o son parte del dañino proceder en contra de la sociedad y en
apropiación de los recursos y bienes públicos, lo que debe verse con serenidad,
con imparcialidad y llevarse a cabo con un estricto apego a la ley por parte de
quienes deben proceder y sancionar.
El caso Lozoya que se ventila en los
tribunales, está destapando la gran cloaca
que el sistema creó a lo largo de los períodos de gobierno que se han
tenido en nuestro país y que, según la parte oficial, se recrudeció, se asentó
y fortificó desde el período 1988 a 1994, por quien asumió el cargo de Presidente de
México. Parece que soplan nuevos vientos, vientos que levantan cortinas, que
limpien de corrupción y para que impere la legalidad y con ello se genera el
crecimiento y desarrollo que requerimos como nación.
En este proceso, nuevo, inédito en
la historia del país, surge un nuevo ejemplo, claro, de corrupción, cuando la
Sala Superior del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) ratificó
la responsabilidad resarcitoria que tienen dos responsables de la construcción
del monumento Estela de Luz, uno de los miles de ejemplos de corrupción que sin
duda hay a lo largo del territorio nacional, comprendiendo estados y municipios.
Según se ha hecho público, las
sanciones ratificadas por el tribunal son por la simulación de compra de acero
para la construcción y señalan como responsables de irregularidades en la
construcción a Andrés León Reguera, residente de obra, y a Juan Alberto Bravo
Hernández, asesor técnico administrativo, quienes trabajaban para la
paraestatal III Servicios, encargada de contratar a empresas privadas que
realizaron la construcción.
La Auditoría Superior de la
Federación (ASF) determinó en marzo de 2019 que León Reguera debe responder por
un daño de 216.3 millones de pesos, mientras que Bravo Hernández debe hacerlo
por 230 millones de pesos, sanción que fue reiterada ayer por el TFJA.
De acuerdo con el tribunal, Andrés
León y Juan Bravo dictaminaron en abril de 2010 un cambio de acero inoxidable
que implicó un aumento en el costo de la obra por 316.5 millones de pesos, pero
el cambio no se realizó.
Ambos impugnaron la sanción
determinada el año pasado por la ASF argumentando que no causaron daño a la
Hacienda Pública, lo que fue desechado.
La construcción de la Estela de Luz
fue ordenada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa y fue muy cuestionada.
En la Cuenta Pública 2011, la ASF halló pagos improcedentes por 248.9 millones
de pesos en la compra de acero estructural. También encontró erogaciones
presumiblemente ilegales por 150.3 millones de pesos, “como resultado de la
incorrecta integración de precios y de diferencias en conceptos de obra”.
La obra costó más de mil millones de
pesos. En su momento fue llamada también “Monumento a las Víctimas de la Guerra
de Calderón”.
Hasta aquí lo que se ha publicado al
respecto.
Cabe destacar que sobre el proceso que en esta área se viene dando, han sobrado quienes consideren que se trata de acciones revanchistas, de proselitismo con miras a los procesos electorales por venir, o bien para implantar en el país un gobierno radical, tipo dictadura, que si bien está garantizado el derecho a disentir o a la manifestación libre de ideas, denotan cierto sesgo, a crear confusión, inconformidad en la sociedad para que no se logren los propósitos de hacer justicia y acabar con la corrupción imperante, voces o corrientes que también expresarían otras opiniones sino se hiciese nada, que se dejara hacer y pasar todo, como sucedía antes pero que, para fortuna, ahora están siendo públicas, muy difundidas, sobre todo por medio de las redes sociales, muchas de las corruptelas cometidas por ex funcionarios públicos, de todos los niveles, algo que era necesario hacer saber y, sobre todo, que se corrigiera, se sancionara, algo bueno saldrá de todo esto. ¿No cree usted?
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