Juan
José Ríos Ríos
Aunque
los pocos actos de corrupción cometidos por funcionarios públicos en activo y
que llegan a ser del conocimiento público, principalmente por las redes
sociales, no son nuevos, es cuestionable la reacción que provoca en algunos de
los políticos señalados, o de los dirigentes de los partidos a los que
pertenecen o militan, que suelen rasgarse las vestiduras haciéndose las
víctimas de persecución política o bien declarándose inocentes, no sin antes,
algunos de ellos, tramitar amparos para evitar su detención y ser sujetos a
proceso penal.
Este cinismo que exhiben ex
gobernadores, ex diputados, ex senadores, ex presidentes de México, y alguno
que otro del mismo nivel en activo, es la prueba más palpable de lo corrupto en
que se ha convertido la política y los mismos partidos que son parte del
sistema, derivado de la falta de aplicación de la ley que en el papel sanciona
los actos corruptos cometidos por unos y otros, pero que en la realidad casi
todos se salvan de ser sujetos a proceso, a excepción de los que se salen del
huacal o sistema, entonces sí todo el peso de la ley, su ley, en contra de
éstos.
Forma parte muy importante de esta
corrupción lo que los políticos y los partidos manejan como sistema democrático,
cuando por ello se mantiene una sarta de organismos, partidos y hasta
candidaturas independientes, que cuestan muchísimo dinero que se destina a su
sostenimiento, para hacer campañas, recursos públicos de los que nunca se sabe
su destino real, de los que no se da cuenta a nadie y cuando la institución
responsable directa de sancionar partidos, políticos y fondos económicos que se
les otorga, hasta la fecha no hace su trabajo, ha sido omisa y por lo tanto
cómplice y parte del sistema imperante.
Está muy cerca el período para el
inicio del proceso electoral para el 2021, ya se tiene presupuestado el dinero
público, producto del pago de impuestos de los ciudadanos, que se les destinará
a cada partido político, ya no se diga para sostener el aparato “paladín de la
democracia” que representa el INE, por cierto con salarios exorbitantes todos
sus componentes, por lo que todo vuelve a la “normalidad”, no pasa nada, la
función debe continuar bajo las mismas reglas y procedimientos, que al fin de
cuentas los ciudadanos aguantamos eso y más.
Pero, en realidad, esto ya no es
posible, sobre todo ahora que se ve un destello de luz en el fondo, cuando por
fin se está sometiendo a la ley actos de corrupción y a sujetos parte de ellos,
porque mientras los representantes de los partidos exigen pruebas, cuando salen
a flote, exigen justicia o expulsan a sus militantes que antaño cumplieron
cargos importantes o aun los desempeñan, se exhiben como ajenos al hecho e
incluso se hacen las víctimas de persecución política, actitudes que no debe de
engañar a la sociedad, son posturas falsas, actos de cinismo para seguir siendo
parte de una forma de obtener y beneficiarse de recursos públicos, tirados a la
basura, porque una buena parte de sus miembros, convertidos en funcionarios, son
eso, basura, que debe estar en su lugar, no como vividores de los bienes
públicos.
El remedio está en la gente que está
harta de partidos y de políticos corruptos, para ello debe participar
activamente, emitiendo su voto en el proceso electoral venidero y poniendo a
cada quien donde merece. Si no es así, nada pasa con quejarse y mantenerse al
margen.
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