Víctor Hugo Prado
Hay datos y acciones que indican que desde la federación
y en algunos estados no se están haciendo bien las cosas con respecto a la
pandemia:
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Como país ocupamos ya el cuarto lugar mundial en
fallecimientos.
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El escaso número de aplicación de pruebas para detectar
contagios, y así, aislar pacientes y cuidar contactos. ¿cómo aíslas si no saben
quién porta el virus?
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Una tasa de letalidad del 10.9 %, el doble del promedio
internacional.
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Mantener a medio ocupar la capacidad hospitalaria a
fuerza de no recibir pacientes, incluso requiriéndolo.
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Muchos sectores de
la sociedad no toman precauciones y no hay autoridad que exhorte al cumplimiento,
aunque sea del cubreboca.
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Si del cubreboca se trata, las señales encontradas, de
que no sirve para prevenir contagios. Que debe usarse solo en espacios
cerrados, que mejor si en espacios abiertos ¿Quién entiende?
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Los anuncios oficiales de que ya se aplanó la curva o que
ya está bajando la incidencia de contagios, cuando uno ve la cuesta de
contagios y muertes.
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Las determinaciones federales de echar toda
responsabilidad de la aplicación de las medidas de acuerdo al color de los
semáforos a los estados. Una suerte de lavado de manos, no como los que
sugieren las autoridades de salud, sino como la que realizó Poncio Pilatos. Los
que por cierto ya han sido acusados por la federación del poco transparente mal
manejo de la pandemia.
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Las contradicciones sistemáticas ocurridas a lo largo de
la pandemia entre el quédate en casa y el salgan a restaurantes o fondas. O atribuirle al jefe del ejecutivo federal “no
ser fuerza de contagio”, aun cuando ande por ahí departiendo con personas de
todas las edades, sexos, condiciones físicas y de salud, sin guardar las
proporciones de distancia.
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Limitar los apoyos a las empresas para reactivar la
economía. En parte es no reconocer que si la gente sale a corretear la chuleta,
es en cierta medida por el poco respaldo que ha tenido de su gobierno. Menos
pensar el programa como el mínimo vital temporal para apoyar el abasto de lo
básico ante el desempleo.
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O acaso la nueva normalidad, en la óptica del gobierno,
consiste en aceptar que el número de contagios y fallecidos de cada día sea
creciente.
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Que seamos el único país de mundo que permitió la salida
a casi todas las actividades económicas en el momento que iba en franco
crecimiento, cuando la mayor parte de éstos, sobre todo a los que menos mal les
ha ido, lo hicieron cuando la curva se encontraba en franco descenso.
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Y por supuesto los millones de empleos perdido, los miles
de negocios en quiebra, personas y negocios abandonados a su suerte.
Las evidencias científicas de las medidas adoptadas
hablan de un manejo poco racional, sin método y sin sistema. Basadas en las
ocurrencias. Así que frente a la
política implementada y asumida del sálvese quien pueda hagamos lo que debemos
hacer. Lavarse manos, usar cubreboca y quedarse en casa, si pudieran. Y de
cuando en cuando apoyar alguna causa.
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