Sandra
Gómez
Estimado
lector, cuando nuestro hijo nos dice algo así, ¿Qué hacemos?; cuando los hijos
llegan a la adolescencia con frecuencia sus estados de ánimo van de la
felicidad expresada con euforia a la tristeza al punto de la depresión.
En
algunas lecturas de mi especialidad, revisaba que el suicidio en la etapa de la
niñez existe, y desde luego entre los adolescentes también se da este fenómeno.
El dato, sin duda me inquieto ya que justo cuando recibí esa información mis
hijos pasaban por la pre-adolescencia. Algunas personas afirman que nada es
casualidad, sino que atraemos lo que necesitamos, la información llega cuando
estás listo o abierto para recibirla. ¡Uffs!, Ah respirar profundo, que tal vez
lo que leas en esta publicación no sea de tu agrado.
Compartiendo el tema con mis colegas maestros de educación básica, me
sorprendí de el gran número de casos que escuchamos a lo largo de nuestro
quehacer docente. Algunos de los casos que como maestros nos son mayormente
significativos por el sentimiento que nos generan, nos dejan preguntas como: ¿pude haber hecho algo más por ese niño o
joven?; En todos los casos mis compañeros al igual que yo, hemos citado a los
padres para platicar de la situación particular que nos alerta y en algunos
casos los padres no se dan por enterados, lamentablemente algunos de ellos son
los tutores de los jóvenes quienes mayormente necesitan de la guía de los
adultos a su alrededor; por otra parte, y a la par, se convocan a juntas en
donde se comparten charlas con especialistas para presentar por ejemplo temas
como: “la depresión, la mentira, el estrés”, con el objetivo de educar a los
padres de familia ejemplificando algunas de las conductas observables en los
adolescentes quienes pueden tener el impulso de autolesionarse. Los maestros
comentamos que aun si fuera un único alumno, sin duda lo haríamos, no
únicamente damos catedra, atendemos seres humanos; aun con tanto trabajo
académico, la mayoría damos tiempo para tratar temas o bien los canalizamos con
la orientadora de la escuela. Me comentan algunos maestros cuando sabemos de
casos extremos de jóvenes delincuentes quienes fueron nuestros alumnos nos
reprochamos diciendo: ¡No hice lo suficiente!
Me dice una compañera quien es psicóloga de profesión y maestra de
preparatoria: “hablo con mis alumnos de temas delicados como la noticia del
intento de suicidio, y me llegan notas con mensajes que reprueban mi
intervención”. Comparto con ella el
sentimiento de ¿Cómo te ayudo, sino me lo permites?; recuerdo el proverbio
africano que dice: “Para educar a un niño, hace falta una tribu”, y lo tomo
como propio, por eso trabajo como orientadora en y con mi comunidad.
Los adolescentes desde niños deben aprender a
tolerar la frustración, deben aprender a recibir un ¡NO! Por respuesta, deben
aprender a reconocer y tratar sus emociones con atención y respeto, a la vez
que hacen lo propio con las demás personas, en el sentido de no hacer a otros lo
que no les gustaría le hagan a esta persona o a la persona a quien ama. ¡El
miedo no es malo!, es una emoción que puede ayudar a los niños y a los adolescentes
a ser cautelosos e incluso les puede salvar la vida; por otra parte, el
bullying o acoso escolar existe y se expresa poniendo etiquetas con la
intención de herir a la persona, verbalmente, emocionalmente o físicamente
poniendo como motivo desacuerdos tan simples como la aceptación de la pareja,
el no acreditar una materia, alguna conducta social distinta (etc.), son
“etiquetas” que les cambian la vida. El Bullying existe, no es nuevo, solo que
hoy es más difícil escapar para quien lo sufre; si te etiquetan por ejemplo en
Facebook, aun cambiándote de residencia y de escuela, todo lo que publicas se
va contigo a donde vayas.
¡No justifico el suicidio!, ¡no justifico las
desacreditaciones: burlas, golpes, frases hirientes! ¿Qué puedo hacer?; si eres
padre de familia y tu hijo o hija te ha dicho algo así, no lo dejes para
después, en ese momento deberás intervenir y escuchar con atención lo que dice
tu hijo. La verdad mi estimado lector, es que la información para quitarse la
vida está al alcance de un “Clic” en su teléfono móvil, computadora o tal vez
una simple fotocopia. Tienen la información; ahora veamos qué FORMACIÓN, le
hemos dado para que DESIDA, qué hacer con lo que “sabe”.
Hay que trabajar con las emociones desde la infancia, asimismo, debes
fortalecer tu comunicación asertiva. Los caminos más seguros son tu preparación
como padre de familia, por ejemplo: lecturas autorizadas sobre los temas,
acercarte a la escuela para comentar tus inquietudes, conocer de cerca las
amistades de tus hijos, conocer a los maestros y apoyarlos asistiendo a las
pláticas que preparan para ustedes. Si todos formamos un circulo de adultos
informados de los temas y quienes practicamos valores semejantes, la
tolerancia, la inclusión, se transformarán en empatía; se aprenderá a discutir
con argumentos y se practicará la escucha atenta, colaborar en la FORMACIÓN de
personas es un quehacer de toda la comunidad. Los padres y maestros debemos ser
ejemplo de tolerancia, aprendamos a vivir mejor en familia y tribu. Forma un equipo de trabajo con tu médico familiar,
los maestros y su grupo de apoyo de especialistas, ¡no estás solo! Busca ayuda.
Te
comparto una historia real de vida, atte. Dra. Sandra Gómez.
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