Samuel Gómez Patiño
Basada en hechos reales, la
película “Los 33”, estrenada en el 2015 nos muestra el coraje por vivir y la
solidaridad inherente por ayudar que tiene el ser humano. Dirigida por la
mexicana Patricia Riggen y esterilizada por actores como Antonio Banderas
(minero Mario Sepúlveda), Kate del Castillo (Katy Valdivia, esposa de Mario),
Rodrigo Santoro (Ministro de Economía), Lou Diamond Phillips (el capataz “Don
Lucho”), Juliette Binoche (María Segovia, hermano del minero Darío) y Cote de
Pablo (Jessica Salgado, esposa del minero Alex).
La
historia se basa en el derrumbe de la Mina San José del 5 de agosto de 2010
donde quedaron atrapados 32 mineros chilenos y un boliviano a 700 metros de
profundidad durante 69 días y para rescatarlos se necesitó la ayuda de varios
países con diversa tecnología mientras los familiares se unieron para formar el
campamento “Esperanza” desde el cual impulsaron la búsqueda de los mineros
desaparecidos.
Como
suele suceder en nuestros países latinoamericanos con los trabajos en las
minas, las empresas se aprovechan de las necesidades de las personas y este
caso no era la excepción. Al inicio de la jornada, el capataz le comunica sus
preocupaciones sobre las condiciones de la mina, se daba cuenta de lo riesgoso
de seguir excavando, pero le ordenaron que entraran, al fin y al cabo, existía
el refugio por si sucedía alguna situación con alimentos y energía eléctrica
para resguardarse.
Al
momento del percance, quedo bloqueada la salida por lo que huyeron a lo más
profundo, el “Refugio”, 700 metros bajo tierra. Los 33 alcanzaron a sobrevivir
a la catástrofe y se ubicaron en el lugar que se suponía era la seguridad
mientras los equipos de rescate pudieran bajar por ellos, con alimentos, agua y
luz para sobrevivir. Una quimera, ya que pronto descubrieron que las escaleras
para subir estaban inconclusas y sin comunicación ya que no estaban conectados
al exterior los intercomunicadores y, los alimentos justo dentro de un baúl,
quizás con 10 latas de atún y 5 paquetes de galletas saladas para que pudieran
sobrevivir durante 3 días los mineros atrapados. Su esperanza en el exterior… los
dieron por muertos ya que no había equipo de rescate y la mina no tenía los
medios para extraerlos, ¿qué es la vida de 33 personas para los millones de
dólares obtenidos con el trabajo y sudor de muchos?
Nos
presentan como Mario Sepúlveda se convierte en el líder del grupo de mineros
logrando compartir durante 17 días el atún, el agua y las galletas racionando
los días para comer; cada dos días un bocado de pescado, galleta y líquido.
Mientras en el exterior buscaban la manera de llegar a ellos (sin esperanzas de
encontrarlos con vida) perforando con máquinas especiales para tratar de llegar
al refugio y, cuando llegaron al fondo fallaron por medio metro teniendo que
buscar cómo llegar otra vez.
Casi
al borde de la muerte de los mineros lograron perforar directo al “Refugio”,
con lo que lograron comunicación, transportarles alimentos y entablar pláticas
de cada minero con sus familiares. Los siguientes días fueron para buscar la
manera de hacer una perforación más grande para introducir una capsula que les
diera la oportunidad de sacar uno por uno a los mineros, lo que sucedió 52 días
después.
La
unión de la comunidad internacional llevando equipo especial y personas
expertas en la materia, la Fe de los familiares que no abandonaron nunca el
campamento “la Esperanza” aunque parecía que solo el nombre lo era y, el
compañerismo de los mineros cerrando filas a pesar de sus diferencias y miedos
ante su situación nos muestran que el ser humano puede a pesar de las
adversidades lograr lo que algunos llamaron el milagro de “los mineros
chilenos”.
La
historia me hace reflexionar con los tiempos que estamos viviendo. Recuerdo a
mi abuelo Silverio Patiño, cuando le comente (no recuerdo el porqué) que a
todos nos toca (morir) él me contestó: -¡Así es, a todos nos toca! ¡Pero no hay
que estar en el tocadero!
Algún
día nos iremos, por eso debemos disfrutar cada día desde que abrimos los ojos
por la mañana para ver los primeros rayos del sol, el canto de los pájaros (o
las bocinas de los camiones) y hasta que por la noche nos acostamos a descansar
reflexionando como cambiamos al mundo aunque sea con los pequeños detalles,
como tirar la basura en su lugar, ayudar a alguien a cruzar la calle, atender a
un cliente de manera servicial, en fin, ¿Cómo cambias el mundo cada día?
Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme
al correo samuelgomez@uabc.edu.mx
o en Facebook: Samuel Gómez Patiño.
*Director del Área 1 y
Miembro del Club Toastmasters
Ejecutivo de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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