Sandra Gómez
Mi muy estimado lector, seguramente te has preguntado
si eres un buen padre o madre, porque yo me lo he cuestionado con ese
sentimiento de impotencia y el enorme deseo de hacer las cosas bien. Te
comparto la respuesta que el hombre sabio de esta historia me dio. A:
¡apechugar amiga, nunca lo sabrás hasta que seas abuela (A)!
Ley de vida, llegaremos a ese punto, y
que mejor que serlo con preparación, asertividad y amor; ser abuelitos o como
dice mi hija Tita y Tito, estas son las oportunidades que no nos debemos
perder.
Había una vez
un par de abuelitos quienes cuidaban un día a la semana al menor de sus nietos
con cuatro años de edad, lo hacían en su casa, cerca del mar. La abuelita de la
historia es maestra de profesión y doctora en Ciencias de la Educación, el
abuelito es médico psiquiatra, ambos maestros en prestigiosas universidades. Lo
que quiero dejar claro es que son personas preparadas académicamente; sin
embargo, hay momentos en que las circunstancias nos mueven de nuestras áreas de
confort y hay que resolver.
TITO (A): El día de cuidar al nieto siempre estamos
ambos, pero me dejaron sólo y pensé, ¿Qué puede pasar?, ya estuve con cuatro
niños solo en casa, ya atendí a cientos de estudiantes, soy padre, maestro y
por si fuera poco médico (…).
¡Todo el entrenamiento se pone a
prueba cuando eres abuelito!, me dijo el Tito. Las estrategias debes tenerlas
claras, deberás hacerte de los recursos a tu alcance para poder cumplir con tu
objetivo, en este caso “cuidar al inquieto nieto de 4 años”.
Entretener por
tres horas a un pequeño inquieto es difícil pero no imposible, entre hacer de
comer e involucrarlo, dibujar, poner rompecabezas, ver algún programa por
televisión, pasaran (…) ¿y luego?, la Mary y mi hija no llegaban, y el niño
saltaba por los sillones, Uffs.
A: Y me dije a mi mismo, ¡tú puedes!; lo pare
y le dije toma tus cosas ¡nos vamos!, N: el niño sorprendido dijo, mi mamá me
dijo que no me saliera de la casa, y el Tito contesto, A: pero saldrás conmigo,
el niño (N) lo pensó y tomo su mochila con sus cosas. sujeto la mano del abuelo
(A) y pregunto, N: ¿A dónde vamos Tito? A: conocerás mi zoológico de perros; N:
No es cierto Tito, ¡tú no tienes un zoológico!; A: Tu serás el primero en
conocerlo.
En la mochila del niño había un libro con
imágenes de perros, ese era el recurso que el abuelo necesitaba para su
historia., lo demás es imaginación y un buen narrador.
N:
¿Cuándo vamos a llegar?, A: ¡ya llegamos!; N: ¡NO! este no es un zoológico; A:
¿Qué es un zoológico?; N: donde hay animales; A: ¡Mira!, ¿Qué es?; N: un perro;
pero ¡no es un zoológico!; A:Me acabas de decir que un zoológico es donde hay
animales; N:pues sí; A: ¿Qué ves?; N: Una puerta, un carro; A:Pon atención; ve
los perros que hay aquí; N: ¡Ahh!, ahí viene otro perro; A: saca tu libro; N:¿Mi
libro?; A: si, el que te compro tu mamá, que me estabas enseñando. Y lo saco.
A: ahora busca en tu libro y dime a cuál se parece, ¿dime cuál es? (…)
Y así
siguieron por todo el vecindario, hasta que el niño quedo convencido que su
abuelo tiene un zoológico de perros del que solo ellos conocen. En la siguiente visita a los abuelos el niño
tenía más libros de perros y llevo a su Tito a el domicilio en donde estaba
aquel perro que en la ocasión anterior no habían encontrado en su libro.
Esta pequeña
historia real, ilustra cómo es posible calmar las inquietudes de un niño muy
activo y canalizar su energía con sabiduría y paciencia de “Tito”.
Los niños pequeños
son inquietos por naturaleza, algunos rebasan nuestros límites y tolerancia;
busquemos soluciones creativas y educativas para canalizar su energía, y de
paso hacemos ejercicio, digo por lo de la caminada.
Los abuelos
tienen una oportunidad única de validar su trabajo como padres, además que
desde la reflexión de sus experiencias como educadores pueden aportar mucho en
la consolidación y fortalecimiento de la autoestima del niño.
Si aún no eres abuelo, puedes ser un
abuelo sustituto; apoya en tu comunidad con el cuidado de niños y niñas quienes
no tienen la suerte de tener a sus padres de tiempo completo.
Recuerda el proverbio africano ¡para educar a
un niño hace falta una tribu!, seamos parte de una mejor sociedad contribuyendo
con la práctica de nuestros conocimientos y valores universales, como los de solidaridad,
respeto y amor al prójimo.
Hasta la
próxima historia de vida, su maestra y amiga Dra. Sandra Gómez Patiño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario