Pedro
Vargas Avalos
Cuando
las cosas caminan favorablemente, cuando los asuntos marchan bien, solemos
decir que todo va “viento en popa”. La frase está convertida en dicho común y
proviene de los marineros, quienes cuando venían de España al Nuevo Mundo
descubierto por Cristóbal Colon, solían esperar buen tiempo para su travesía,
puesto que el viento (que era el motor de la navegación), determinaba la
velocidad de su barco y con ello el deseado arribo al lugar que se dirigían.
Si
el aire soplaba de la parte trasera del barco o sea la popa, rumbo a la proa
que es la parde delantera, se marchaba “viento en popa” que significa,
favorablemente. Esa frase pasó al hablar común de la gente y en consecuencia,
cuando un asunto avanza, va hacia adelante, se dice que todo marcha “viento en
popa”. Lo contrario, cuando el aire va de frente a la proa, se obstruye la
marcha y con ello tener buen viaje.
En
nuestro país y desde luego en el Estado de Jalisco, las cosas hace tiempo que
no marchan viento en popa. Más bien como que el aire choca en la proa y nos
impide caminar hacia adelante, llegar felizmente al puerto.
Lo
anterior en este caso, y no me refiero al terrible azote del corona virus que
nos flagela, lo aplicamos a la seguridad pública y la violencia, plagas ambas
que esas si parece que van “viento en popa” para desgracia de la humanidad, en
especial de los mexicanos y por lo tanto de los jaliscienses.
Esos
dos horribles elementos, cual abominables caballos del apocalipsis, han
aparecido en nuestro medio y tal parece que en vez de moderarse aumentan,
generando otro temible ingrediente: la desunión de la ciudadanía o más bien
dicho, de la población, porque en ese fenómeno de antagonismos se involucra a
la adolescencia y a veces hasta la niñez.
Ya
arrastraba nuestra nación una secuela cruenta desde los tiempos de Calderón,
quien convirtió en guerra lo que antes parecía una habitual disputa de buenos
contra resentidos o mal portados. Pero a partir de entonces nuestra apacible
marcha patinó y de resbalón en resbalón, ahora parce que de plano se
descarriló.
Y
la violencia se ha enseñoreado para desgracia de todos. De vez en vez nos llama
la atención lo que sucede en tal renglón en el país del norte, el del Tío Sam.
Y entretenidos con esas noticias, olvidamos que en casa tenemos el mismo
padecimiento.
Eso
sucedió exactamente ahora que nos ocupaba el caso del afroamericano George
Floyd, muerto por el abuso de la policía estadounidense, el 25 de mayo de 2020
en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, como
resultado del arresto de Floyd por parte de cuatro policías locales. El hecho
desató agrias protestas y reacciones incendiarias con fondo racial, a tal grado
que el inefable Trump amenazó con echar mano del ejército para reprimir esas
manifestaciones. Se dice que, desde los tiempos del asesinato de Martín Luther
King, no se había visto semejante violencia en la poderosa nación de las barras
y las estrellas.
Pero
he aquí, que desde días atrás (el 4 de mayo) en nuestro querido Jalisco,
sucedió un hecho incalificable: por no portar el cubrebocas, la policía de
Ixtlahuacán de los Membrillos, municipio a un salto de Guadalajara y poco antes
de Chapala, arrestó al joven albañil Giovanni López y lo maltrató a tal grado
que lo mataron. Así de escueto y descarnado el suceso.
Pero
hubo silencio al respecto, lo cual es más que culposo de parte de las
autoridades. Y la Fiscalía del Estado abrió la investigación correspondiente
hasta que alrededor de un mes después, estallaron los actos de violencia. Y estos
fueron exuberantes. Sobre el crimen la Comisión Estatal de los Derechos
Humanos, expresó: "Es inaceptable el uso excesivo de la fuerza y el
maltrato a personas por parte de autoridades policiales."
Los
medios de comunicación informaron el día 5 de junio sobre las manifestaciones
del día anterior: “Protesta y Caos. Marcha vs. Muerte de Giovanni termina con
destrozos en Palacio de Gobierno”. (Mural,) “Exigen justicia para Giovanni;
estalla violencia.” (El Informador) y agrega este diario: “Demora y omisión
judicial y municipal tras muerte de joven” “El Centro tapatío registra una
jornada de protestas en las que cientos reclaman por la muerte del joven a
manos de policías.”
Por
su lado la prensa nacional dijo entre otras cosas: “Pasadas las 17 horas, los
inconformes iniciaron una marcha del Parque Revolución y concluyeron la
protesta en Palacio de Gobierno, donde iniciaron los disturbios.” Los jóvenes
incendiaron dos patrullas de la policía estatal, realizaron pintas en los muros
del inmueble, patearon las puertas, lanzaron diferentes objetos y hacen
intentos de prenderles fuego no solo a las cosas sino hasta a los policías
presentes, saliendo uno bastante quemado. Hubo muchos detenidos. En pocas
palabras, estuvo a punto de” arder Troya.”
Sobre
este tema, el afamado cineasta tapatío Guillermo del Toro, puso en twitter un
mensaje en que criticaba que a más de un mes del “asesinato” no hubiera
resultados. Y los hechos de protesta prosiguieron el viernes, amenazando con
prolongarse por más tiempo. Por su lado el gobernador culpó a fuerzas ajenas al
Estado como responsables de las manifestaciones: “intereses construidos desde
la ciudad de México, desde los sótanos del poder.” Y aludió directamente al
Presidente López Obrador pidiéndole que diga a su partido y a su gente, que
ojalá y estén midiendo lo que están haciendo, el daño que están generando al
país con este ambiente de confrontación, porque son ellos justamente los que
han generado todo esto que estamos viviendo”. Gravísima acusación desde el
ángulo que se le vea, que por lo pronto aceleró la violencia de las palabras.
Claro
que lo anterior lo negó el Primer mandatario y se sumaron muchas opiniones,
comenzando con la del líder senatorial Ricardo Monreal, quien pidió al
gobernador Alfaro “actuar con serenidad, responsabilidad y prudencia, no
profundizar más las diferencias que tiene con el presidente Andrés Manuel López
Obrador ni lanzar señalamientos que no estén basados en pruebas.”
A
estas alturas, la prensa nacional y aún internacional se han ocupado de tan
lamentables hechos, sucedidos en Jalisco, a tal nivel que compiten con las
notas que se han registrado en Estados Unidos y otras partes del mundo por lo
del caso de George Floyd. No cabe duda,
la violencia marcha con viento en popa.
Pero
eso no debe continuar, y con mayor prontitud y eficacia que como se combate el
corona virus, se le debe poner un hasta aquí. El horno no está para bollos y
así lo deben entender quienes dirigen los tres órdenes de gobierno, de otra
manera se desbordará la furia del pueblo y si eso eso sucede, no habrá
políticos que salgan limpios, si es que salen.
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