Sandra
Gómez
Mi hijo ya tiene más de dos años y aún no
habla, me dicen que tiene retraso del habla. Cuando te den esa noticia, lo
lógico es creer que algo hiciste mal (…), tal vez no hiciste nada mal, pero
también pudo haber sido que dejaste de hacer algunas cosas y que ahora vez sus
consecuencias. Hasta el mejor padre (madre), siente en alguna ocasión culpa; a
decir de mi maestro el Dr. Eduardo Cooley (médico psiquiatra): “¡deja de
preocuparte y ¡ocúpate!, no sabrás si eres la mejor o peor madre hasta que seas
abuela”. Con esa necesidad de ser una mejor madre, y lograr ser una mejor
proveedora económica en un futuro, ingresé a la Universidad FICED, y me gradué
de la Licenciatura en Ciencias de la Educación con una especialidad en
psicología aplicada a personas con necesidades educativas especiales (NEE).
Entre mis prácticas profesionales trabaje con varias madres de familia quienes
tenían hijos en esa particular situación. La Escuela Cultural de Superación
Personal A.C., había enviado propaganda y nos llegaron muchos niños de las
escuelas y guarderías de la localidad. Ellas me recordaban mucho mi historia, y
aun cuando el grupo de consultorios tenían costos accesibles, seguía siendo
“costoso” llevarlo más de dos horas a la semana, y me quedaba claro que no era
suficiente tiempo, y que además se estaba perdiendo un tiempo medular en la
adquisición del lenguaje del menor. Así
que puse en práctica los consejos el Dr. Cooley.
Dentro de mi formación
ética-académica se nos advirtió que primero para trabajar con menores de edad,
es primordial, hacerlo frente a otro adulto, de preferencia la madre del menor
(o cuidador primario); esto implica que debemos ser supervisados. El beneficio
además del obvio de la tranquilidad del niño(a), es la formación en el trato de
respeto, atención y comunicación asertiva que se modela con la interacción
entre el profesional, el “paciente” y su cuidador. Entonces dije, ¡claro que tenía razón al
incomodarme que “la terapeuta” no me dejara ver lo que hacía con mi hijo!; acto
seguido, cree un plan integral, es decir sesiones incluyentes que, por una
parte, ayudaran al niño con retraso del habla a alcanzar una comunicación
eficaz y efectiva, y por otra entrenaran a los padres (cuidadores) mostrándoles
cómo aplicar técnicas para estimular la verbalización. En esa iteración las
aportaciones que como teórica había aprendido en la licenciatura, las
pudiéramos llevar al plano de las acciones, puntuales, especificas,
secuenciales, asertivas y repetitivas para crear hábitos adecuados en el modelo
de habla del menor y de los cuidadores. El eje del programa era aprender a
escuchar y escucharse (…), crear oportunidades para que el niño se exprese.
Cuando llegan los pacientes acompañados
de sus cuidadores, en la mayoría de los casos los adultos entrevistados tenían
problemas de lenguaje, y pocas veces estaban conscientes de ello (…). La
primera aproximación del niño a la lengua materna, es la imitación; por lo que,
si su modelo a imitar presenta deficiencias, el niño simplemente las replica.
La observación de las conductas de la familia (niño/cuidador) y la autocrítica
son ejes para el apoyo del menor. En varios estudios se ha demostrado que un
niño a quien no se le estimula, es decir no se le invita a verbalizar desde
temprana edad, este presentara retraso del habla. El proceso natural para
hablar es primero a) balbucear; b) decir silabas; c) formar palabras; d) decir
frases cortas; e) formar oraciones; f) tener intenciones claras para pedir lo
que necesita (…); es un proceso que en promedio lleva “24 meses”; si esto no ha
sucedido, el cuidador debe retroceder y dar pasos firmes para que no se agrave
el problema.
El curso que implemente, atendió justamente
esta situación entre niños de cinco años de edad. Las sesiones tres veces a la
semana de 60 minutos consistían en lo siguiente: llegar 10 minutos antes, con
su lonchera, ropa cómoda y calcetines gruesos. Se dividía la sesión en tres
momentos: 1. gimnasia (motricidad gruesa); 2. estimulación sensorial/motor,
masajes en la boca, labios, con ejercicios de vocalización para manejar el
volumen (proyección de la voz), la dicción, fortalecer los pulmones; 3.
estimulación auditiva para el manejo de la atención y comprensión lectora.
1.Gimnasia: El salón se preparaba
con diferentes elementos sensoriales: alfombra, arena, loza(cemento),
escaleras, túneles, bancas para brincar. El objetivo es que el niño conozca su
cuerpo y fortalezca las conexiones nerviosas además de “distraerle” bajando su
energía y aumentando su atención. Caminar en marcha, caminar en puntillas,
levantar las rodillas, pasar por un túnel gateando, subir escaleras en cuatro
extremidades. Cubrir los ojos y descubrir las diferentes texturas, dejarse
guiar (acompañado de la madre), solo por la voz. Rodar en la alfombra, dar
maromas, etc. Variar los ejercicios y hacer repeticiones. Agrega música para
marcar los tiempos.
2.Estimulacion sensorial: se
colocan pelotitas en una caja, se hacen competencias para moverlos por una
carretera y cronometrar; mover confeti, torundas de algodón o papel; se pone
agua jabonosa y con un popote se les pide que soplen hasta hacer la mayor
cantidad de espuma con una única inhalación y exhalación; gritar (proyectar la
voz), mover objetos con el aire proyectado. La madre debe tocar con un cepillo
dental diferentes partes de la boca suavemente y pedirle que se relaje (por
ejemplo, con el lavado dental); ponerle juegos para mover la lengua alcanzando
una pizca de chocolate.
3.Sentarse
en círculo y leerles un cuento, después hacerles preguntas sobre la lectura. Con
apoyo a la pronunciación correcta, sin intromisión, sino a manera de
verificación.
El conjunto de estrategias y la
repetición, ayudaron a estos niños y a sus padres a reconocer las fortalezas y
debilidades de los involucrados.
La escuela puede ser frustrante
cuando te dicen ¡no te entiendo!, algunos niños necesitan más apoyos que otros,
afortunadamente hoy en la mayoría de escuelas se cuenta con un equipo de especialistas
(USAER), si tienes acceso a una escuela con este servicio que bueno, pero si no
te es accesible, no le retires tu apoyo, invierte tiempo en leerle, preguntarle
sobre la lectura, enséñale a cantar y bailar. La música estimula todo el
cerebro, que aprenda a escuchar y escucharse es muy importante, pero lo más
importante es que no lo sueltes de tu mano.
Aprende lo más que puedas del tema y actúa.
Los hijos no se escogen, si los
tienes como quiera que ellos (as) sean por alguna razón son tuyos; disfruta de
la paternidad (maternidad) con responsabilidad (…), cuídalos, demuestra tu amor
con atenciones. Desarrolla tu propio curso, involucra a tu hijo con niños de su
edad, comparte y no dejes de buscar ayuda profesional.
Con
cariño Sandra.
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