Sandra
Gómez
Estimado lector, el diagnostico de dislexia
se da cuando el niño tiene entre 7 y 8 años de edad, lo hace un neurólogo a
través de una serie de pruebas físicas, que incluyen un encefalograma (detecta
anomalías relacionadas a la actividad cerebral (…). Me dicen que mi hijo
probablemente tenga dislexia; ¿Qué puedo hacer?, ¿Cómo es que lo saben?; son
las preguntas más comunes que se hacen los padres, la respuesta inicia desde
los primeros signos en las pruebas de rutina que realiza el médico general, por
ejemplo cuando los niños presentan un retraso del habla, en la mente de su
médico surgen varias dudas, ellos saben que hay que intervenir desde el primer
año de vida, para asegurar el mejor de los pronósticos en la salud física y
emocional de tu hijo. Su intención no es asustarte sino mantenerte alerta para
realizar las intervenciones desde temprana edad.
Cuando
llegan a mi consulta en crisis por un comentario así, lo primero que les pido
es que me expliquen con sus propias palabras ¿Cuál es el origen de su
preocupación?, ¿Qué fue lo que les dijo su médico?; mi función es tranquilizar
a los padres y ayudarles a ver el “bosque (panorama)” y no concentrarse en el
“pino (dislexia)”. El primer paso es saber ¿Qué es la dislexia?, y para ello
nos apoyamos en la definición de diccionario.
De acuerdo al Diccionario de las
Ciencias de la Educación, la dislexia es un trastorno del lenguaje que se
manifiesta por la aparición de dificultades especiales en el aprendizaje de la
lectura en un niño con edad suficiente, no existiendo deficiencias
intelectuales ni trastornos sensoriales o neurológicos que lo justifiquen (…),
no es correcto hablar, por tanto de dislexia antes de los siete u ocho años, ni
calificar de disléxicos a aquellos niños que presentan errores de lectura
propios de cierta inmadurez normal en los primeros cursos por falta de
consolidación de los mecanismos lectores en los periodos iniciales del
aprendizaje (…). En general se puede decir que no existe una causa, sino una
multiplicidad de factores que confluyen (en su totalidad o parcialmente) en el
niño disléxico. Entre ellas se hallan: una deficiente discriminación auditiva o
visual; defectuosa lateralización y orientación derecha-izquierda; alteraciones
en el esquema corporal o deficiente conocimiento del mismo; alteraciones
psicomotrices; problemas en la estructuración espaciotemporal; inmadurez en el
lenguaje y retraso en la adquisición del habla; perturbaciones de personalidad
y desordenes afectivos, aunque estos, en algunos casos, son cambios secundarios
producidos por las dificultades escolares derivadas de la dislexia y no al
revés(…). La reeducación debe tener un carácter amplio, incluyendo actividades
para el tratamiento de todos los factores más significativos que inciden en
cada caso. Otro aspecto importante es atender a los problemas de bloqueo
emocional, inseguridad e inadaptación que suelen estar presentes en el niño
disléxico como consecuencia de toda la cadena anterior de fracasos (Dicc. C.E.,
2002; pp.435-436).
El segundo paso es recomendarles
tomar ese posible diagnóstico y actuar desde temprana edad como si tuviéramos
la certeza de que tiene dicha “discapacidad”. Si se tiene o no, se podrá
corroborar hasta los siete años de edad, y si no se hace algo desde temprana
edad, el retraso del habla entre otras habilidades a desarrollar, será mayor.
De aquí la recomendación que les presentaba hablando del retraso del habla con
el curso de rehabilitación que incluye la gimnasia es decir el manejo de la
motricidad gruesa como un punto a abordar en el tratamiento de terapia de
lenguaje.
En
mi quehacer docente he conocido a varios disléxicos (as), incluyendo alumnos
universitarios quienes habían transcurrido sus estudios sin tener un
diagnostico en toda su vida académica. A ellos les llama B. Hornsky (2004),
disléxicos ocultos; pueden pasar toda su vida sin saber que son disléxicos, e
incluso creyendo erróneamente que tienen deficiencia mental.
Volviendo a los niños (…), aquellos
quienes tiene dislexia desarrollan habilidades alternativas para no “ser
desplazados” por sus compañeros (as) de jardín de niños. Por ejemplo, como
ellos no saben de su condición de “ceguera verbal congénita (Diccionario C.E.,
2002, p.435)” logran ser muy atractivos con su “carisma” y desarrollan una
“memoria privilegiada”; el carisma es un don natural o cualidad que tiene la
persona para atraer a los demás por su presencia o su personalidad, y de la
capacidad memorística se distinguen del promedio.
Les contare una pequeña historia de
Miguelito. Su hermanita tres años mayor que él, ya había aprendido a leer
cuando le tocó el turno al niño; en clase de pre-escolar, escuchaba a su
compañero quien pasaba a hacer su lectura y Miguelito repetía de memoria lo que
había escuchado; la maestra dejaba tarea de lecturas y su hermana Titi, hacia
la tarea: ¿con él?, o ¿por él? La maestra, mando llamar a su madre y le dijo
que creía que Miguelito tenía un problema para aprender a leer que posiblemente
tenia dislexia y que requería una mayor atención (¿?).
La historia sigue en la primaria,
pero la dejare para un nuevo escrito. En este momento solo deseo hacer de tu
conocimiento que el trabajo en equipo con tu médico y maestra(o), es MUY
IMPORTANTE, para el mejor de los desenlaces de un niño con un diagnóstico de
dislexia. De nuevo, el niño no sabe que es lo que está pasando, él vive su
realidad; los padres debemos asumir un rol activo para el apoyo del menor a
nuestro cargo. Déjate guiar, aprende leyendo, revisando videos, platicando con
los maestros de tus hijos y haciendo medicina preventiva al lado de tu médico.
Para Miguelito a sugerencia de su médico pediatra Dr. Jesús Cornejo fue
integrarlo en un jardín de niños privado con diez alumnos.
Te
espero en la próxima historia de vida, con cariño Sandra.
Referencias:
Diccionario de Las Ciencias de la Educación. (2002). Edición especial para
Educar, México D.F.; México.
Hornsky,
B. (2004). Guía completa de la dislexia, para familiares y educadores.
Editorial Lectorum, México D.F., México.
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