Sandra Gómez
“Debemos
aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita”
(Martin Luther King). Hablar de resiliencia es mencionar una de las características
humanas más apreciadas, decimos que una persona es resiliente cuando es capaz
de sobreponerse a las dificultades, no solamente sale victorioso de un problema,
sino que es capaz de controlar sus miedos y tristezas, lo que nos habla de
fortaleza y equilibrio entre conocimientos, habilidades y emociones.
Estimados lectores, quienes me siguen saben
que mis escritos giran en torno a la educación, además que me dirijo a padres y
maestros por igual; creo firmemente que la educación tiene dos aristas que se
modelan una a otra, como la banda sin fin de moebus, estas son: 1) la casa y 2)
la escuela; la mancuerna perfecta si de un “bien educado” hablamos.
Independiente de la edad y la escolaridad; en más
de una ocasión hemos dicho, ¡qué mal educado!, y en general nos referimos a una
persona que no incluye en su vocabulario las frases: por favor, gracias,
disculpe, con su permiso, buenas tardes, entre otras, palabras u oraciones de
cortesía. Cuando eres un niño se te enseñan esas respuestas a través de lo que
vivencias al lado de tus cuidadores quienes son primero los familiares y
después los maestros.
Como dice Martin Luther King, no
debemos perder la esperanza, aun con decepciones de personas mal educadas,
debemos actuar en consecuencia y enseñar desde casa “los buenos modales” y dar
seguimiento en la escuela, nuestros hijos o alumnos deberán aprender a ser
capaces de ver por lo menos una oportunidad, en los errores o fracasos
personales o de quienes les rodean, es decir también se puede aprender de
otros.
La resiliencia debe ser vista como una
capacidad que nos permite salir fortalecidos de la adversidad y debe ser
utilizada como el camino para la excelencia; esta actitud deberá aplicarse en
la construcción de puentes que nos permitan seguir creciendo y aprendiendo de
nuestros errores, aprender a seguir moviéndonos, siendo curiosos, además de
observadores críticos de nuestro quehacer y de el de los otros, preguntándonos
constantemente ¿Qué voy a hacer con esta situación?, ¿A quién puedo pedir
ayuda?
“Cuando todo parezca ir contra ti,
recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él” (Henry Ford).
En ocasiones, creemos que lo académico es lo más importante y en situaciones
tan extremas como las de la pandemia presente, creemos que todo va en nuestra
contra. Estimado padre de familia y
maestro. Capitaliza este tiempo, da valor a los maestros que “forman a tus
hijos”; valora lo que tú también como padre puedes aportar en la educación de
tu hijo.
La educación 3.0 llegó para quedarse,
es el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, ahora
también hay que saber utilizarlas, “alfabetizarnos cibernéticamente”, tanto
maestros como padres debemos saber usarlas para poder modelar el uso adecuado
de las mismas. Por ejemplo, navegar en internet es colocar una lanchita en un
océano revuelto y con huracanes, hay tanta información que se debe aprender a
filtrar los contenidos para hacer el uso correcto de todo lo que podemos
encontrar ahí.
Aprendamos a controlar los miedos a el uso de
las nuevas tecnologías, dejemos la tristeza de perder parte de las clases
presenciales, sobreponernos a las dificultades nos hace ser personas más aptas
para vivir en el presente y aprender a levantarnos tantas veces como sea
necesario; nuestros hijos y alumnos no siempre nos tendrán a su lado, es
importante enseñarles a buscar información en fuentes verificables, es
importante enseñar con el ejemplo a redescubrir la magia de la autoformación.
La escuela y la casa, la casa y la escuela,
como en una banda sin fin, fortalecer los lazos afectivos es la base para el
autodesarrollo personal. Los alumnos necesitan haber cubierto sus necesidades
básicas de alimentación, techo y cuidados para poder abrir su mente al
desarrollo de habilidades sociales, académicas y laborales.
Si deseamos que nuestros hijos y/o
alumnos alcancen su independencia es importante invertir tiempo, y esfuerzo para
que alcancen su plenitud y autodesarrollo.
Hasta la próxima historia de vida, se
despide su compañera maestra Sandra.
Que interesante tema, felicidades querida amiga Sandra, gracias por compratir tus articulos, te mando un fuerte abrazo.
ResponderBorrarLa resiliencia se trabaja y llega a ser una virtud. Gracias por compartir.
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