Cine sin Memoria
José Luis Vivar
Jack London es una leyenda. Al
menos es lo que dicen la mayoría de sus admiradores. No exageran. Además de ser
un extraordinario escritor, fue periodista, integrante del partido Socialista, desempeñó
toda clase de oficios, y se caracterizó por ser un viajero incansable. Todo
eso, en los escasos cuarenta años que vivió. Aunque fue un alcohólico
consuetudinario, el certificado de defunción mencionaba Uremia como causa de
muerte. Otros atribuyen a una sobredosis de morfina, la cual utilizaba para
mitigar los fuertes dolores que sentía. Sin embargo, nada de eso importa cuando
dejó libros que hoy son clásicos.
Ante
la crítica de sus detractores que lo juzgan limitado porque casi toda su obra
se centra en historias relacionadas con animales y vida salvaje -Lobo de mar, Colmillo Blanco, son ejemplos-, algunos autores contemporáneos como
Stephen King lo mencionan como un gran autor universal, porque la riqueza de
este escritor radica en la calidad de su lenguaje no en la temática, que
finalmente es muy variada.
Una
de esas historias es El Llamado Salvaje
(The Call of the Wild), publicada en 1903, y considerada una de sus mejores
novelas. Ambientada en Yukón, Alaska, cuenta la vida de un enorme perro llamado
Buck, una mezcla de San Bernardo cruzado con Collie, que vive aventuras
increíbles, y cuyo final es conmovedor.
Tal
ha sido su éxito que, desde hace tiempo la mencionada novela ha sido llevada a
la pantalla. Existen diferentes versiones, como la de William Wellman de 1935;
o la de Jerry Jemeson de 1976; incluso, hay una muy buena de Peter Svatek de
1997. Lamentablemente, ninguna de ellas había sido una fiel adaptación de la
historia de Buck. De modo que tuvieron que pasar muchos años para que, al fin,
pudiera presentarse una película que realmente fuese una fiel adaptación de
principio a fin de la obra de Jack London.
El llamado Salvaje (The Call of the
Wild, Chris Sanders, 2020), protagonizada por Buck, un perro generado por
efectos visuales por computadora (CGI), y Harrison Ford, comienza en el
tranquilo pueblo de Santa Clara, donde el mencionado can es la mascota consentida
del juez Miller, en cuya casa tiene la libertad de hacer toda clase de
travesuras. Por esos días, la fiebre del oro en Yukón, Alaska, convoca a miles
de personas de diferentes partes del país y del extranjero para ir en su
búsqueda.
Pero
desplazarse entre la nieve no es fácil, se necesitan perros que conduzcan los
trineos. Así que en todos los periódicos estadounidenses se anuncia que se
compra toda clase de caninos de raza grande. Un sujeto sabe que en la casa del
juez hay uno con esas características, y sin dudarlo acude una noche para
robarlo. De esa forma el destino de Buck cambia totalmente, y adaptarse a esa
nueva vida no será nada fácil. Primero al lado de la pareja de carteros
Perrault (Omar Sy) y Françoise (Cara Gee), quienes llevan la correspondencia de
un lugar a otro de esa inhóspita región; y más tarde con John Thornton (Harison
Ford), un hombre solitario que a diferencia de los demás viajeros no va en
busca del precioso metal sino liberarse de sus propios demonios y matar la tristeza
de haber perdido a hijo.
Con
una fotografía impecable a cargo de Janusz Kaminski (dos veces ganador del
Oscar por La Lista de Schindler y Rescatando al Soldado Ryan, ambas de
Steven Spielberg), y una “actuación” magistral de Terry Notary, quien actúa
como base para crear las imágenes de Buck, se presenta una historia emotiva, de
retos fuertes y lecciones de nobleza animal, que es precisamente lo que
trasmite la novela de London.
Algunos
críticos han señalado que la película no es del todo auténtica por presentar un
perro animado, sin tomar en cuenta que en el fondo lo que importa es la
historia de lo que sucede desde el punto de vista de Buck, analizando la
naturaleza humana, así como el comportamiento de los de su propia especie, y de
los lobos salvajes. Además, según el propio director sería imposible encontrar
diferentes perros para que hicieran los diferentes estados de ánimo del perro
protagonista.
El Llamado Salvaje
es una película entretenida, a ratos dramática por lo que viven sus personajes,
y deja satisfechos a los lectores porque en esencia es la misma que hace más de
cien años escribiera Jack London, donde rinde tributo al amor, a la nobleza y
la fidelidad de los perros.
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