Cine sin Memoria
José Luis Vivar
Su nombre es muy fácil de memorizar:
Donald, y además de ser un pato, ha sido uno de los personajes más
representativos de Disney, tal vez por su mal genio, o por su característica
manera de hablar que casi nadie entiende, pero que igual divierte en todos los
países donde se proyectan sus películas. Apareció por primera vez en un 9 de
junio de 1934, en un cortometraje titulado La
Gallinita Sabia, dentro de la famosa serie Sinfonías Tontas.
Contrario
a Mickey -el ratón más famoso en la industria cinematográfica-, quien siempre luce
como un auténtico caballero, por su formalidad en el vestir y comportarse,
Donald es todo lo contrario; a él no le agradan las etiquetas sociales, se
pelea con sus sobrinos, con su novia, con sus vecinos, y puede terminar
embarrado de todo lo que sea, porque su comportamiento obedece al de un tipo
neurótico. Sin embargo, la supuesta rivalidad con el ratón de las orejas
grandes no es más que un simulacro, porque siempre han sido amigos.
Muchos
estudiosos del comportamiento social de los personajes creados por el genial
Walt han dicho que las atribuciones humanas a sus animalitos -prosopopeya-,
están bien definidas, y que su éxito se debe a que están bien definidos, visten
acordes a lo que representan y saben ganarse la simpatía. No obstante, en algún
momento de su largo trayectoria Donald sufrió una fuerte crítica a través de un
libro que fue Best Seller en 1972: Para
Leer al Pato Donald, de Ariel Dorfman y Armand Matterlard.
Dicho
libro que fue considerado como un manual de descolonización apareció en Chile,
durante la época del gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el Dr.
Salvador Allende, y en él se resaltan aspectos de una ideología capitalista que
a través de las páginas de los cómics buscan adoctrinar a los lectores, de
manera particular a los niños, ya que las historias presentan situaciones de
dominación sobre pueblos de bajo nivel socio económico, todo ello con
fundamentos de análisis marxistas y freudianas. Aunque hubo algo que dichos
autores pasaron por alto: las publicaciones de Disney, y en particular las
aventuras de Donald plantean un estilo de vida y cultura estadounidense, y son una
opción de entretenimiento; es decir, el lector tiene la libertad de leerlas o
no. A diferencia de ciertas lecturas que en los países totalitarios son
obligatorias, y se imponen precisamente desde la más tierna infancia, como
parte de un adoctrinamiento político.
Pese
a todo, Donald siguió adelante, porque en su larga trayectoria no solamente ha
luchado contra este tipo de ataques, sino que muchos años atrás se enfrentó al
fascismo, en plena Segunda Guerra Mundial. Der Fuehrer’s face (1943), es una sátira sobre el nazismo, y donde el
famoso pato además de ridiculizar a Adolfo Hitler invitaba a la gente a comprar
bonos de guerra. Su participación se hizo famosa y muchos pilotos tenían su
imagen en la nariz de sus bombarderos.
Ahora
bien, la exitosa carrera de este pato no fue solo de Disney, mucho tuvieron que
ver otras personas: Dick Lundy quien tuvo la idea de vestirlo de marinerito, y
creó la primeras pruebas de movimiento; Arthur Art Babbit y Dick Huemer quienes
le dieron vida, en La Gala Benéfica para
los Pobres (1934) su primera aventura al lado de Mickey Mouse. Y desde
luego, Clarence Nash, encargado de darle la voz, y que “a través de una técnica
llamada Discurso Alaríngeno, la cual consiste en vocalizar desde la parte
inferior del carrillo, en lugar de la laringe” (2020, GQ, O6), permitió esa
sonoridad inconfundible.
Tanto
le agradó a Disney la voz de Nash que lo incluyó en el doblaje de algunas
películas como Saludos Amigos (1942)
y Los Tres Caballeros (1944), y
aunque se retiró en 1983, continuó poniendo la voz al famoso pato en anuncios y
demás promocionales. Al fallecer dos años más tarde, su lugar fue ocupado por
Tony Anselmo, como la voz oficial. Con el tiempo han aparecido otros actores
que se han encargado de darle vida vocal a Donald, pero sin duda que Anselmo,
sigue siendo el mejor.
Este
mes de junio Donald llega a los 86 años de vida, ha participado en 7 largometrajes
y en más de 200 cortos, así como un buen número de programas especiales para la
televisión. Su popularidad se mantiene al alza, y continúa ganando público. Después
de tanto tiempo, seguramente lo tiene sin cuidado que, en alguna ocasión, Walt
Disney dijera a propósito del imperio que representaba: “y pensar que todo
empezó con un ratón”, debió agregar enseguida: y con un pato neurótico que venía
pisándole los talones.
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