Pedro
Vargas Avalos
En todo
sistema político, no solo existen las oposiciones, sino que son necesarias. Los
políticos actúan sobre la base de que invariablemente hay opositores a sus
proyectos; por eso hay muchos que lloran antes de que les peguen, y otros que
siempre hablan curándose en salud.
La
oposición es consecuencia de la libertad, y solo en las democracias brotan y
suelen crecer los opositores que consiguen convencer a las mayorías. En nuestro
país no se había llegado, democráticamente, al momento en que las oposiciones
triunfaran y fueran reconocidas. Porque revisando la historia desde hace cien
años, se puede ver como en cada ejercicio electoral, la autoridad se prestaba o
peor, era quien orquestaba la burla a los ciudadanos. Un caso ejemplar fueron
los comicios para elegir presidente de la República en 1939, cuando
contendieron principalmente los generales Juan A. Almazán y Manuel Ávila
Camacho: los sufragios fueron avasallantes a favor del primero, que era el
opositor, y sin embargo los cómputos oficiales le dieron un triunfo apabullante
al candidato oficial que era Ávila Camacho.
En
las pasadas elecciones federales, se hizo el milagro de que por fin triunfara
la oposición y le fuera reconocida la victoria; más de treinta millones de
ciudadanos llevaron al poder al actual primer mandatario, haciendo imposible
que se desconociera tal triunfo. Desde entonces la nueva oposición se
descompuso y los opositores duraron algo de tiempo en reponerse de tan gran
descalabro. Pero a casi dos años de esos hechos, tal parece que vuelven a
cobrar vida y dan visos de reagruparse para ser más fuertes. Por eso hablamos
de oposiciones, ya que es la suma de los disímbolos opositores: adversarios
políticos, resentidos orgánicos, desahuciados del erario, lastimados por la
austeridad, frustrados aspirantes, cándidos inducidos y decepcionados
simpatizantes.
A
la fecha es evidente que esas oposiciones, no son mayoría, pero de que se hacen
escuchar, vaya que lo hacen, ganando poco a poco algunos adeptos. Para ello les
ayuda que el ejercicio del poder, desgasta y el actual gobierno no podría ser
la excepción. Además, los medios de comunicación en su inmensa mayoría, les da
juego a unos y maximiza los equívocos del gobierno emanado del partido en el
poder. Sin embargo, las oposiciones siguen siendo notoria minoría.
Ante
tal panorama, quienes no quieren al presidente, se las ingenian para proyectar
sus críticas, muchas de ellas irracionales, para hasta saturar las redes
sociales, multiplicándose en los comentarios y dizque análisis sobre el
quehacer público. El mismo Presidente, en una de sus mañaneras, dio a conocer
un escrito que llegó a Palacio Nacional por medio del cual se popularizó un
supuesto BOA (Bloque Opositor contra Amlo) integrado por sus adversarios.
Muchos de éstos se deslindaron de tal agrupación, pero de lo que no renegaron
fue de su carácter opositor, o al menos de crítico radical. Como dice un
conocido analista político: “El campo antilopezobradorista es un jardín en el
que florecen toda suerte de especies y subespecies; algunas elegantes y
atractivas, otras duras y espinosas, más de una venenosa.”
Ya
antes se había hecho público un Frente de Oposición Nacional (FON), según se
lee en el periódico Índigo del 27 de mayo de este año: “Presentan en redes al
Frente de Oposición Nacional contra AMLO.” La información se acompañó con un
dosier fotográfico de supuestos “verdaderos opositores” como los dos Ferriz, J.Berry,
Loret de Mola, R. Alemán, J. Lozano, De Hoyos, Hiriart, Gómez Leyva, Quadri,
etc. Lo malo para ese FON es que muchos de los incluidos, se dijeron
ajenos a él. Lo mismo sucedió con el BOA.
Para
Jorge Zepeda Paterson, existe una clasificación de opositores que incluye a los
vergonzantes, los pragmáticos, los enemigos profesionales, los golpeados, los
anonadados, los desengañados, los reactivos, los despistados, los fatigados,
los de closet y los cruzados.
Según
esa tipificación son Vergonzantes los que no admiten que tengamos un primer
mandatario que no hable inglés, no vista de moda y parezca muy común, o sea,
provinciano; en cambio, los pragmáticos son los que, siendo acaudalados, temen
la política de la 4T les perjudique, pero siguen haciendo negocios, como quien
dice, “a Dios rogando y con el palo dando”.
Los
Enemigos Profesionales, son los desplazados del PRI, PAN y PRD, que perdieron
poder y privilegios y lo que es peor para todo político, viven en el error, o
sea, fuera del presupuesto. Allí están los Fox y Calderón, los Javier Lozano, y
Manlio Fabios. Luego vienen los Golpeados, donde están los que han perdido (negocios,
parte de sueldos) con el nuevo régimen.
Un
ámbito muy importante es el de los Anonadados, porque allí se localizan los intelectuales,
la comentocracia, los conductores de medios, asesores financieros y gestores de
relaciones públicas; aquellos que fuese PRI o PAN el que gobernara, eran
consultados, mimados y financiados por el gobierno. Aquí están los Krauze,
Aguilar Camín, etc. Todos ellos ricos, pero actualmente sufriendo porque no los
considera el régimen.
Los
Desengañados son los que están desencantados con AMLO, porque, aunque votaron
por él, esperaban que actuara diferente a como lo está haciendo. Muy parecidos
son los Reactivos, tal los ambientalistas, feministas, algunos artistas y
científicos que esperaban el presidente anduviera del brazo y por la calle con
ellos. Los Despistados de plano son una especie de ingenuos que siendo por lo
general apolíticos y desinformados, son convencidos por Fake News y cualesquiera
memes de los opositores.
Los
Fatigados vienen junto a los de closet, que por no alegar o quedar mal, siguen
la corriente de sus parientes o amistades que no están de acuerdo con la 4T, y
los segundos son aquellos que, para no perder su chamba, siendo burócratas,
mejor ni hablan. Al final están los cruzados, que son ni más ni menos, los
prosaicos que siguen convencidos de que AMLO es un peligro para México.
Hay
pues, muchos opositores englobados en varias oposiciones; todos tienen derecho
a emitir sus opiniones, con la limitación de no incitar a la violencia o la
ilegalidad. La autoridad los debe respetar, los conciudadanos entender y ellos
mismos, en cuanto opositores, actuar realmente no solo en pro de sus
convicciones, sino teniendo como meta mejorar la democracia y fortalecer a
nuestra patria.
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