Juan
José Ríos Ríos
En la
zona sur, y más ahora en Zapotlán el Grande, mejor conocida como Ciudad Guzmán,
incluso en los mapas oficiales así aparece, por siempre se ha recurrido a la
contratación de personas denominadas jornaleras para que, viniendo incluso de
otros estados del país, realicen tareas de cosecha en el campo, primero fue
para el corte de caña de azúcar, principalmente, ahora para laborar en los
sembradíos de aguacate.
Estas personas, que son dignas como
todo ser humano y que hacen trabajos en suma pesados en los terrenos dedicados
a la agricultura, generalmente vienen en grupos y algunos hasta con su familia,
en donde se incluyen niños pequeños, de brazos y más de uno por cada familia,
algunos “gozan” del cobijo de instalaciones denominadas como albergues, los
conocí y me tocó ver el estado que guardaban en las zonas cañeras de Tamazula,
donde pernoctan y hacen sus quehaceres las mujeres, con sus niños y maridos.
Eso fue en el pasado, en el presente
la migración y el empleo de personas dedicadas a estas labores, sigue siendo y
muy generosa, más ahora en Ciudad Guzmán con las huertas de aguacate y frutos
como la fresa, el arándano y otros denominados como berrys, se les ve en gran
cantidad haciendo largas filas para cobrar sus jornales en las instituciones
bancarias ubicadas por los portales de la zona centro, por cierto muchas sin
respetar la sana distancia y menos usando cubrebocas, cuando la pandemia del
COVID-19 está en su fase más crítica.
Y es precisamente por la pandemia,
aunque en Ciudad Guzmán y la Región sur sean hasta el momento y por fortuna,
muy pocos los casos detectados de personas contagiadas por la enfermedad,
cuando vale la pena preguntar a las autoridades del sector salud, ¿qué se hace
en beneficio de estas personas, se sabe dónde y cómo viven, si aplican las
medidas sanitarias indicadas para protegerse de un posible contagio del
COVID-19?
Si públicamente y por lo que está a
ojos de todos, los jornaleros hacen grandes filas por los portales para cobrar
sus salarios y condiciones de riesgo, ¿cómo será su vida en dónde se alojen,
vivan, convivan, incluso con sus familias, serán las apropiadas para, cuando
menos no enfermarse y menos del COVID-19?
Que no vaya a pasar como por el consumo
de alcohol adulterado, cuando por falta de control o de una inspección oportuna
de las autoridades responsables, ahora se tenga un elevado número de personas
muertas por consumirlo, incluyendo hombres y mujeres y de todas las edades,
dice un refrán: “Más vale un grito a tiempo”, el deseo es que sea a tiempo y si
es que al respecto no se haya hecho nada. Esperemos que no haya contagios o
enfermos para actuar, como sucedió por el consumo de alcohol adulterado, si es
que, repito, no se está actuando al respecto.
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