Pedro
Vargas Avalos
La
situación que guarda la República ha venido deteriorándose de acuerdo a la
visión del sector que se ha vuelto crítico del presidente y por lo tanto de la
Cuarta Transformación. Algo parecido sucede en Jalisco, donde el ejecutivo
estatal provoca cada vez más, inconformidades y señalamientos negativos.
Ambos
mandatarios, en aras de lograr sus buenas intenciones, son obstinados y poco
flexibles; la diferencia entre los dos es que, el presidente siempre ha sido de
ese tenor y en cambio el gobernador ha registrado variables, aunque eso sí,
siendo porfiadamente ardoroso.
Los
problemas que ha enfrentado el primer magistrado de la nación, son mayúsculos.
No se puede negar que la inmensa mayoría de asuntos de esa problemática (inseguridad,
corrupción, impunidad, pobreza, sistemas de salud insuficientes, etc.) fue
herencia de varios sexenios calificados como neoliberales.
En
Jalisco, la decadencia priísta desde Cosío Vidaurri hasta Aristóteles Sandoval,
entrelazada lamentablemente con los desgobiernos panistas cuya cúspide fue el
desenfreno de Emilio González, ofreció la ocasión para que Alfaro Ramírez se
alzara con el poder.
Ambos
gobernantes, significaron la esperanza ciudadana de terminar con etapas
ominosas para los intereses populares: la democracia pareció que por fin proporcionaría
la solución a los ancestrales atrasos que padeció nuestro pueblo.
Pero
resultó que, a nivel del país, inmediatamente aparecieron los dolidos de la
derrota electoral, y comenzaron a fraguar revanchas y desquites,
constituyéndose en enconosos cuantos impúdicos adversarios. Y si ese ya de por
sí es un grave problema, de súbito apareció la apocalíptica pandemia denominada
Covid 19, que de plano todo lo ensombreció.
La
situación general ahora, sumados los anteriores factores más otros de suma
importancia (desempleo, presiones económicas) generan un escenario en que se
antoja, se necesita, algo que sirva como extinguidor. Y para muchos
observadores de la vida nacional nada mejor que se proceda legalmente contra
los expresidentes (específicamente Calderón y Peña Nieto).
El
primero de los antedichos exmandatarios, se ha convertido en tozudo crítico de
Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación, y por lo que ve al
segundo expresidente, aunque ha permanecido silente, sus garrafales desarreglos
gubernamentales exigen que se les llame a cuentas. En cualquiera de los dos
casos, representan el eficaz desagravio del hambre y sed de justicia de los
mexicanos. Es decir, para el actual momento de crispación política y económica,
o uno muy próximo, funcionarían como eficiente apagafuegos. La interrogante que
surge es si el Presidente se decidirá por ese camino, sendero que la mayoría de
los ciudadanos exigen se recorra.
Al
respecto nos llamó la atención lo que manifestó el distinguido periodista,
escritor y agudo observante del devenir nacional, Jorge Zepeda Paterson, quien
opinó: “Calderón o Peña Nieto, para el actual gobierno, es una especie de
rómpase en caso de incendio; como los tanques que está allí en las paredes, y
creemos que funcionan y un día están allí para usarse si fuera necesario”.
Por
lo que ve al ejecutivo local, la cosa no parece tan sencilla porque los “apaga
fuegos” que podría tener al alcance de la mano no parecen tan eficientes. Uno
sería el que nos mentó la madre a todos los jaliscienses (Emilio González
Márquez), que mereciendo que se le llamara a rendir cuentas y probablemente
parar en la cárcel, la indiferencia de su sucesor da la impresión que lo
absolvió. El otro “extinguidor” sería el exgobernador priísta de nombre
aristotélico, cuya administración dio mucho que decir en cuanto al manejo de la
hacienda pública y auspiciamiento de colaboradores deshonestos; como ejemplo (y
tuvo varios) allí está el caso del área de salud, donde habiendo materia para
aplicar el peso de la ley, tal parece que la justicia se ha embrollado y el
pródigo doctor Cruces Mada, presume que la va a librar.
¿Cuál
pudiera ser el momento del rómpase en caso de incendio o si es necesario? Los
respectivos mandatarios que decidirán, ¿creerán que, si es procedente echar
mano de este expediente, para que sirva de apaciguador de las crisis que
padecemos y lo más probable es que se van a alargar? Poco vivirá quien no vaya
a saber lo que decidan los mandamases, pero sobre el tema, aseguran muchos
comentaristas que ese instante sucederá, entre ahora y hasta antes de las
próximas elecciones. ¿Usted qué opina?
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