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lunes, 25 de mayo de 2020

La deuda y la palabra









Pedro Vargas Avalos


El tema del momento en el país y particularmente en Jalisco, desde luego dejando a un lado la pandemia que nos zarandea, es si conviene o no endeudarse para salir del paso.

Los dos políticos del momento para Jalisco, son el gobernador y el presidente de la República. Hace años ambos coincidían, especialmente en las campañas electorales del 2006, cuando el inefable Felipe Calderón se quedó con la presidencia, según él mismo afirmó “haiga sido como haiga sido”. Y ya sabemos que su desgobierno, sumado al período del frívolo Fox, e incrementado por el del inmundo Peña Nieto, nos llevó prácticamente al abismo.

La cereza en el pastel de tantas amarguras, fue la pandemia del Coronavirus 19. Y para encarar la situación y sus consecuencias, se debate sobre si es pertinente acudir al dinero fácil que es el de los préstamos. No importando la pesada herencia que se deje a nuestros posteros.




Todo mundo señala que cuando trataba de ganar votos para alzarse con la gubernatura, Alfaro Ramírez en tocante a deudas decía:” No hipotecaré al Estado”. Una nota del acreditado semanario Proceso fechada el 21 de mayo, dice así: “Enrique Alfaro Ramírez, como candidato a la gubernatura, aseveró durante un debate contra sus contrincantes que no habría ni un solo peso de deuda pública. Ahora, como mandatario, dejaría un endeudamiento por arriba de 33 mil millones de aprobarse un nuevo crédito por 6 mil 200 millones de pesos.”

Lo anterior, lo expresó en un encuentro que se transmitió aquí en Guadalajara el mes de mayo de 2018. Y fue como un lema del entonces aspirante a gobernar Jalisco, sostenido por el partido del desacreditado ex priista Dante Rannauro: “Movimiento Ciudadano”.  Y aquella idea sobre la deuda, luego la confirmó entonces candidato, al ratificar su dicho de que “mi compromiso también es puntual. No va a haber en mi gobierno ni un solo peso de deuda pública”.

Por su lado, el actual primer mandatario de la nación, siempre ha declarado su aversión a las deudas de carácter público. Desde su férrea lucha contra el malhadado FOBAPROA, hasta la fecha, su conducta ha sido inflexible: no a la deuda, no a los préstamos.




Bajo esa panorámica, podemos fácilmente ver que los antes aliados y hoy distanciados, gobernador de Jalisco y presidente de México, le dan a su palabra un valor o significado distinto.

Yo recuerdo que nuestros ancestros, por lo general serios y trabajadores, siempre sostenían que era mejor quedarse sin cenar que amanecer con deudas. Y no les faltaba razón, y de esa manera es como sostuvieron a nuestra patria, a pesar de tanto político rapaz que hemos padecido desde la independencia, y que se refinaron después de la Revolución.

La semana pasada, mientras que AMLO volvía a negase a pedir prestado, como le insisten los patrones de la COPARMEX, para dizque salir del problema económico que angustia a la nación, el gobernador anunció que solicitaría (es un decir, porque tiene mayoría y aliados) la autorización del Poder Legislativo para un nuevo préstamo por 6 mil 200 millones de pesos. A estas alturas ya lo deben haber autorizado sus alfiles del Congreso local. Y decimos nuevo porque parece que el empeño del mandatario jalisciense, es romper récord de deuda pública en su mandato.





Porque recordemos que el 15 de febrero de 2019, Alfaro solicitó autorización para un crédito por 5 mil 250 millones de pesos, que sobra decirlo se le aprobó: el asunto lo justificaba porque decía que el gobierno estatal había tenido reducción de participaciones federales. Y claro que la más fácil forma de resolver esa disminución, era la deuda. Y se vinieron desgranando empréstitos de un tipo y de otro. Total, si contamos el nuevo endeudamiento, llegará la deuda de Jalisco a cerca de treinta mil millones de pesos. Carga más que pesada, no para los políticos (ni los empresarios), sino para el pueblo.

A nivel federal las cosas siguen manteniéndose polarizadas: por un lado, el gobierno de López Obrador, firme en sus ideas (sean buenas o no, oportunas o ineficientes, pero al fin impasibles) y por la otra parte, los furibundos partidarios del endeudamiento, los que condenan fuera de sí (porque no saben guardar serenidad) todo lo que haga el gobierno. No entienden que si a éste le va mal, nos va mal a todos los mexicanos.

            En cuanto al gobernador, debería de repasar sus acciones de cuando fue alcalde de Tlajomulco, donde se ganó el capital político que lo llevó a gobernar la Perla Tapatía y luego a ocupar Casa Jalisco. Quizá allí encuentre la fórmula para reencontrase con el pueblo jalisciense, que la mera verdad ya no lo ve como entonces.

Ojalá y las cosas mejoren y tanto mexicanos como jaliscienses, podamos ver muy pronto la luz que anuncie el final del túnel.



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