Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
En las
fiestas patronales del año 2000 conocí la población de la antigua Hacienda del
Rincón, invitado por el amigo Profr. Jesús Santiago Casillas Gorgonio, nacido
en esta población y avecindado actualmente en ese lugar, en aquel año el Mtro.
Santiago, era el director de la legendaria escuela primaria “Manuel Chávez
Madrueño”, cuando estaba en el centro de Ciudad Guzmán, en su edificio
actualmente quedó la Escuela Municipal de Música “Rubén Fuentes”. Era la
penúltima semana de noviembre, hubo misa concelebrada y presidida por el Sr.
Obispo de la Diócesis, Don Rafael León Villegas y al finalizar la misa, en la
plaza y foro frente al templo se presentó el ballet folclórico de Gómez Farías,
dirigido por el Profr. Gabriel Villalvazo.
Los miembros del ballet regional se sentían eufóricos porque recién habían
hecho una gira al estado de Texas donde tuvieron algunas presentaciones y
fueron tratados muy bien como embajadores de nuestras costumbres y bailables
más representativos. Su éxito fue inobjetable.
Era
un grupo de jóvenes entusiastas que aceptaban las frases de aliento de un
servidor que le proponía a la concurrencia durante la presentación de cada
estampa regional en el desarrollo del festival y les aplaudieron largamente
después de sus actuaciones, al despedirme se me invitó para la siguiente semana
día de la fiesta, día de Cristo Rey, única y singular noche que Cristo Eucaristía
recorre la población en las horas que preceden al día de fiesta.
Pasaron
los años y por diversas razones regresé en varias ocasiones a esta población,
pero fue hasta noviembre del año 2006 en que me di la oportunidad de estar
cerca de la devoción y el culto público al Pan de Vida Eterna como en algunas
ocasiones las viví cuando niño los Jueves del Corpus Cristi. Fiesta solemne
donde el pueblo se reunía para la peregrinación encabezada por autoridades
religiosas de la comunidad a quienes se unían los principales, los políticos y
el pueblo en general entre rezos y cantos proclamando: “Cielos y tierra,
bendecid al Señor. Honor y Gloria a Ti, Dios del amor”.
Cantos
centenarios, fue la primera impresión en aquella fresca noche, cantos de
alabanza, convertidos en 1926 a 1929 durante la Cristiada en grito de lucha y
lema de vida. ¡Qué viva mi Cristo! ¡Que viva mi rey! Avanzamos a cada uno de
los altares y luego de la bendición con el Santísimo, las explosiones de una
gruesa de cohetes luces, bombas que iluminaban la noche y bañaban de colores
las distintas calles, ahogando por momentos el redoble de los tambores y el
toque de las cornetas de la magnífica banda de guerra. La explosión más
significativa siempre será la del ánimo personal ante la fe arraigada de nuestro
pueblo.
Posteriormente
el Viernes Santo del año 2007, las calles del Rincón limpias y frescas porque
se han regado están aseadas con esmero, las familias se preparan para vivir el
paso de Jesús en su aprehensión camino al Pretorio, con Anás, Caifás, Herodes,
Pilatos, azotes, condena, crucifixión y su muerte. Allá en lo alto y afuera de
la población en medio Gestas y Dimas. El escarnio y su muerte fueron el
espectáculo vergonzante, sin embargo, así debería ocurrir para que la falta
fuera redimida por semejante Salvador.
No
hay duda, el teatro con las personificaciones del viacrucis son el significante
de una realidad que no alcanzamos a asimilar en la comprensión del amor de Dios
a su pueblo. La misión de los actores y organizadores, además de reverencia a
la vida y muerte de Jesucristo, lleva el sello de libertad en la participación
y eso se entiende en la solución de dificultades, costos, sacrificios, trabajos
que implican la representación, para hacer las cosas mejor y sean una
demostración de íntima creencia religiosa.
Su
mensaje didáctico, son la enseñanza de lo que nuestros actuales niños y jóvenes
se niegan estudiar y así, tal vez dejen en sus mentes la dimensión del misterio
de la muerte de Cristo por amor a la humanidad. Donde la sola palabra para
asimilar, no fue suficiente. Felicidades a los actores, organizadores y
población del Rincón que nos regalaron un testimonio de su fe.
Ahora
en este alejamiento solicitado por nuestras autoridades en plena Epidemia del
COVID 19 en nuestro país, de algunos apuntes de aquel entonces pude rescatar
esta reseña de los eventos descritos teniendo como escenario La Hacienda del
Rincón, localidad de Zapotiltic que añora sus Fiestas Patronales por la
suspensión, no por falta de fe, simplemente se aplaza para mejor ocasión donde
podamos concurrir a dar testimonio de lealtad en compañía de los amigos y
conocidos. Saludos amigos.
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