lunes, 25 de mayo de 2020

Aislamiento, una fuente de inspiración para la creación literaria






Iván Serrano Jauregui
El Volcán/UdeG


Algo invisible a simple vista fue lo que detuvo a la humanidad, el virus SARS-CoV-2 ha estremecido a todos los seres humanos. Y aunque cada quien busca cómo sobreponerse, ¿qué haríamos con todas las ideas, emociones y sentimientos que esto nos produce si no tuviéramos la pluma y la palabra para ponerle nombre a lo que vivimos?



            La literatura es una gran válvula de escape que ayuda a dimensionar lo que vivimos y también a dar un dejo esperanzador. Por ello, en la emisión de este miércoles de los webinars de la Universidad de Guadalajara (UdeG), un grupo de artistas de las letras abordaron el tema de “Covid-19 y la literatura”.

            El escritor Luis Vicente de Aguinaga, profesor del Departamento de Letras del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), explicó que el escenario de enfermedades nuevas que azotan a la humanidad ya se ha vaticinado en obras literarias, que evidencian las reacciones de la gente.




            “En 1983, la gente hablaba del sida sin conocimiento y mucho de lo que decía era incorrecto, inexacto o falso. En retrospectiva, se puede ver que el miedo se divulgó primero que la vía científica. Desde la literatura se puede ver cómo lo imaginario se transmite con mayor velocidad que la información científica”, mencionó.

            De Aguinaga recordó que Juan Goytisolo fue autor de libros que abordan el VIH y cómo se vincula con contextos sociales de la época.

            “Todos los movimientos importantes en la historia literaria parten de la idea de que el texto literario responde a la estructura e imágenes de la realidad preexistente. Tenemos que admitir de que la literatura es una emanación nociva de la realidad”, externó.



            Cecilia Eudave, también profesora investigadora del Departamento de Letras del CUCSH, aseguró que “la literatura genera conciencias”, sobre todo en momentos excepcionales de la humanidad.

            Un ejemplo de esto es la cantidad de libros que abordan las realidades utópicas (sociedades equilibradas e ideales) y las distópicas (las nefastas, totalitarias e indeseables), tales como Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932) y 1982 (George Orwell, 1949).

            “La literatura apocalíptica no es que vengan los zombies a comercios, y que el mundo se va a acabar; veámoslo como una metáfora: somos zombies porque estamos intoxicados con el exceso de información. Pero, ¿cómo desintoxicarnos? Con los diferentes lenguajes que ofrece la literatura: la novela, el cuento, la poesía, el teatro. Un pueblo que lee tiene conciencia”, subrayó Eudave.

            Algunos libros que la escritora recomienda para estos tiempos de aislamiento son La mano de la buena fortuna, de Goran Petrović, que trata sobre cómo un grupo de personas confinadas acuerda leer un libro a la misma hora, y ellos mismos se encuentran todos en el mismo libro.




            De igual forma sugirió Jornada de un periodista americano en el año 2889, escrito por Julio Verne en 1899, que asombrosamente describe situaciones futuristas que hoy son realidad.
            La poeta y Directora de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, Carmen Villoro, se enfocó en la utilidad de la literatura para la humanidad: “La literatura tiene una utilidad, no como la de una pala o pinza, pero sí una moral, una emocional. Lo que nos dice es ‘estoy vivo en este momento’, estoy atravesando algo, por lo que puedo compartir mi experiencia emocional”, dijo.

Transmitir la experiencia subjetiva para la posteridad es algo que logra la literatura. En ese sentido, es importante leer lo que se ha escrito a lo largo de la historia, “porque los autores nos expresan eso que todos quisiéramos en algún momento poder expresar”, manifestó.

            El poeta Ángel Ortuño elogió la función de la literatura, pero en especial de la poesía como un vehículo que permite convertir en sonido las palabras impresas. “La poesía es una música de ideas”, indicó.

            Aseguró que las palabras son cuerpos celestes que forman parte del universo de la literatura, que nos permiten adentrarnos a distintos contextos, y entender la realidad.


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