Víctor
Hugo Prado
Lo peor
de la pandemia del COVID-19 está por venir, eso lo han remarcando los
especialistas en salud pública. En próximas semanas, una o dos, México estará
asumiendo la fase 3 de una epidemia que trae de cabeza al mundo y a la que no
se le ve final feliz. Apenas el 27 de febrero había un solo caso en la nación,
ahora, según el reporte del 06 de abril, van 2,439 contagios y 125 muertos. ¿podrá
haber más contagiados?, a lo mejor sí, pero la Secretaría de Salud ha cancelado
la posibilidad de saberlo al no autorizar pruebas rápidas para diagnosticar
posibles contagios. Jalisco ha insistido en su uso masivo, pero ha habido
resistencia a ser avaladas por el gobierno federal y la COFEPRIS, órgano
regulador de las normas sanitarias. Así que preparémonos para lo que venga.
Las
únicas condiciones que permitirán que la pandemia no llegue en forma de tsunami
tomando desprevenida a la población, es lo que sabemos: guardar el
distanciamiento social, quedándose en casa; lavarse las manos con jabón o con base
en alcohol; al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el codo
flexionado; mantener al menos 1 metro y
medio la distancia entre usted y las demás personas, particularmente aquellas
que tosan o estornuden; no tocarse los ojos, la nariz o la boca, porque puede
traer las manos contaminadas; y, si tiene fiebre, tos y dificultad para
respirar, solicite atención médica a tiempo.
No
es la única pandemia que los países tendrán que afrontar, también viene otra de
proporciones insospechadas. La de la recesión económica que ya afecta al
empleo, la viabilidad de las micro, pequeñas y medianas empresas, y la
incapacidad financiera para invertir. El mensaje del presidente del domingo se
esperaba con mucho interés, las expectativas giraron en torno a cómo reactivar
la economía y garantizar el empleo. No hubo anuncios relevantes, un mensaje sobre
ideologizado, más de los mismo.
No
habrá seguro contra el desempleo, tampoco apoyos económicos para la micro,
pequeña y mediana empresa (MiPyME´s), pese a que forman parte de una importante
cadena de pagos que, de quebrar un eslabón, se caen los demás, fracturando la
economía. No habrá plazos ni condonaciones para pago de impuestos, no habrá deuda
pública porque simplemente no se quiere “endeudar” al país, aun cuando la
destrucción de la capacidad productiva será más desastrosa que ésta. No hubo
cambio de paradigma, menos de dirección, pese a las recomendaciones de los que
sí saben economía. En México el 99 % de los negocios MiPyME´s suman casi 5 millones y emplean al 70 % de la
fuerza laboral. A sus dueños y trabajadores, no les ha caído esta crisis como a
anillo al dedo, sino como la soga al cuello, que podrá tensar la incapacidad y
cerrazón de un gobierno federal que se ve poco solidario.
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