Juan
José Ríos Ríos
Aunque
siempre ha existido el afán de lucro y la ambición por el poder y el dinero, es
ahora, a causa de las medidas tomadas para enfrentar de la mejor manera la
pandemia por el Covid 19, cuando se hace de manera más manifiesta la miseria
humana que duerme o late en personas que tienen más en mente su beneficio
propio que el bien común, su hambre de dinero y poder a costa de quienes, de
alguna u otra forma, son usuarios de servicios que prestan grandes y poderosas instituciones
creadas para lucrar y enriquecerse a costa de los demás, validos de las
necesidades y carencias que tienen las grandes mayorías.
Precisamente por decisiones
oficiales, la gran mayoría de esas empresas o instituciones que lucran y en
grande de las necesidades de los demás, mantienen cerradas sus puertas o
prestan servicios precarios para atender a sus víctimas, limitando su
prestación a horarios y condiciones que ellos mismos fijan, sin importarles el
tiempo, las distancias que se tienen que cubrir para cumplir pagando o abonando
deudas, cuando deciden suspenderlos porque ya es hora de salir de sus
empleados, haciendo perder tiempo y dejando sin posibilidad de que sus usuarios
cumplan en tiempo y forma con sus abonos o pagos.
No conforme con ello, esas
instituciones – comprendiendo bancos, grandes tiendas comerciales que venden en
“abonitos” fáciles de pagar, entre otras- recurren a una estrategia que viola
de manera flagrante los derechos ciudadanos de privacidad domiciliaria haciendo
llamadas vía telefónica exageradamente constantes o mensajes de voz o escritos
a los sistemas que tienen registrados de sus víctimas, para EXIGIR, así, con
mayúsculas, que pasen a pagar o a saldar las deudas que tienen porque ya está
vencido en tiempo o, incluso, como el monopolio de la telefonía, presionando a
que liquides el servicio cuando ni siquiera ha llegado el recibo
correspondiente del cobro a casa del cliente. Es letra muerta, en este sentido,
lo que la ley dice: “Nadie puede ser molestado en su persona, domicilio,
posesiones… etc.”.
Cuando no se cumple a tiempo el
abono o el pago de una cuenta en una institución bancaria, ésta aplica
sanciones de tipo económico, es decir; cobra interés sobre el monto de la deuda
más los intereses que ésta genera de manera mensual o como se haya celebrado el
trato, es decir, no pierden, ganan más, lo que el cliente o la víctima para el
caso, no puede eludir, razón por la cual no debiera molestar a sus usuarios
exigiendo el pago en tiempo y forma cuando esa misma institución mantiene
cerradas sucursales y si acaso tiene una operando, resulta insuficiente para
atender la gran demanda de quien o quienes desean estar al corriente. He
conocido, de manera directa, que personas adultas que fueron al banco para
retirar su pensión que no alcanzaron a realizar el trámite porque ya se terminó
el horario del servicio, cuando debiera suspenderse hasta que se terminen las
filas.
Lo mismo ocurre con las empresas que
tienen a la venta artículos diversos para el hogar y que usan la estrategia de
ofertar todo con sistemas de pagos “fáciles”, en abonitos semanales que tientan
a la gente creyendo que de esa manera podrán tener en su casa la tele, el
mueble, el refrigerador o cualquier otro aparato, incluidas hasta las motos,
cuando al final de cuentas esos pagos hacen que el cliente cubra casi un 50 por
ciento más del valor de lo adquirido de esta forma, que se pudiera ahorrar si
el consumidor tuviera calma y no se dejara vencer por el ánimo consumista de
comprar a costa de lo que sea, comprando de contado lo que le sale costando más
caro por caer en este tipo de estrategias. Pero cada quien es dueño de sus
decisiones y para eso están quienes se aprovechan de esta debilidad o de las
gentes que realmente no tienen para adquirir lo que necesitan sin caer en
trampas difíciles de salir.
Por ello, llama mucho la atención el
llamado que el Presidente Municipal de Zapotlán el Grande, ha hecho a las
empresas que recurren a sistemas de pagos fáciles para que hagan conciencia de
la situación, que no presionen a sus clientes para que paguen cuando muchos de
ellos están cumpliendo con las medidas impuestas y con ello impedidas para
trabajar o tener los ingresos que les permita mantener el ritmo de vida que
llevaban antes de la pandemia, un llamado que es de desearse no caiga en oídos
sordos de quienes va dirigida la petición de Pepe Guerrero, que de esta manera
da una muestra más de que, sin dejar de cumplir sus obligaciones como
autoridad, no ha perdido su vocación de servir y trabajar pensando en los demás,
más allá de lo que legalmente está obligado como tal.
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