Víctor
Hugo Prado
Con
casi 2.5 millones de personas que se han contagiado de Covid-19 y al menos
170,000 han fallecido en todo el mundo, según la Universidad Johns Hopkins; en
México, los casos confirmados suman ya 8,772, mientras que la cifra
de las personas fallecidas a causa de la enfermedad es de 712,
de acuerdo con las cifras proporcionadas la noche de este lunes 20 de abril por
las autoridades de la Secretaría de Salud federal.
Nada
menos que el día de ayer fue decretada la fase tres, con lo que se alcanzará la
expresión más alta de una curva de incidencia que todavía se puede aminorar, si
y solo si atendemos las recomendaciones que desde a mediados de marzo los
expertos y los gobiernos han venido repitiendo todos los días por todos los
medios.
Y
como lo hemos visto de manera sostenida en la gran mayoría de países del mundo,
ha imperado la solidaridad y reconocimiento al personal que labora en tareas
del sector salud: médicos, enfermeras, técnicos especializados, laboratoristas,
administrativos y trabajadores de limpieza, que se han convertidos en los
héroes con bata, mascarilla, googles, caretas, y trajes, dispuestos a luchar
contra el enemigo. Toda regla tiene su excepción, en México, por ejemplo, una
gran cantidad de profesionales de la salud han acusado maltrato, vejaciones, discriminación
y segregación, por el taxista, en la tienda de conveniencia, en el camión
urbano, por los vecinos que le han impedido el ingreso a su complejo
habitacional, etc. Negándoles el
servicio, la venta de mercancías, o la entrada a su propia casa por el “temor”
a contagiarse, ¿qué nos pasa? Pareciera que el estigma es una fuerza de
retroceso más poderosa que las de avance,
Por
fortuna frente a lo complicado de la situación sanitaria y económica hay que
decirlo, reiterarlo, aprenderlo y documentarlos. Cada vez son más las muestras
de solidaridad de una sociedad civil que ante el confinamiento, prefiere
mostrar el apoyo y amor al prójimo, aun con las dificultades que se dan todos
los días para la interacción social.
Los
gobiernos, unos más, otros menos acertados, pero que todos los días exhortan
con responsabilidad, a pesar de las dificultades económica venideras, a
quedarse en casa, sabedores de que de esa manera se contribuye a abatir la
pandemia, al no contagiarse y no contagiar a los demás.
A los
necios, impertinentes e ignorantes, que entorpecen las acciones de los que
contribuyen a resguardar la salud, hay que decirles que no ayudan en nada
frente a la crisis sanitaria. Que la efectividad de las acciones corresponde a
todos, para enfrentar una fase de la crisis que nos pondrá una de las pruebas
más difíciles por las que hayamos cruzado.
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