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jueves, 23 de abril de 2020

En la pandemia hemos visto y aprendido







Víctor Hugo Prado



Con casi 2.5 millones de personas que se han contagiado de Covid-19 y al menos 170,000 han fallecido en todo el mundo, según la Universidad Johns Hopkins; en México, los casos confirmados suman ya 8,772, mientras que la cifra de las personas fallecidas a causa de la enfermedad es de 712, de acuerdo con las cifras proporcionadas la noche de este lunes 20 de abril por las autoridades de la Secretaría de Salud federal.

Nada menos que el día de ayer fue decretada la fase tres, con lo que se alcanzará la expresión más alta de una curva de incidencia que todavía se puede aminorar, si y solo si atendemos las recomendaciones que desde a mediados de marzo los expertos y los gobiernos han venido repitiendo todos los días por todos los medios.




Y como lo hemos visto de manera sostenida en la gran mayoría de países del mundo, ha imperado la solidaridad y reconocimiento al personal que labora en tareas del sector salud: médicos, enfermeras, técnicos especializados, laboratoristas, administrativos y trabajadores de limpieza, que se han convertidos en los héroes con bata, mascarilla, googles, caretas, y trajes, dispuestos a luchar contra el enemigo. Toda regla tiene su excepción, en México, por ejemplo, una gran cantidad de profesionales de la salud han acusado maltrato, vejaciones, discriminación y segregación, por el taxista, en la tienda de conveniencia, en el camión urbano, por los vecinos que le han impedido el ingreso a su complejo habitacional, etc.  Negándoles el servicio, la venta de mercancías, o la entrada a su propia casa por el “temor” a contagiarse, ¿qué nos pasa? Pareciera que el estigma es una fuerza de retroceso más poderosa que las de avance,  

Por fortuna frente a lo complicado de la situación sanitaria y económica hay que decirlo, reiterarlo, aprenderlo y documentarlos. Cada vez son más las muestras de solidaridad de una sociedad civil que ante el confinamiento, prefiere mostrar el apoyo y amor al prójimo, aun con las dificultades que se dan todos los días para la interacción social.



Los gobiernos, unos más, otros menos acertados, pero que todos los días exhortan con responsabilidad, a pesar de las dificultades económica venideras, a quedarse en casa, sabedores de que de esa manera se contribuye a abatir la pandemia, al no contagiarse y no contagiar a los demás.

A los necios, impertinentes e ignorantes, que entorpecen las acciones de los que contribuyen a resguardar la salud, hay que decirles que no ayudan en nada frente a la crisis sanitaria. Que la efectividad de las acciones corresponde a todos, para enfrentar una fase de la crisis que nos pondrá una de las pruebas más difíciles por las que hayamos cruzado. 


 

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