martes, 21 de abril de 2020

¿De qué hablamos cuando hablamos de la educación con perspectiva de género?







Mtra. Rosa María Chávez Hernández


¿Qué es la perspectiva de género? La perspectiva o enfoque de género es aplicable para abordar “la experiencia humana teniendo en cuenta las significaciones atribuidas al hecho de ser varón o ser mujer en cada cultura y en cada sujeto”. (Burin, 1998: 27).

 La perspectiva de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual.





La educación con perspectiva de género involucra la formación de la nueva personalidad, del individuo nuevo, sobre la base de la equidad entre los sexos, buscando alternativas que le permitan acceder de manera igualitaria a los servicios que brinda el sistema educativo, sin discriminación, ni exclusión.

Porque la educación es algo más profundo que la transmisión de conocimientos: es la oportunidad de formar individuos al dotarlos con las herramientas fundamentales que les permitan descubrir el maravilloso don de decidir libremente el rumbo de su vida. La educación basada en la equidad de género, debe ser dirigida a hombres y mujeres por igual para que, junto al desarrollo de su potencial, aprendan a valorar y respetar a los miembros del otro sexo como iguales, y compañeros en los esfuerzos que realicen, para el logro de una sociedad armónica que engrandezca y beneficie a ambos. Por ello, durante el transcurso del ciclo escolar el docente debe ser consistente en la implementación de estrategias que conduzcan a que las relaciones personales en el aula estén basadas en la equidad de género, con la esperanza de que las actitudes aprendidas tengan eco en la vida futura de los alumnos.




La educación basada en la equidad de género sigue siendo la opción para lograr una sociedad más democrática, más humana, por lo que es un reto y una responsabilidad que debe asumir cada ciudadana y ciudadano de nuestro país.

Los cambios en México tienen la esencia, el ritmo y la diversidad que les son propios; y para el logro de una sociedad estructurada en la equidad de género, solo la amalgama de las historias individuales puede constituirse en el impulso transformador que le dé al país una nueva fisonomía.



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