Samuel Gómez Patiño
Si el primero de enero recogemos
todo el dinero del país y lo repartimos en partes iguales a la población, el 31
de diciembre los ricos volverán a ser ricos y los pobres a ser pobres. Esta
alegoría de Alex Dey, me recuerda mucho a la situación que estamos viviendo
actualmente. Al igual que su servidor, somos personas de costumbres y hábitos.
¿A
que le tienes más temor? ¿A enfermarte de COVID-19 o a morir de hambre?
Escuchaba en la televisión a personas en un atestado mercado sobre ruedas pretextos
por los que acudieron a comprar en medio de la prohibición por la pandemia,
palabras como ¡De algo nos vamos a morir! ¡Necesitaba sacar a la familia!
¡Tenemos que comer!, lo más triste, llevan a sus niños y personas mayores con
ellos.
La
mayoría viven al día, trabajas y comes, trabajas y comes, no está en nuestros
hábitos el ahorro o cuidado del patrimonio. ¿Para qué? Al fin y al cabo, nos
vamos a morir y no lo podemos llevar. Hay personas pobres y no por casualidad. Me
gusta esta frase: ¡Nacer pobre no es tu culpa, morir pobre si lo es! de Bill
Gates. De seguro no estás preparado para la recesión que se aproxima y menos si
pierdes tu trabajo o tu empresa.
Greta
Thunberg lucha porque las naciones pongan atención al cambio climático, sin
embargo, la naturaleza ha encontrado un maestro extraordinario: astuto, eficaz
y mortal, que tiene más voz que la juvenil activista. Ahora nos educa para
cambiar, estamos aprendiendo que la buena alimentación y la salud son más importantes
que el trabajo y la vida acelerada que llevamos donde sacrificamos las horas de
sueño y el buen comer, sano y suficiente.
Selina
Juul, comenta que el total del desperdicio de comida en el mundo es igual al
total de alimentos necesarios para alimentar a la población en pobreza y que no
tienen para comer. Creemos que vivimos en la abundancia, consumimos
indiscriminadamente sin medir las consecuencias. Sobreexplotamos los recursos
naturales como si fueran infinitos. Nos apoderamos de los espacios de animales,
sus bosques, campos, mares, ríos, selvas, en fin, nos creemos dueños de todo.
Parece
que la naturaleza habla. ¿Has visto como es frágil la vida de una hormiga?
Basta con que las pises para cambiar su mundo de arduo trabajo. Pues ahora, la
naturaleza nos esta dando un pisotón a través del que llamamos COVID-19, que
frágil es la vida humana. En definitiva, los que sobrevivan, no solo los que no
fallezcan, sino todos los que ahora sentimos el aislamiento, el encierro, la
impotencia por cuidarnos y cuidar a nuestros seres queridos necesitaremos un
cambio, (en algunos deberá ser drástico) en nuestra forma de vivir.
El
COVID-19 desnuda. Muestra la verdadera cara de los líderes, ineptos e incapaces
de salvaguardar la integridad y salud de su población, la que confió en ellos.
Una buena sociedad es educada y sana, pero estos dos rubros son descuidados por
políticos y gobernantes. Vemos los sistemas de salud colapsando por falta de
planeación y por supuesto poco presupuesto. La educación, esa que debe ser
sagrada y a la que todos tenemos derecho, poco efectiva. Necesitamos Malala’s
en cada país, no maestras Gordillo tejiendo las redes en favor de sistemas
corruptos y colapsados.
La
culpa no es solo de ellos, los ciudadanos debemos cambiar nuestros
comportamientos. Aprender a vivir con lo básico y más importante: la salud, el
bienestar, la seguridad, el desarrollo personal, pero sobre todo la riqueza
como persona. Aprendamos a comer mejor, a no desperdiciar los recursos
naturales, a cuidar nuestra salud física y mental, a convivir en armonía no
solo con otros seres humanos, sino con las demás especies, al fin y al cabo,
estamos en la misma casa.
La
naturaleza está mostrando lo peor de nosotros: las compras de pánico como medio
de acaparar sin importar si les alcanza a los demás, el maltrato a los héroes
de blanco, doctores y enfermeras, la discriminación a ellos y a los enfermos,
personas infectadas que sin remordimiento salen a la calle a sabiendas que
siguen infectando a otros, tratar a los fallecidos como un número más, en fin,
parte de la sociedad muestra su lado oscuro.
Para
fortuna de muchos, también está el lado amable del ser humano: se inicia en
quienes están arriesgando sus vidas para salvaguardar la nuestra, médicos y
enfermeros (hombres y mujeres) que a pesar de las carencias están en la primera
línea de fuego, los imagino como si estuvieran en la trinchera sin fusil ni
chaleco antibalas y atrás los políticos y gobernantes. Policías, bomberos que
bailan y cantan para hacer más llevadero el confinamiento. Choferes ofreciendo
movilidad gratuita a nuestros héroes o restaurantes con comida gratuita,
apoyando en sus necesidades. Los jóvenes que visitan a los adultos mayores para
evitar que salgan haciendo el mandado.
Recuerda,
al levantarse el aislamiento y abras la puerta, el mundo será diferente, tú
serás otro y probablemente no todos estarán para ti otra vez.
Parafraseando
las palabras de Guillermo del Toro te pido una reflexión:
“Por qué soy un buen mexicano”.
Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme
al correo samuelgomez@uabc.edu.mx
o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Director del Área 1 y
Miembro del Club Toastmasters
Ejecutivo de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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